Rivalidad y consejos

1042 Words
Evelyn no podía quitarse a Alexander de la cabeza. Desde que llegó a Blackmore, había decidido que no iba a dejar pasar la oportunidad de seducirlo. No le importaba que Rachel fuera su Mate, estaba dispuesta a luchar por su puesto de Luna y su apuesto duque con garras y colmillos, así que planeaba deshacerse de la humana en pocos días. Encontró a Alexander en el salón de estudio, con el ceño fruncido y una mirada perdida. —Alexander —dijo ella, con una voz suave y seductora—. Te ves demasiado estresado. ¿Por qué no tomas un descanso? Puedo darte un masaje si quieres. Él levantó la vista, pero sus pensamientos estaban lejos de Evelyn. La preocupación por Rachel lo consumía. Había notado su semblante pálido y sus ojos tristes, y la culpa lo carcomía. —Debo terminar esto, Evelyn —respondió, tratando de sonar convincente—. Además, tú también deberías descansar. Ella no se dio por vencida. Se acercó más, dejando que su perfume lo envolviera. —Podríamos pasar un rato juntos. Te haría bien despejarte —insistió, rozando ligeramente su brazo. Alexander apartó la mirada, sintiendo un nudo en el estómago. Lo único que podía pensar era en Rachel y en cómo podía malinterpretar sus palabras. Sabía que tenía que arreglar las cosas con ella. —Lo siento, Evelyn. Tengo muchas cosas en mente —dijo más firme—. Ve a descansar. La mujer apretó los labios, irritada. Ella quería su compañía, mientras él solo deseaba ver a Rachel sonreír de nuevo. —¿Qué tiene la sucia humana que no tenga yo? Soy mucho mejor que ella —gruñó para sí misma—. Soy una loba, descendiente de alfas imponentes. Mis cachorros serán fuertes y hermosos, ¿y esa estúpida que tiene de especial? En una de las habitaciones del ala oeste, Víctor observaba a su hija Evelyn con preocupación. Había notado su alteración durante la cena y decidió que era hora de averiguar qué la molestaba. —Evelyn, hija mía, ¿qué te tiene tan alterada? —preguntó con tono paternal. Evelyn levantó la vista, sus ojos reflejaban una mezcla de frustración y desilusión. —Es Alexander, papá. Está distante conmigo... me dijo que había encontrado a su Mate. Víctor frunció el ceño. —¿Y quién es ella? Evelyn resopló con desdén. —Es esa humana que estaba en la cena, la tal Rachel. No puedo creer que esperó siglos para hallarla y resultara ser una débil humana. Esto debe ser un error —respondió con frustración. El Alfa Víctor no se sorprendió por la confesión. Había notado la actitud renuente de Alexander hacia su hija, algo que nunca antes había sucedido. —Error o no, lo importante es si él quiere estar con esa chica —comentó con calma. Evelyn, con los ojos llenos de furia, exclamó: —¡Pero es una humana solamente! ¡No le llega ni a los talones! Víctor levantó una mano para calmarla. —Hija, debes mantener la cordura y el decoro. Hay cosas que no están en nuestras manos. Evelyn pareció calmarse, aunque en realidad su mente planeaba frenéticamente una manera de separar a Alexander y Rachel. Fingió estar bien y dijo con una sonrisa forzada: —Tienes razón, papá. Me voy a dormir. Mañana será un nuevo día. Víctor observó cómo Evelyn salía de la habitación y suspiró, sintiendo un peso en su corazón. Decidido a entender mejor la situación, se dirigió al gran salón en busca de Alexander. Encontró al duque sentado junto al fuego, con su mirada perdida en las llamas danzantes. —Alexander —comenzó Víctor, acercándose—, ¿puedo hablar contigo un momento? El aludido levantó la vista y asintió. —Claro, Víctor. ¿Qué sucede? El Alfa tomó asiento a su lado. —Alexander, siempre has sido alguien que sigue su corazón. Dime, ¿hay algo que debamos saber? ¿Alguien especial quizás? Alexander mantuvo la mirada de Víctor por un momento antes de responder, con una calma que solo él podía manejar. —Las decisiones del corazón son las más difíciles, Víctor. Pero sí, hay alguien especial que ha ocupado un lugar importante en mi vida recientemente. —¿Es esa chica Rachel? —Sí, ella es mi Mate —aseguró él, agobiado de no poder estar a su lado, consolándola. —¿Y por qué noto una tensión cada vez mayor entre ustedes? ¿Ella sabe de su vínculo? —preguntó Víctor con curiosidad. Alexander suspiró, pasando una mano por su cabello y asintiendo. —Sí, lo sabe. Pero hay tanto que no sé... no sé lo que ella quiere. Es solo una humana, Víctor, y no quiero obligarla a algo que no quiera nunca más —suspiró, sintiéndose frustrado. Le contó lo que había pasado desde que supo que Rachel era su Mate y cómo se había equivocado con ella, orillándola a estar en peligro y a encerrarla, pensando que era por el bien de los dos, cuando había sido al contrario. Víctor lo miró con ojos cargados de sabiduría. —Deberías hablar con la verdad, Alexander. La comunicación siempre es la clave de todo. Este asintió lentamente, sus ojos reflejaban una mezcla de esperanza y temor. —Tienes razón, pero tengo miedo de perderla si presiono demasiado otra vez. Víctor le dio una palmada en el hombro. —Eres un buen hombre, Alexander. Haz lo que creas correcto, pero recuerda que la honestidad es fundamental para que las cosas funcionen. Mientras tanto, Evelyn, que había fingido retirarse a su habitación, en realidad había permanecido en las sombras, escuchando la conversación. Su mente tramaba un plan para separar a Alexander de Rachel, convencida de que ella era la verdadera pareja del duque. —Esa humana insulsa no me va a quitar a Alexander, él será mío y yo seré su Luna… o dejaré de llamarme Evelyn Mc Gardel —dijo con determinación. La noche continuó, y el castillo permaneció en silencio, ajeno a los turbulentos pensamientos de sus habitantes. Mientras Víctor se retiraba, convencido de que había dado el mejor consejo a su amigo, Evelyn se prometía a sí misma que haría lo necesario para recuperar el corazón de Alexander, sin importar el costo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD