Tensiones y espías

1144 Words
«“Invitada?” Rachel es más que eso y lo sabes», lo reprendió Lyall, molesto. «Al menos la defendí» suspiró Alexander. Pensaba que sería suficiente, pero las expresiones de Rachel durante la cena y al dirigirse a sus aposentos, lo llenaron de inquietud. «¿Por qué no hablas con Rachel? Esa Evelyn no me agrada y su loba es tan odiosa como ella. Sabes que no estuvo bien lo que hizo» «Pero…» «No la dejes sola justo ahora, idiota» gruñó Lyall. «De seguro se habrá sentido fuera de lugar, créeme que todavía consigo reconocer lo que siente» «De acuerdo», suspiró Alexander. Decidió ir a hablar con Rachel, pero cuando llegó a su habitación, ella se negó en redondo a verlo. —No me siento muy bien —dijo con voz plana, tratando de ocultar su tristeza—. Lamento mucho esto, alteza. Ella volvió a llamarlo de esa manera luego de haberlo llamado Alexander. ¿Estaría molesta con él? No quería eso tampoco, aunque la situación entre ellos ya de por sí era difícil. —Está bien, Rachel. Buenas noches —dijo a regañadientes, pisando fuerte a medida que se alejaba. La situación de la manada lo tenía agobiado y encima, saber que Rachel solo había vuelto a Blackmore junto a él por sentirse culpable, lo tenían al borde de un colapso nervioso. Thomas, su Beta, había asegurado que Rachel había estado dispuesta a quedarse con Lucas y que luego habían comenzado a besarse. Sólo había parado de ir más allá porque ella se negó y él lo tomó a mal, haciéndole daño. —Esa mujer no es de fiar, Alfa —había dicho su Beta—. Yo que tú no le daría mi confianza, ya ves que huyó a la primera oportunidad y se fue directamente hasta la casa de su novio. —Pero ella se fue de allí… —intentó defenderla Alexander, pero Thomas negó con la cabeza. —Confía en mí, Alfa —dijo el hombre, su rostro era una máscara de frialdad—. Ella no quiere quedarse en el castillo, la escuché decirlo más de una vez. —¿Quiere irse? —el corazón del duque se hundió dentro de su pecho. —Estoy seguro que lo hará nuevamente a la primera oportunidad —aseguró Thomas—. Yo creo… que debería considerar seriamente el rechazar a Rachel. La irritación y el dolor lo invadieron. ¿Cómo podía despreciarlo de esa manera, a pesar del vínculo que todavía los unía? ¿Cómo podía comportarse de esa manera, después de lo que habían pasado? “Rachel no quiere este vínculo, nunca lo ha querido y no ha dicho lo contrario. Thomas debe tener razón” No pudo dormir esa noche y por la mañana, seguía con ese asunto rondando su mente. Para despejarse, salió a pasear por los jardines. Estos eran su refugio, un lugar que Rachel había transformado con su toque especial, devolviéndoles vida y belleza. Mientras caminaba, se encontró con Evelyn, quien no perdió la oportunidad de coquetear abiertamente con él. —Alexander —dijo acercándose demasiado—. ¿Por qué estás tan distante conmigo? Siempre fuimos tan unidos y ahora… soy casi una desconocida. Él suspiró, sabiendo que debía dejarle las cosas claras. —Evelyn, hay algo que debo decirte —respondió él, apartándose a una distancia prudente—. Yo ya conseguí a mi Mate y ya no me interesa ninguna otra mujer. La confesión dejó a Evelyn en un estado de confusión y sorpresa. Las palabras de Alexander confirmaban sus peores temores. Había otra persona en su vida, alguien que había logrado lo que ella tanto deseaba. —¿Qué? —soltó el aire que había estado reteniendo—. ¿Quién es tu Mate? —Rachel —respondió él un poco tenso—. Rachel es mi Mate. —¿Esa humana insulsa e insignificante? —sacudió la cabeza, disgustada—. Esto debe ser una equivocación de la diosa Selene. —Hey, Hey —Alexander frunció el ceño—. Más respeto, Evelyn. Respeta a mi chica. Ella frunció los labios. No estaba para nada contenta de que esa humana se quedara con su tan ansiado puesto. Tenía que deshacerse de ella y demostrar que ella sí era una digna Luna. —Deberías rechazarla, es más débil incluso que una Omega —habló la pelirroja, poniendo una mano sobre su hombro—. ¿Cómo va a cumplir su función con la manada, cuando apenas sabe de nuestro mundo? Creo que le harás un favor al romper ese vínculo, apuesto a que ella siente lo mismo. Las palabras de Evelyn calaron hondo en el pecho de Alexander. —También he pensado eso —admitió, suspirando—. Rachel estaría mejor fuera de Blackmore, así que la posibilidad de romper el vínculo sigue siendo factible—. dijo con dolor, pero continuó—. Tal vez es mejor que esta conexión entre nosotros se rompa de una vez por todas. Rachel había estado espiándolos y al escuchar las palabras de Alexander, sintió un dolor agudo en su pecho que la dejó sin aire. Desolada y llena de lágrimas de impotencia, salió corriendo. —¡Rachel, espera! —gritó Alexander, sorprendido al verla y preocupado de que haya escuchado todo. —Ay, déjala, Alexander —comentó Evelyn con desdén, molesta al ver sus intenciones de seguirla—. Como tú mismo dijiste, esto es lo mejor que puede pasar para ustedes. —¡Cierra la boca, Evelyn! —espetó Alexander, dominado por Lyall. «Maldita bruja, me saca de mis casillas rápidamente» dijo el lobo a través del enlace. «Eso fue bastante grosero…» «Con un demonio, concéntrate en buscar a Rachel y deja de pensar en ese espantapájaro de cabello rojo», espetó Lyall, furibundo. Alexander salió corriendo apresurado para tratar de alcanzarla, pero no supo cuál camino había tomado. Por su parte, Rachel sentía las lágrimas correr por sus mejillas, llenas de rabia y dolor. —Si no me soporta, ¿por qué carajos estoy aquí en este maldito castillo? —pensó con amargura mientras corría, buscando un lugar donde pudiera estar sola y dejar que sus sentimientos fluyeran en silencio. Alexander no la encontró en su habitación y preocupado, mandó a averiguar con sus hombres dónde podía estar, descubriendo que se había escondido en un saloncito cerca de la biblioteca. Sintiéndose culpable por hacerla sentir triste, optó por dejarla en paz para explicarle después lo que había querido decir con sus palabras. No quería que pensara mal de él. De pronto, no pudo evitar sentir una inquietud en el fondo de su mente. Sabía que tendría que enfrentar los sentimientos y tensiones que estaban surgiendo, tanto de Evelyn como de Rachel. La llegada inesperada de los integrantes de la manada Luna Plateada había desatado más de lo que él había anticipado.
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