Dolor y sospechas

1077 Words
Lyall estaba devastado, su cuerpo temblaba de dolor y no podía evitar aullar de manera estruendosa y dolorosa por la pérdida de su Mate. Por su parte, Alexander sentía el peso de la culpa aplastar su pecho. Se dijo que ella había huido abrumada por las sensaciones que había experimentado con él en aquella habitación. “No debí presionarla de esa manera, acorralarla así solo fue contraproducente,” pensó con rabia de sí mismo. Al momento de saber de su desaparición, había perdido el control y ahora Lyall, su forma lobuna, merodeaba los alrededores del castillo. Su estado de agitación casi rozaba la crisis. «Hay que encontrarla, tenemos que ir tras ella» pensó Lyall, comenzando a correr. Pero Alexander lo detuvo. «Los cazadores… han penetrado el castillo. Si ellos la encuentran, podrán usarla para destruirnos.» «¡Lo estaremos si no está a nuestro lado!» protestó Lyall con voz rota, su corazón dolía con cada latido. «No puedo perderla, no dejes que eso pase.» «No lo haré, vamos a buscarla» le prometió Alexander con convicción, sintiendo un dolor inmenso atravesar su pecho. Parecía una enorme daga clavada, desgarrando cada parte vital de su cuerpo. Se reprochó el haberse dejado llevar demasiado y haber pronunciado la palabra “Mate”; era obvio que eso la había espantado. «Sé que sospecha de lo que tenemos, pero debemos mostrárselo más claramente» le dijo a Lyall, quien estuvo de acuerdo. No había querido usar esa parte de la conexión que compartían, pero el tiempo apremiaba y no podía permitir que Rachel cayera en manos equivocadas. Cerró los ojos y con la magia de su vínculo, respiró hondo y le hizo saber por medio de su conexión lo que quería decirle, solo esperaba que ella no se espantara más. “Nuestras almas están entrelazadas. Te he fallado al no explicarte antes, pero ahora que lo sabes, puedes entender la magnitud de nuestra conexión. No puedes luchar más contra esto. Te necesito a salvo, Rachel. Regresa al castillo, hay mucho peligro en el bosque.” Sintió que ella recibió el mensaje, solo esperaba que no siguiera huyendo de su lado. Después de un rato, Alexander comenzó a dar órdenes para deshacerse de los cazadores intrusos. Temía que hicieran más daño y, peor aún, que lograran encontrar a Rachel antes que él. «Thomas, Andrew» llamó Alexander a su Beta y Delta con una voz que resonó con autoridad. «Barran el perímetro. No podemos permitir que los cazadores penetren más en nuestro territorio.» «¡Entendido, Alfa!» Los dos hombres, leales y eficientes, asintieron y se pusieron en marcha de inmediato, sabiendo la gravedad de la situación. Los cazadores eran astutos, pero el hecho de que hubieran traspasado los límites del bosque era alarmante. «Espero que no estén buscando a Rachel» pensó Alexander con pesar, sus ojos destellaban preocupación. Se negaba a concebir su vida sin ella. La conexión que compartían era más que un simple vínculo; era una parte esencial de su ser. Sentía que tenerla lejos era un peligro para ambos, no solo por la amenaza de los cazadores, sino por el vacío que crecía en su alma con cada minuto que pasaba sin ella. Mientras Thomas y Andrew organizaban la defensa, Alexander se concentró de nuevo en su vínculo con Rachel, tratando de percibir su ubicación exacta, pero sin resultados muy claros. “Está demasiado lejos, maldición,” pensó con frustración. «Andrew, asegúrate de que los cazadores no lleguen al lado norte. Thomas, toma el sur. No dejen que ninguno escape» ordenó Alexander. Los lobos se movieron rápidamente con sus sentidos agudizados, listos para cualquier enfrentamiento. Fue una lucha encarnizada y lograron expulsar a todos los cazadores de sus tierras, redoblando la seguridad por esa noche, una que para Alexander y Lyall no parecía tener fin. «Ya no puedo sentirla, se ha ido demasiado lejos y se ha perdido su rastro» habló Lyall con tono de reproche, lloriqueando. «Malditos cazadores, juro que me las pagarán» A pesar del dolor y la desesperación que sentían por su Mate, habían decidido quedarse en el castillo mientras la seguridad era restablecida y reforzada. Mientras tanto, Thomas y un par de lobos más irían tras el rastro de Rachel. Su vínculo seguía existiendo, pero su decisión de abandonar la Blackmore había abierto una brecha que ninguno era capaz de salvaguardar por el momento. … Rachel se sintió sobresaltada por la voz en su cabeza, mientras su corazón le martilleaba en el pecho. El bosque seguía sombrío y silencioso a pesar de los primeros rayos de sol que comenzaban a iluminar el entorno. Sentía frío y pensaba que tal vez había tenido una especie de alucinación. Sin embargo, lo que escuchó había sido tan vívido y real que no podía descartarlo. Siguió adelante, su mente daba vueltas con todo lo que estaba pasando. Tenía miedo de las respuestas que podría encontrar, pero sabía que debía seguir adelante. Después de un par de horas, finalmente llegó al pueblo. Sus pasos la llevaron directamente a la casa de Lucas, su novio. Sin embargo, al llegar, encontró la casa vacía. La decepción y el cansancio se apoderaron de ella. No había dormido bien y la tensión la estaba agotando. —¿Dónde podrá estar Lucas a esta hora? Parece que no durmió aquí anoche —musitó, mirando a su alrededor. Entró buscando algo de comer. Después de encontrar un trozo de pan y un poco de queso, se acomodó en el sofá y comió, pero unos minutos después se quedó dormida sin poder evitarlo. Despertó de repente al escuchar una voz que la sobresaltó. Lucas estaba de pie en la entrada, su semblante estaba animado y perplejo en partes iguales al verla en su casa, era lo que menos esperaba. —Rachel, ¿qué haces aquí? —preguntó incrédulo. —Yo… te esperaba —musitó ella, nerviosa por el brillo en su mirada, que pronto se tornaba en algo más oscuro. Notó que el semblante de Lucas cambió rápidamente con los segundos que pasaban. Sus ojos se estrecharon y una sombra de sospecha cruzó su rostro. Antes de que pudiera decir algo, él se acercó a ella con expresión endurecida. —¡Te revolcaste con el duque como una zorra cualquiera, Rachel! —le espetó con rabia, dejándola helada en el lugar. ¿Cómo era posible que afirmara tal cosa con tanta confianza? No podía entenderlo, pero tampoco no le gustaba la mirada que tenía Lucas en ese momento.
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