Rachel sintió una ola de temor recorrer su cuerpo. Jamás había visto a Lucas comportarse de esa manera.
—Lucas, no es lo que piensas —intentó explicarse, pero sus palabras parecían caer en oídos sordos.
—¿No es lo que pienso? ¿Qué más podría ser? —Su voz estaba cargada de una furia contenida, sus sentidos agudos captaron algo que la traicionaba—. Puedo olerlo en ti, Rachel. No me mientas.
Ella retrocedió sorprendida y asustada, las lágrimas comenzaban a nublar su visión.
—Por favor, déjame explicarte. No fue así…
—¿Qué quieres decir? ¿Que no estuviste con él? ¿Que no te entregaste a ese monstruo? —La voz de Lucas estaba cargada de dolor y celos—. Pensé que podíamos confiar el uno en el otro.
Rachel sintió su mundo desmoronarse.
Recordaba con bastante claridad los besos y caricias que había compartido con Alexander en esa cálida habitación y también todas las sensaciones que todavía parecían recorrer cada célula de su cuerpo.
Quizás no se había entregado completamente a él, pero sí había compartido una intimidad que ni siquiera había tenido con su novio y eso la hizo sentir avergonzada de sí misma y culpable.
Algo que claramente se reflejó en su rostro en ese momento.
—Lucas, no entiendes. Hay algo más, algo que no puedo explicar del todo, pero necesito que confíes en mí —la voz de Rachel temblaba con cada palabra que salía de su boca.
Lucas la miró, su rabia se mezclaba con una profunda tristeza.
—Confianza, Rachel. Eso es lo que nos unía. Y ahora… no queda nada de eso entre nosotros.
El silencio entre ellos se hizo insoportable. Rachel quería acercarse, pero sabía que cualquier movimiento podría desencadenar algo peor.
—Por favor, Lucas, déjame explicarlo todo. No es solo lo que parece. Hay una conexión, una especie de magia entre nosotros… ni siquiera yo misma lo comprendo del todo.
Él se mofó de sus palabras.
—¿Esa es tu excusa para justificar tus acciones? —su voz destilaba rabia y dolor—. Una magia, já. Eres débil, Rachel, pensé que tú y yo… argh.
Parecía que un “tú y yo” ya no tenía cabida entre ellos, y Rachel lo entendió de mala manera al ver ahora las oscuras intenciones del hombre en el que confiaba hasta hacía poco de manera casi ciega.
—¿Así que el duque tiene algo de magia, eh? —se burló Lucas, dando un paso más cerca de ella—. ¿Es bueno en la cama? ¿Es por eso que estás tan fascinada por él y te quedaste en su castillo por un mes entero?
Ella sintió como si le hubieran dado una bofetada. Las palabras de Lucas le dolieron profundamente, un dolor que iba más allá de la traición y el desprecio.
No podía creer que le preguntara algo así.
—Lucas, por favor, no hagas esto —suplicó con voz quebrada, negando.
Antes de que pudiera reaccionar, este la agarró por los hombros y la besó a la fuerza. Su boca era dura y demandante, llena de furia.
Rachel luchó contra él, empujándolo con todas sus fuerzas, pero ni siquiera pudo moverlo un poco.
—¡Detente, por favor! —ella volteó la cabeza evitando sus besos, haciéndolo irritar aún más—. ¡No hagas esto, Lucas!
Cuando al fin logró separarse, él la miró con una expresión de odio y desafío.
—Dime, Rachel, ¿el duque besa bien? ¿Lo hace mejor que yo? ¿Tuvieron sexo todas estas noches que no estuviste conmigo?
Ella se llevó la mano a los labios, temblando de rabia y dolor. Jamás lo había visto actuar de esa manera, y la dureza de sus palabras y acciones la dejaron helada.
Se sentía traicionada y herida.
—Lucas, esto no está bien. Tú no eres así —dijo retrocediendo.
—¿No soy así? —él se rió amargamente—. Quizás nunca me conociste de verdad, Rachel. Quizás, si fueras capaz de sentir algo más allá de tu deseo por ese monstruo, entenderías.
—¡El que no entiende eres tú! —gritó con rabia, temblando—. ¡Estás equivocado!
—¡Mientes! —le gritó de vuelta, su rostro estaba deformado de ira—. ¡Lo besaste, lo acariciaste! Puedo verlo en tus ojos, olerlo en tu piel, Rachel.
—Yo… yo… —titubeó ella, con el rostro pálido.
Lucas apretó los dientes con rabia, al comprender que esa era su confesión definitiva.
—Voy a borrar el recuerdo de ese pomposo duque —dijo con una sonrisa cruel. La besó nuevamente a la fuerza, sus manos se aferraban a ella con b********d—. Solo me vas a recordar a mí, porque eres mía, Rachel, mía.
Ella sintió el pánico apoderarse de su cuerpo, mientras Lucas intentaba quitarle la ropa.
Luchó desesperadamente, tratando de apartarlo, pero él la golpeó en la mejilla haciéndola probar su sangre, su mano era fuerte y despiadada.
Lucas la empujó contra el suelo, sus labios y manos recorrían su cuerpo con violencia, dejando marcas y rasguños en su piel.
Rachel gritó, pero su voz parecía perdida en el vacío.
—Lucas, por favor, ¡detente! ¡No! —suplicó entre lágrimas, con el dolor y el miedo haciéndose insoportables.
Pero él estaba fuera de sí, su furia y celos habían nublado cualquier rastro de razón. Siguió tocándola, su violencia y caricias impúdicas dejaban moretones y cortes en su delicada piel.
Rachel, con una fuerza que no sabía que tenía, logró empujarlo con brío, haciendo que retrocediera lo suficiente para que pudiera tomar un jarrón y chocarlo contra su cabeza.
Con el corazón pesado, supo que no podía quedarse más tiempo allí.
Jadeó al ver lo que había hecho, sintiéndose humillada y aterrada, salió corriendo sin mirar atrás, sintiendo el aire frío golpear su rostro mientras corría desesperada hacia el bosque.
Su mente estaba en un torbellino de dolor y confusión, pero sabía que no podía detenerse. Tenía que encontrar ayuda, tenía que sobrevivir.
Rachel se llenó de tristeza al ver que el hombre que había querido, se había transformado en alguien que no reconocía.
Ninguno se había percatado de una presencia que había observado toda la escena. Thomas, el Beta, había permanecido en las sombras, vigilando con interés malsano.
Se dijo a sí mismo que debía darle la noticia a su Alfa, pero su mente ya comenzaba a tejer planes.
“Ella escapó solo para verse con el novio, y estas son las consecuencias,” pensó con una pequeña sonrisa de satisfacción.
Su ambición latente chispeaba en sus ojos.
El lobo se movió sigilosamente por el bosque, su mente trabajaba rápidamente para usar la huida de Rachel a su favor. Había visto la tensión en la relación entre Alexander y Rachel y sabía que podía aprovecharla para sus propios fines.
Necesitaba demostrar la debilidad del Alfa y esta era la oportunidad perfecta.