Sorpresas inesperadas

1202 Words
Alexander y Rachel se besaban con una pasión desbordante. Sus labios se reconocían y encajaban a la perfección, llenando el aire de magia, deseo y amor. La mano de él, firme y decidida, se deslizaba por su espalda hasta llegar a su trasero. Rachel no se opuso, más bien lo recibió con un gemido suave, dejando claro cuánto ansiaba ese contacto. Ambos estaban llenos de una ansiedad primitiva, como animales en celo que solo desean un lugar a solas para abandonarse a sus instintos. Sus respiraciones eran rápidas y entrecortadas, cada beso era un desafío a la razón y un tributo a sus deseos. —Oh, Alexander —un nuevo gemido escapó de los labios de Rachel y él supo que tenían que parar. Con un enorme esfuerzo, el duque cortó el beso y la miró a los ojos, sintiendo una chispa de esperanza encenderse en su pecho. No podía creer que ella se dejara besar y acariciar de esa forma tan entregada. ¿Acaso ahora correspondía a sus sentimientos? Rachel, con la respiración agitada y una sonrisa juguetona, notó la mirada lasciva de Alexander, su Alfa, su Mate. Sabía cuánto la deseaba, y esa certeza la llenaba de una confianza renovada. —Rachel, esto no es un sueño, ¿verdad? —preguntó Alexander, sus palabras estaban cargadas de una mezcla de asombro y anhelo—. Vamos, es un poco increíble y mágico que te hayas lanzado de esa manera a besarme. Ella se sonrojó violentamente, pero sostuvo la mirada de Alexander con coraje. Sentía que ya no podía seguir escapando de sus sentimientos, no importaba si el mundo se acababa al día siguiente. —No pude evitarlo… deseaba besarte… desde hace mucho, Alex —musitó con una sonrisa, llenándolo de una alegría inmensa por sus palabras y la manera en que lo había llamado. De pronto Alexander abrió la boca para confesar sus sentimientos y finalmente poder vivir su amor junto a ella, pero fueron interrumpidos abruptamente. —Señor, se ha organizado un consejo y se requiere su presencia de inmediato… —dijo Andrew, el Gamma de la manada, con tono incómodo, haciendo un gesto de respeto hacia Rachel. Alexander se extrañó de que el consejo de ancianos no hubiera avisado con anticipación, como siempre lo hacían. —¿Una reunión de emergencia? ¿Qué es lo que ocurre, Andrew? —Quieren hablar de Rachel, señor —dijo el Gamma con una mueca de descontento. Alexander frunció el ceño de inmediato. No le gustaba la sensación en su pecho en ese momento, presentía que las cosas solo se complicarían entre ellos. Rachel, al ver la expresión preocupada de Alexander, sintió un nudo formarse en su estómago. Presentía que la aceptación de una relación no sería fácil luego de su huida, y menos aún para la manada. Alexander se volvió hacia ella y le dedicó una sonrisa tranquilizadora, aunque su pecho estaba oprimido por la posibilidad de una oposición en su unión. —Debo irme —dijo, acariciando suavemente su mejilla—. Pero espero verte al anochecer. Rachel asintió, sus ojos brillaban con determinación. —Te esperaré con ansias, Alexander —dijo con una sonrisa. Él sintió sus fuerzas renovarse al escuchar esas palabras. Sin poderlo evitar, se inclinó hacia ella y besó suavemente sus labios, ambos reafirmando la necesidad que tenían de estar juntos y de tener un contacto más íntimo. Sabía que su relación con Rachel había sido complicada desde el principio debido a la diferencia de estatus y la naturaleza humana de ella, pero no podía alejarla ni rechazarla. "¿Cómo podría? Diosa Selene, estoy enamorado de ella como nunca," pensó, con el corazón acelerado ante esa realidad. Mientras tanto, Rachel miraba al duque Alexander alejarse, una pequeña sonrisa formándose en su rostro. Anhelaba tiempo a solas con él. Sentía que la atracción crecía como aquel primer día que se vieron, o quizás más. Se sonrojó al pensar en la posibilidad de estar juntos íntimamente, aunque aún tenía dudas después de lo que había pasado con Lucas. “No sé si pueda olvidar aquella repugnante sensación, pero Alexander no es como él, jamás podría serlo,” pensó, con su corazón también acelerado a gran ritmo. —Ahora entiendo lo que significa este vínculo con Alexander —murmuró para sí misma en voz alta—. Nunca había sentido la necesidad de estar al lado de alguien en todos los sentidos. Perdida en sus pensamientos, no se dio cuenta de que Máximo la estaba escuchando desde las sombras y que había presenciado el intercambio entre ella y Alexander. "Maldito duque, no vas a arruinar mis planes de foll’arme a tu Mate," pensó con rabia, saliendo de su escondite y asustando a Rachel. —¿Qué haces aquí? —murmuró ella, algo alterada por su presencia—. No esperaba… verte, pensaba que estabas con el Alfa Víctor. —¿Con que Alfa, eh? —dijo Máximo con una sonrisa sardónica—. ¿Ya estás aceptando este mundo, Rachel? “Pero serás mía aunque no quieras,” pensó con cinismo. —¿Cómo podría no hacerlo? Alexander es mi Mate, Máximo —reafirmó, pero frunció el ceño al ver la mirada de él. —Oh, vaya. Pensé que tú y yo teníamos algo especial, Rachel. Ella se sintió incómoda y dio un paso atrás, sintiendo la lujuria y la amenaza en las palabras de Máximo. —Te estaba buscando, creo que tenemos pendiente una conversación —añadió él, sin apartar la mirada lasciva de su cuerpo. Ella sabía que no debía alentarlo más, especialmente ahora que estaba segura de sus sentimientos hacia Alexander. —Máximo, esto no puede seguir así —dijo con firmeza—. Mi interés está en Alexander, mi Mate. Debes entenderlo. La declaración de Rachel solo encendió más la furia y la lujuria en los ojos de Máximo. —Ya veremos, Rachel —gruñó él—. Esto no ha terminado. Ella sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que tendría que encontrar la manera de deshacerse de Máximo y proteger su relación con Alexander, sin saber que esa decisión desataría un sinnúmero de obstáculos para ellos. Máximo se limitó a sonreír de una manera que le causó escalofríos desagradables. Su mirada le recordó a… Lucas, y eso en verdad la asustó. Por otro lado, Alexander llegó al bosque con pasos decididos, dirigiéndose al lugar del consejo. Al entrar en el claro, vio a varios lobos convertidos, lo que le hizo fruncir el ceño. "¿Dónde está la amenaza? ¿Han vuelto los cazadores?", pensó, con una sensación de alarma creciendo en su pecho. Se sentó en el círculo de piedras, rodeado por los ancianos. La mayoría lo miraba con seriedad, lo que solo aumentó su aprensión. La luna llena iluminaba sus rostros, mostrando las arrugas de preocupación en sus frentes. El líder de los ancianos, un hombre de cabello gris y ojos penetrantes, tomó la palabra. —Alexander, hemos discutido la situación con detenimiento —comenzó, con su voz resonando en el claro—. No podemos aceptar a Rachel como tu Mate. Alexander se quedó frío por sus palabras, sintiendo como si el aire se hubiera escapado de sus pulmones.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD