Pov Ivar
Cuando sentí el tirón de la traición del vinculo estuve a punto de perderme a mi mismo, de prender fuego el universo entero, pero supe por el dolor y su tiempo de duración que no pasó a mayores, ella no había tenido sexo con quien fuese que desapareciese y cuando volvió a mi, y a pesar de que estaba muy dolido y mi lobo rugía enfadado, la abrace fuertemente. Su olor estaba contaminado con el aroma de Lucas, y lo se porque lo he olido en los pasillos de la escuela. Ellos salían, y es un verbo en tiempo pasado porque ella era mia y el sentimiento de posesión se fue intensificando día a día. Dejé que me cuidara, que me desnudase y bañase mientras me refugiaba en el silencio mientras su loba intentaba vincular a Blade constantemente.
Sentir sus caricias disiparon un poco mi enojo, pero la electricidad de su toque era insoportablemente tentador. Sus pechos en mi espalda me torturaron y cuando noté su intención de pasar la esponja por mi pene tuve que detenerla porque precisaba tocarla. Jamas había sentido tanto fuego correr por mi sangre, jamás tuve una necesidad tan grande de perderme en el cuerpo de una mujer. Escucharla rogar y clamar mi nombre me estaba conduciendo a la locura. Ella explotó para mi y el mundo volvió a alinearse. La reclamé y sería mia en todos los sentidos.
Ya me ocuparía de Lucas en algún momento, aunque en parte no podía culparlo, ni siquiera tenia su lobo, no podía olerme en ella, pero eso no menguaba mi enfado. Era mi culpa haber aceptado mantener nuestro vinculo en secreto, pero ya no lo soportaba. Queria que todo el mundo supiese que era mi mujer y que nadie se atreviese a tocar un solo cabello de su cabeza. Pero los problemas aparecían uno tras otro y me sentía bombardeado con todo lo que ocurria.
El envenenamiento de Aria me puso en alerta y no estaba dejando que vaya a la escuela. Podria graduarse sin tener que seguir asistiendo, pero no se como ella se lo tomaría. Ahora que ya estaba recuperada tendría que entrenar y ser mas fuerte, para poder defenderse ante cualquier eventualidad. No tener mayor información respecto a quien había atentado contra su vida, aunque Aria y mi lobo concordaban que fue Lyra, también me enfadaba. Quien lo hizo, sabia lo que hacia y fue muy meticuloso al borrar casi todas sus huellas, salvo esa parcial que no servia para nada. A partir de allí todo decantó en revelaciones y en buscar información que a pesar de no ser demasiado alentadora, nos estaba uniendo a tal punto que cuando Aria me dijo que quería que la marque, algo en mi interior se agitó. Blade, mi lobo, estaba exultante pero mi parte racional me decía que había algo mal. Aria siempre fue muy reticente a la idea de someterse al vinculo de parejas destinadas por lo que su repentino cambio me indicaba que me estaba ocultando algo y ese pensamiento me molestó. Yo quería que sucediera, que nuestro vinculo fuera irrompible, pero no si ella no estaba segura de que era lo que deseaba hacer.
Despues de regresar de nuestra expedición a la cueva del consejo de Ancianos la deje en la casa de la manada a solas a pesar de que cada parte de mi ser me decía que tenia que quedarme con ella, que no me fuera y que la marcase. Cuando regrese horas después la observe dormir mucho tiempo, tenia el aspecto de haber estado llorando largamente y una punzada de dolor se instauro en mi pecho. En mi mente planifiqué hablarle, calmarla, compensarla y mostrarle todos los sentimientos que me estaba provocando, pero luego me quedé profundamente dormido y cuando me desperté ella no estaba, aunque su calor estaba presente en las sabanas por lo que no se había ido hace mucho tiempo.
Despues de acicalarme, Sali en búsqueda de mi pareja, cuando mis sentidos escucharon una verdad no dicha por mi madre y Blade empezaba, una vez mas, a perder el control. Ella sabía de mi desesperación por encontrar una cura, una salvación que deje de hacer que mi sangre se volviese petróleo y que mi lobo deje de ser racional pero me lo había ocultado y podía ser un crío aún pero no era estúpido y justamente me hacía sentir como tal. Ver la sorpresa en el rostro de mi madre y en el de Aria me hubiera ocasionado una carcajada en otra oportunidad, pero en ese momento estaba muy cabreado. Sabia que las repentinas ganas de Aria porque la marque era porque me estaba ocultando algo y cuando se enfrentó a mi y me hizo callar una parte mia estaba irritado y otra muy excitado, pero tuve que reprimirme, tenia que enfrentarme a mi madre y al hecho de que posiblemente me muriese si no encontraba a la bruja de ojos violetas.
- Hijo- lloró mi madre y aunque estaba enojado, la abrace igualmente mientras ella se desmoronaba
-shh. Tranquilizate. Todavía estoy vivo, guarda esas lágrimas para el día que ya no esté - respondí y mí intento de humor n***o para romper un poco el ambiente, fracaso estrepitosamente porque mí madre lloró más fuerte - hallaremos la forma de romper con la maldición, sanaré. Tengo motivos de sobra para vivir, madre.
Era joven, quería vivir. Pero una parte de mí sabía que si no me salvase, haría sufrir a Aria, más aún si la marcase.Debía de tener un plan para que ella siguiese viviendo aún cuando yo no esté.
No tuve mucho tiempo de divagar, pronto las alarmas resonaron por la manada indicando que existía una amenaza, que invasores ingresaron a nuestro territorio. Salí de la casa de la manada y le di instrucciones específicas a Aria, a mí madre y a algunos soldados mientras me acoplaba a mí padre y otros guerreros y nos disponíamos ir hacia la frontera vulnerada cuando el olor a rancio nos quemó las fosas nasales a todos. Esto no era común y Blade estaba nervioso y queriendo salir a aniquilar a todo aquello que se nos cruzara.
El sol brillaba intensamente en el cielo azul, denotando un gran grupo de renegados que habían invadido su territorio. La brisa matutina llevaba el olor a hierba fresca y sus aromas asquerosos y el pensamiento de que podría convertirme en una bestia sin ley y conciencia como ellos me repugnaba.
Los invasores eran impredecibles, atacan todo lo que ven y dejan tras si un rastro de destrucción y terror en su camino.
No lo pensé demasiado, yo era un guerrero que había entrenado desde que pude mantenerme en pie y me lancé hacia adelante, dispuesto a defender mí territorio y proteger a los inocentes. Mí cuerpo se movió con rapidez y precisión, esquivando los colmillos de los renegados pero sin transformarme del todo. Blade tomaba el control aún de mí forma parcialmente transformada, dándome fuerza, agudizando mis sentidos y brindándome la resistencia necesaria. Pero pronto mí visión era cada vez más roja, podía sentir como el control se estaba alejando de mí mente y como el caos se instauraba en mí pecho, amenazando a explotar y consumirme en una profunda ira.
Mí padre mataba a invasores a diestra y siniestra y nuestros guerreros estaban haciendo lo mismo. La lucha era intensa porque está vez, los invasores, parecían coordinados y esto también era algo extraño. La coordinación, los propósitos, las formas solo mostraban que algo se nos estaba escapando del radar.
"Por favor, vuelve a mí" la voz de Aria se coló entre la bruma de mis pensamientos asesinos y me devolvió a la realidad. Tenía que controlarme, tenía que volver a su lado. No la dejaría sola.
Cuando la batalla había terminado apilamos los cuerpos y restos y los prendimos fuego. Era por lejos el peor ataque que recibimos. Unos 30 invasores coordinados no era algo seguramente muy frecuente y era otra cosa a investigar, pero en ese mismo momento, lo único que quería y lo único en que podía pensar era en Aria. Ella me trajo hacia la luz de nuevo, sus palabras lo hicieron y sus caricias son una especie de tranquilizante natural.
Apuré mí paso y la vi abriendo la puerta de la casa de la manada para venir corriendo a arrojarse a mis brazos. Me sentí en el paraíso y sentí que el mundo podría desaparecer y nada importarme menos porque todo se reducía a ese instante.
- He vuelto a ti- murmuré abrazandola y aspirando su aroma. A ninguno de los dos parecía ya importarles que todos los soldados viesen nuestras muestras de afecto -tus palabras nos han mantenido cuerdos y centrados en la batalla- le dije para que supiera lo que ella significaba para mí.
En ese instante supe que nuestro tiempo, sea cual fuese, sería especial. Lo haría especial. Le daría todo de mi y si por esa cuestiones de la vida, o la muerte, en algún momento no estuviese en este plano físico, me aseguraría que ella siguiese adelante. Pero esta noche no pensaría en más allá del hoy, la haría mía definitivamente y entregaría en el proceso mí alma y mí corazón.