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El último Lobo Blanco

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Blurb

Aria no recuerda su vida antes de ser rescatada por los guerreros de la manada “luna negra” después de ser la única sobreviviente de un pequeño grupo de lobos sin nombre. Desde ese incidente han transcurrido ya catorce años y Aria debería estar próxima a conseguir su lobo, pero ella no puede sentirlo, tampoco se siente diferente y ante los demás se parece más a un humano que a un lobo, convirtiéndola en blanco fácil para los acosadores de su escuela. Aria se enfrentará a desafíos y preguntas sobre su identidad, su pasado, su futuro y su rol mientras la amenaza de fuerzas externas buscan destruir la manada.

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Capítulo 1: Un comienzo
POV Aria Recordaba el olor a los cuerpos quemados y el grito incesante mientras me escondía en el doble fondo de un armario. Alguien me dijo que no tenía que hacer ruido, que tenía que ser valiente y que no saliera de allí hasta que viniese a buscarme, pero no recuerdo el tono de su voz ni su rostro. Recuerdo la tristeza que sentí cuando un guerrero me tomo en sus brazos días después y yo estaba muriendo de sed y de hambre, y no podía siquiera hablar. No recuerdo mí verdadero nombre, pero aquí me nombraron Aria y me dieron unos padres que me supieron cuidar, aunque al principio les fue difícil, nunca se rindieron conmigo. Tampoco recuerdo mí edad, pero ellos calculan que tenía unos cuatro años cuando masacraron a mí pequeñita manada. Pero aquí estamos, quince años después, aún con pesadillas, pero pudiendo lidiar con ellas mucho mejor que antes. -Vamos Aria, llegaras tarde a la escuela- grito mí madre a todos los efectos, Sarah. - ¡Ya voy!- contesté rápidamente mientras di un último vistazo al reflejo que daba mí espejo. Mi cabello no tenía remedio, descontrolado, rizado y achocolatado, desistí de intentar arreglarlo y lo até en una coleta alta. Mí cabello no tenía nada de especial, pero tampoco el resto de mí. Era bastante delgada, pero con músculos fuertes por las horas de entrenamiento, tenía un busto para mí gusto demasiado grande a comparación de otras chicas de mí edad, y un bonito trasero, pero ni altura era mí inseguridad más grande. Ningún otro lobo en la manada de mí edad media un metro cincuenta y nueve. Era pequeña, aunque el médico de la manada me dijese que era normal y ya a mí edad, dudaba crecer mucho más. Me vestí con un pantalón oscuro y suelto, lleno de bolsillos y una camiseta ajustada. Cogí una fruta y recibí la reprimenda de mí madre por no levantarme a tiempo a desayunar, pero ella no entendía. Prefería llegar a la escuela un poco más tarde y no tener que lidiar con la triada diabólica. El típico grupito de chicas populares por el que todos los hombres babean y las mujeres quieren pertenecer, pero que son unas malditas cuando te tienen en la mira. Me importaba poco, aún no tenía mí lobo conmigo, pero me sabía defender y últimamente la triada me tenía en la mira desde que su estúpida líder se tropezó frente mío, empujándome en el proceso y haciéndome volcar mi café frío sobre su “maravillosa vestimenta” un vestido rosa chillón que apenas le cubría su trasero. Evitarlas era mí mejor opción, ya que desde que estoy aquí en esta manada he pasado bastantes horas en detención y mis pobres padres fueron llamados a reuniones con los directivos tantas veces que he perdido la cuenta. Claramente todo se solucionaría si me pudiese defender de alguna manera. Y no, hablarlo no sería una opción, nadie me creería ante Lyra, la perfecta hija del gamma y novia del futuro Alfa de la manada, la chica perfecta antes los ojos de todos. Podría pedirle a mí hermano que interceda por mí, decirle lo que ocurría, después de todo él estaba destinado a ser el próxima beta, pero no podía molestar sus estudios y entrenamientos con mis problemas adolescentes. -Hey Aria, ¿Tú también llegas sobre la hora? - Lucas corría para llegar a nuestro salón y agradecí no ser la única en caso de que el profesor ya estuviese en el salón. -Ya sabes, hay que hacer esta vida un poco más emocionante- repliqué con una sonrisa. Me agradaba Lucas porque se metía en muchos problemas como yo y no tenía miedo a las reprimendas ni a las detenciones, aunque nos fuimos moderando durante los últimos años. Era alto, pero para mí todos lo eran, y tenía una sonrisa preciosa que le hacía marcar sus hoyuelos. Tenía la piel ligeramente tostada, pelo liso y rubio oscuro y ojos verdes y hacia poco me había confesado sus sentimientos por mí, aunque no estábamos saliendo en el sentido estricto de la palabra. Para mí nada cambio, seguíamos siendo los mismos. Él me gustaba y esperaba que una vez que obtuviésemos nuestros lobos, ellos confirmarán que éramos compañeros destinados. Pero yo desconocía mí cumpleaños real y el de Lucas faltaba mes y medio. Si alguno de los dos obtuviese su lobo ya sabría si el otro es su pareja. Cuestión de sentido animal Para mí mala suerte, la triada del mal estaba afuera del salón de clases y al verme llegar comenzaron con sus típicos insultos. En otra ocasión tal vez me reiría de su infantilismo, pero decírmelos al frente de Lucas me molestaba de sobre manera. Lo vi tensarse y con un gesto de mí cabeza me negué a qué dijese algo. Yo no necesitaba que ningún hombre me defendiera. -Vaya, vaya, ahora la ratoncita tiene quien la defienda. Realmente Lucas no sé qué le ves. Podrías estar con alguien mejor- escupió Lyra de pronto. Esa mujer me enfermaba. -¿Alguien mejor? - repetí sarcástica - ¿alguien como tú? Conozco a lucas hace años y no les gusta las falsas y creídas. oí a Lucas controlar su risa y a mí también me hizo sonreír. -¿Cómo demonios te atreves a hablarme así? Soy la futura Luna de esta manada y cuando lo sea te exiliare de aquí, maldita- era tan fácil sacarla de quicio. - Uuuyyyy tiemblo de miedo - reí ante su exabrupto. Esas amenazas me tenían sin cuidado. Si me echaban solo me darían el pie necesario para ir a recorrer el mundo, un anhelo que tenía, pero no quería enunciar en voz alta. -¿Que sucede aquí? - la voz de Ivar resonó fuerte, como el mismo en el pasillo. el hijo del Alfa había cumplido ya sus diecinueve años hace poco tiempo y estaba próximo a terminar la secundaria. No lo veía tan a menudo como antes, cuando éramos pequeños, aunque mi hermano pasara bastante tiempo con él en la casa de la manada. Era el espécimen de macho que cualquier hembra desearía, metro noventa y cuatro, espalda ancha, piernas y brazos fuertes, cabello n***o como la noche y ojos azules como el océano. Pero no era mí caso. Era lindo, si claro. Negarlo sería una hipocresía, pero no me gustaba, ni le temía. El resto agachó su cabeza respetuosamente al verlo llegar, pero yo mantuve mí frente en alta. Mirándolo fijamente a sus ojos infinitos. -Amor, está cosa me ha faltado el respeto, me niega como tu luna y mira, no te respeta como futuro Alfa.- el papel de víctima le salía siempre a la perfección y ante su actuación, rodé mis ojos. -Thorne, ¿otra vez dando problemas? - su voz denotaba diversión y no enfado. Así que en realidad no estaba molesto. -Blackwood, no es a mí a quien debes preguntarle eso. Desde que llegué tu noviecita me ha estado insultando y me importa poco quien vaya ser en el futuro, no le debo respeto a nadie que me insulte.- le dije muy serena viendo como el rostro de Lyra se descomponía furiosamente. -Respeta a tu alfa, perra - dijo en una especie de gruñido Lyra queriendo empujarme, pero Ivar se interpuso entre ambas. -Será mí alfa cuando tome el lugar de Alfa Karem. y le jure mí lealtad. Mientras tanto es un compañero de escuela- -Basta ya, entren al salón- gruño Ivar. Si bien no era técnicamente nuestro alfa, él tenía el comando de voz necesario para hacernos someter, por lo que la triada, Lucas y yo empezamos a entrar al salón - tu no Thorne. Lyra se dio vuelta para sonreírme burlonamente, mientras creía que Ivar me daría una reprimenda. -¿Por qué buscas pleitos Aria?- preguntó mientras me tomaba de la mochila y me alejaba de la puerta del salón. -¿Por qué piensas siempre lo peor de mí Ivar?- otro más que está en la lista de los que jamás me creen cuando les digo las cosas. -Vamos Aria, tienes un historial de detenciones impresionante. Si no fuera porque tu hermano intercede por ti y por tu familia…- comenzó diciendo y algo se agito en mí interior. Una furia que intentaba constantemente mantener a raya. -Claro, el "aporte invaluable" de mí familia en darte un beta y ocuparse del incordio que trajeron los guerreros de tu padre ¿ no? - escupí con furia -Yo… no quise decir eso. - replicó desganado - No quisiste, pero lo pensaste. ¿Me preguntó acaso sabes lo perra que es tu novia o es más fácil echarme la responsabilidad de lo que pasó para no ahondar en quien es ella en realidad?- inquirí molesta. - Lyra nunca ha tenido un problema en la manada.- otro más a la lista de los que la defienden a la gran actriz que era frente al mundo. -Por eso es fácil no creerme a mí, aunque tenga testigos- murmuré intentado controlar mí temperamento -Lucas no es un testigo fiable, Aria.- señaló Ivar y exploté. -No me importa Ivar, no me creas. Me importa muy poco, a decir verdad, pero debería importarte a ti si es tu pareja. Manten alejada a tu novia de mí y no tendremos problema. No dejaré que me siga faltando el respeto gratuitamente. Pensé que eras más inteligente y sabías leer a las personas, pero me equivoqué- me voltee y caminé hacia el salón. -Aria, no te dije que te fueras. -dijo Ivar, pero no uso su comando sobre mí -Vete a la mierda Ivar. Tú también, mantente alejado de mí- grité mientras le enseñaba el dedo medio al aire. Siempre fui buena ocultando mis emociones, y esta ocasión no fue distinta, pero me dolía que no me creyera. El dicho “hazte la fama y échate a dormir” era cierto, y tal vez en otra oportunidad ni me hubiese molestado, ¿pero por qué se me apretaba el corazón al ver qué Ivar desconfiaba así de mí? Ingrese al salón ante la mirada de la triada diabólica, el profesor que para mí suerte no me dijo absolutamente nada porque vio que me retenía el futuro alfa y la de Lucas, que parecía tener muchas preguntas para hacerme. Realmente el exilio no sonaba tan mal después de todo. La perspectiva de empezar de nuevo en algún lugar sin que sepan como fui de pequeña resultaba tentadora. -¿Fue tan malo? - pregunto lucas posando su brazo sobre mis hombros una vez que salimos de clases. -Algo asi. pero por suerte te tengo a ti y a las chicas- respondí rápidamente. -Siempre me tendrás Aria y siempre creeré en ti.- contestó depositando un beso en mí cabeza. sus palabras eran un bálsamo para mi corazón. pero la desconfianza de Ivar dolía tanto que era imposible de negar. - ¡chicos! ¡Por aquí! - señaló Sasha una de mis amigas en la cafetería de la escuela. ¿Cómo están los tortolitos? -Basta- le respondí sonrojándome -Saben que hoy es viernes y hay fiesta en lo de Tammy. Habrá comida y mucho alcohol. ¿Irán cierto?- Sasha estaba emocionada y su estado de ánimo era contagioso. -Claro, alcohol y comida gratis ¿Que puede salir mal?- contesté.

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