Todos los hombres te están viendo

2370 Words
MARION No podía creer lo que éste hombre me estaba diciendo. Me estaba llamando mujerzuela solo por el hecho de que le gustara a alguien más. Traté de guardar la calma contando hasta diez y no convertirme en una estúpida grinch en pleno verano solo para gritarle. — Si yo le coqueteo a alguien no es de tu incumbencia —lo barrí con la mirada mordiéndome el labio inferior— Es guapo, no lo voy a negar, para serte honesta me gusta. — Deja de estarme provocando, Marion —me dijo entre dientes. Oh diablo lindo, cómo me estaba divirtiendo con mi ex. — No pensé que fuera a afectarte el hecho de verme con otros hombres —sonreí con cierta altanería. — No te estoy llamando la atención porque me intereses. Es simplemente que no creo que te guste que los hombres te vean como a una zorra más si es con Francis Smith. — Oh, quién sabe. Tal vez después de todo le tomé el gusto a las relaciones sin compromiso —le hice una mueca despreocupada. Lo último que pude ver, antes de que Francis se sentara frente a nosotros, fue como Bruno tiraba la servilleta de tela con disimulo y furia al suelo. Si no quería escuchar lo que no le gustaba entonces más valía que dejara de comportarse como un idiota chismoso. — Continuemos con nuestra reunión —dijo el hombre al fin— antes que nada tengo una pregunta para ti Marion —me dijo Francis. Tal parecía que Bruno había entendido que la pegunta era para él. — Dime Francis, soy toda oídos —le respondí viéndolo a la cara y tratando de ignorar a mi ex. — ¿Eres casada? Es curiosidad —agregó cuando me vio fruncir el ceño. — Divorciada —dije con orgullo. Bruno no dijo nada, solo se limitó a tener un semblante serio. Lo vi de reojo. — Oh, ya veo. Tu ex esposo debe ser un idiota al haberte dejado ir. Eres muy guapa y bastante inteligente. Afortunado el próximo hombre que logre conquistar tu corazón. — Vueltas que da la vida Francis —dije orgullosa— y sí, lo dejé porque era un completo idiota —dijo viendo directamente a Bruno que le pegó a la mesa con un puño sin ser consciente de que había interrumpido nuestra conversación. La reunión con Francis había terminado una hora después, cuando se despidió de los dos con cortesía y dejándome su tarjeta personal sobre la mesa. Lo primero que Bruno hizo fue tomar la tarjeta que estaba frente a mí y hacerla bola para que no la pudiera tener. Ja, de seguro tenía miedo de que concretara otra cita con Francis para renegociar sus términos. Qué astuto. — ¿Qué te pasa Bruno? —me paré de inmediato de mi lugar comenzando una guerra campal por obtener mi pedazo de papel con el número de Francis. — ¿Qué me pasa? Te recuerdo que fui yo quien te pidió el divorcio, no fuiste tú quien me dejó —lo fulminé con la mirada, tenía razón en eso y no podía negarlo— Si no fuera por mí serías una zorra más en la cama de ese imbécil. Te estoy ahorrando la molestia de estar relacionada con él. Lo que me dijo me dejó helada. — ¡Qué poco me conoces idiota! ¿me estás quitando su número personal porque crees que me voy a ir a acostar con él y no porque me consideres una buena contrincante? —estaba furiosa. Me fui con todo contra él con tal de obtener el número personal de Francis, estaba a punto de quitarle la tarjeta de presentación a Bruno pero éste terminó por tragarse el papel. Santo dios, no podía creer hasta dónde estaba llegando. — Espero que con eso te de diarrea y te vayas al hospital por idiota —dije tomando mi bolsa de mano enfurecida, dándole sin querer un bolsaso en la cara— tengo el número de su secretaria —le saqué la lengua como niña de kinder y me di media vuelta. Salí del lugar como alma que persigue el diablo, porque literalmente iba atrás de mí. Bruno me había ganado al cliente tal como había previsto, pero al menos le sudó y perdió tres horas de su vida en la pelea que tuve con él. Me estaba volviendo una oponente formidable. Logré tomar un taxi antes de que él me alcanzara perdiéndolo de vista. *** Pasaron dos semanas desde que vi a Bruno en ese desayuno con Francis Smith. Mi vida había sido tranquila desde entonces y esperaba que siguiera así. No me lo había topado en ninguna parte y las resoluciones de los casos que había llevado a juicio estaban siendo exitosos. Selen llegó por detrás de mí tomándome de los hombros. Había salido de la sala de juicio con otro éxito más. — Creo que me vas a amar por lo que acabo de hacer —dijo Selene con una enorme sonrisa mientras caminabamos a la salida. — Siempre que tienes esa expresión de “acabo de ganar un premio” es porque hiciste que algo que no me va a gustar —dije. La conocía tan bien. — Vamos mujer, no es para nada malo. Solo tienes que vestirte de nuevo de gala porque esta noche iremos a una subasta de beneficencia organizada por el señor Russell. No sabía quién demonios era Russell y tal vez ese sea el motivo por el cual Selene me haya conseguido una invitación. Era tan buena relacionándose. — Dejame adivinar, habrá clientes potenciales. Selene me sonrió como una niña con su paleta. *** Eran las nueve de la noche cuando entré con Selene por la puerta grande del salón donde se estaría llevando a cabo la subasta. Llevaba puesto encima un vestido Prada en color champagne con un escote abierto por el pecho en forma V, corto y combinado con unas zapatillas en color dorado suave. Mis labios rojos y las ondas de mi pelo bien definidos habían hecho que luciera genial. Mi amiga Selene ni se diga, con ese vestido n***o si que robaba las miradas. Era una mujer muy guapa. — Si que tenías razón, está la crema y nata no solo de la ciudad sino del país entero —dije al ver al fondo a varios políticos y empresarios importantes. — Te lo dije, estar aquí es una oportunidad bomba. Tal vez en una de esas puedas conseguir clientes de suma importancia. A Guillermo le daría mucho gusto —me dijo. — Creo que tienes razón —dije sin más. Fui abordada por sorpresa al sentir que alguien me abrazaba por detrás. Al darme la media vuelta pude ver a mi amigo Gilberto que al parecer también había sido invitado. — ¡Gil! —lo saludé con mucha emoción, siempre habíamos sido así. — Por dios Marion, no tiene mucho que nos vimos. Supe que tuviste el valor de confrontar a Bruno en un desayuno por Francis Smith, me tienes que platicar todos los detalles. — Y no sabes lo bueno que se puso —agregó Selene— los dejo un momento chicos —se retiró la chica de ahí. *** BRUNO Había recibido la invitación a la subasta. Era uno de los principales invitados de la noche, me fui en compañía de David y mi hermana Lorna, no me apetecía llegar con nadie más. Esa noche había donado una pieza de arte para subastar, ese dinero se iría a la beneficencia pública. Aunque la verdad de las cosas era que iba más por mantener mis relaciones sociales. No podía faltar. El señor Russell se acercó a mí con una enorme sonrisa en cuanto me vio entrar. — Hey Storm, me alegra tanto que hayas venido a la subasta —dijo Russell. — Russell. Mi hermana Lorna y mi asociado David —presenté a mis acompañantes. — Un gusto que hayan venido por acá —respondió Russel. Lorna y David saludaron con cortesía. Lorna se disculpó un momento al ver a una amiga a lo lejos yendo a su encuentro. — Esta noche será grande, todas las personas más importantes del país están reunidas aquí —comenzó a comentar Russell. Un mesero pasó con una charola de copas de champagne, por lo que David y yo tomamos una. Fue una grosería no poner atención a la plática, pues algo de nuevo estaba llamando mi atención a lo lejos. No podía ser. Ahí estaba ella de nuevo. Marion tan coqueta y sonriendo con el mismo que estaba platicando que en el cumpleaños del senador. Maldita sea, hasta cuando dejaría de aparecer nuevamente. — Veo que al parecer hasta tú has caído en los encantos de la señorita López —la voz de Russell de nuevo me trajo a mi consciencia. — ¿Qué? No. Imposible, es solo que no creí encontrarmela en un lugar como éste —dije sin más. Era la verdad. — No se puede negar que es bastante bella y ha estado destacando en los negocios por su inteligencia a pesar de lo joven que es —continuó Russell. David permaneció en silencio— Hay muchos rumores sobre ella pero nadie sabe realmente de su pasado. — ¿Qué es lo que dicen de ella? —pregunté por curiosidad, nadie sabía que ella había sido mi esposa. — Muchos dicen que es huérfana, otros que sus padres viven en el extranjero. Lo único que se sabe con certeza es que su ex esposo era un delincuente, drogadicto y bueno para nada. Tuvo que huir de su país para rehacer su vida. Que me cargue el demonio ¿quién en su sano juicio diría que el ex esposo era un drogadicto delincuente bueno para nada? Yo soy Bruno Storm y estoy lejos de ser un drogadicto bueno para nada, delincuente mucho menos. — ¿Quién dijo eso? —pregunté — Rumores —dijo David de pronto— jefe deberías considerar contratarla. — Sería un buen elemento en tu buffet de abogados. He escuchado que no lleva un solo caso perdido —dijo Russell— los dejo un momento Storm —se disculpó Russell yéndose de ahí. — ¿Qué opina, jefe? —volvió a insistir David. — La decisión es tuya —le di total libertad— aunque en cuanto sepa que trabajas para mí es 100% seguro que te va a rechazar. — Haré lo mejor para que la señorita López trabaje con nosotros —lo dijo un tanto incrédulo, pues nunca le había dado ese tipo de libertad en decidir. Me quedé callado un momento. Me sorprendía ver que Marion causaba ese tipo de buenas impresiones en la gente. En realidad siempre había sabido que era inteligente, pero nunca la vi en acción. Mis pensamientos se detuvieron un momento al ver que Marion estaba tan cerca del tipejo ese que estaban prácticamente a nada de ¿darse un beso? *** MARION — Entonces ¿por eso piensan que mi ex esposo es un drogadicto? —me comencé a reír carcajeándome de risa. Me dolía el estómago de tanta risa, que me recargué en el hombro de Gil. Mi amigo y yo habíamos quedado muy cerca el uno al otro mientras continuaba contándome el resto de los rumores. Vi cómo la gente de alrededor me fulminaba con la mirada por mi risa. En ese momento Gil tomó dos copas de champagne de una charola que uno de los meseros nos había ofrecido. — Vamos a un lugar con menos gente para que puedas reír mejor. Nos dirigimos a una de las terrazas donde prácticamente éramos nosotros dos. Gilberto y yo fuimos compañeros de escuela y siempre habíamos sido muy buenos amigos. Incluso durante el año que viví siendo la señora Storm solía visitarme. — ¿Piensas que en un futuro habrá problemas con la familia de tu ex? —me preguntó de repente Gil. Me quedé un momento en silencio. — No lo sé. Tuve un pequeño roce con Lorna, pero nada más —dije. En realidad no lo sabía— mi vida ahora es aparte de ellos. Soy Marion López, dejé de ser Marion Storm. Me da igual lo que ellos piensen. Me encogí de hombros. — Esa es mi chica —me dijo. De pronto un frío recorrió todo mi cuerpo, como un sexto sentido que me avisaba que volteara a ver. Hice caso a mi corazonada volteándo mi cabeza hacia atrás de mi espalda topándome con esos ojos color tormenta. — Tal parece que siempre se les ve juntos —dijo sin más. Alcé una ceja al no entender su presencia en el lugar. — No tienes nada que hacer aquí. Me puedo pasar la fiesta y la noche con quien yo quiera —dije tajante— prende tu google maps y ubícate Bruno. Puede ver a Gil que tenía los músculos de los hombros tensos, decidió permanecer un momento en silencio. — ¿Acaso no tienes vergüenza de vestir de esa manera tan provocativa? Todos los hombres estarían pensando más en llevarte a la cama lejos de tomarte en serio —me preguntó Bruno viendo a mi escote de manera disimulada. — Yo no le veo lo malo, me siento guapa, poderosa y sensual. — La verdad de las cosas es que todos pensamos que Marion tiene un gusto exquisito para vestir —intervino de pronto Gil— es una mujer muy hermosa y aunque se vistiera como una abuela seguiría robando las miradas de todos. Me atrevo a decir que de mujeres también. No es culpa de ella, es su naturaleza. — ¿Y quién eres tú? — Alguien que la protege de idiotas que pasan por el camino —abrí los ojos al escuchar a Gil. Realmente estaba loco. Vi a Bruno sonreír con sarcasmo, en verdad se le veía enfadado. — Entonces solo eres el amigo —dijo Bruno burlándose. — No, en realidad él es… —dudé por un momento si decir la locura que rondaba por mi cabeza, pero en verdad quería que se largara de ahí— ...mi novio —le dije a Bruno tomando a Gil de la mano.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD