MARION ¿Acaso Bruno no tenía cerebro más que para ejercer como abogado? No podía creer hasta dónde podía llegar con tal de enredarme en sus asuntos sucios. Me la estaba poniendo difícil, era verdad, lo habías subestimado, aunque no pensé que llegaría a tanto como para rebajarse a pedirle trabajo a Jonathan, cuando él poseía las firmas más importantes del país. Ay Bruno, si que eres un dolor de cabeza, aunque yo también podría ser uno si me lo proponía. Y tal vez lo haría, a ver si así me deja en paz. — ¿De verdad estoy escuchando bien? —le preguntó Jonathan cayendo casi de su asiento por la impresión. No lo culpaba, yo también me habría caído de nalgas de no ser porque me sostuve del sillón más cercano a mí. — De verdad. Si la señorita López va a trabajar aquí entonces yo también lo