Capítulo VII: Una mentira dicha mil veces

1959 Words
Cuando Hanna recibió la noticia de que Zack estaba buscándola en la oficina, se sintió soñada, ella trabajaba para la empresa McGregor, de la hermana de Zackary y su esposo, era un trabajo de relaciones públicas. Se levantó sonriente, no pudo evitar sentirse nerviosa, revisó su apariencia en el espejo, para encontrarse pulcra, hermosa y perfecta, solo para él. Cuando su asistente trajo consigo al hombre, Hanna sonrió soberbia, ese hombre tenía una presencia magnánima que hacía que todos lo miraran con admiración —Cariño, me alegra verte aquí —dijo con voz melosa, pero apenas la puerta se cerró, Zack la tomó del cuello y la empujó contra el escritorio casi ahogándola —¿Acaso me mentiste, Hanna? —tenía los ojos fríos y severos, Hanna no podía respirar —Eh… espera… —dijo con voz débil, mientras su rostro se ponía muy rojo Zack la soltó, no la iba dañar, claro que no, pero quería saber la verdad, estaba desesperado, para él, la única opción era que Hanna le hubiese mentido Ella tosió con fuerza, se quedó atónita, claro que sabía que Zackary tenía fuertes ataques de ira repentinos; conocía algo de su historia, sabía sobre su dolor personal —Cariño, ¿Por qué te portas tan cruel? Cualquier diferencia, estoy segura de que podremos arreglarla. —¡Me mentiste Hanna! ¿Como puedo confiar en ti? —¡Yo no te he mentido! ¿Por qué dices eso? —Ella no está muerta, me mentiste, dijiste que había muerto ¿Por qué lo hiciste? —¿De qué hablas? Él se acercó con ojos furiosos, la desesperación lo oprimía —La mujer de la noche. Hanna sintió que su rostro se congelaba, ahora sabía de lo que hablaba, era de esa joven, esa que lo había trastornado y que a ella le había causado demasiada inseguridad —Ella murió, ¿Por qué afirmas que no? Zack se quedó callado, pensó, dudó de sus propias ideas, de lo que veían sus ojos, sí, ella era casi idéntica a esa mujer, a la mujer que había sido suya en aquel hotel, pero, ¿Y si no era ella? La firmeza de Hanna lo atormentó —¿Estás bien, Zack? —preguntó al verlo tan perturbado, él se alejó al sentir sus manos calientes sobre su rostro —Sí, lo siento, debo irme. —¡Espera! —exclamó—. Iré contigo. —No, quiero estar solo —espetó y salió, dejándola preocupada «Maldita, mil veces maldita seas, mujer de la noche, no te atrevas a aparecerte en mi camino, o te juro que esta vez te daré una sepultura real» sentenció Hanna entre sus crueles pensamientos. Zack salió del edificio de Manhattan, subió a su auto, y manejó, solo pensaba en ella, no podía olvidarla, aunque quisiera, se detuvo cerca de un parque, sintió que no podía respirar, el aire se volvió denso para él. Entonces los recuerdos de hace tres años volvieron a su mente, recordó todo sobre esa noche, como un relámpago que iluminara el cielo bajo una tormenta «Flashback: —¡Es una locura, Hanna! —Claro que no, es justo lo que necesitas —dijo acercándose a él por detrás y dándole un suave masaje en sus hombros—. Estás tenso, llevas casi seis meses sin sexo, necesitas desfogarte. No quisiste conmigo así que… —Basta —dijo alejándose—. Tú eres mi amiga, la mejor, no sobrepasemos la línea —sentenció, no pudo observar el dolor en Hanna —Bueno, entonces, déjame ayudarte, tengo a la chica perfecta. Zack suspiró con fastidio —Está bien, ¿Dónde la veré? —En el hotel Four Season, te reservé la suite presidencial —guiñó el ojo y él asintió, —Bien. ¿Cómo se llama? —Es una mujer de la noche, Zack, ellas no tienen nombre. Zack llegó a esa habitación, estaban por dar las once de la noche con once minutos, era extraño, había quedado de ver a esa mujer a las once de la noche en punto, pero ella llevaba un retraso de once minutos y eso lo molestó, odiaba a la gente impuntual. Se giró a mirar la preciosa terraza con una vista perfecta, todo parecía arte, era como estar en un museo. Escuchó los claros golpes a la puerta —Entra —exclamó y se giró, escuchó como la puerta se abría. Mientras, Zack cerraba la puerta a la terraza, y corría la cortina. Luego se giró a mirarla, ella tenía la vista baja, pero pudo verla bien, llevaba un largo abrigo, claro que, hacía un cruel invierno, miró su cabello lacio y oscuro como esa noche, era más joven de lo que imaginó, unas ligeras pecas cubrían sus mejillas y nariz, su piel era muy blanca, tenía unos enormes ojos color verde aceituna, y brillantes, con pestañas espesas, sonrió, porque le pareció tan diferente a lo que esperaba, creía que encontraría a una mujer salvaje, atractiva y seductora, pero frente a él tenía a una pequeña oveja, y a él le encantaba ser siempre el lobo feroz —Hola. —Hola —dijo ella con la mirada baja, casi titubeante —¿Sabes porque estás aquí? ¿Sabes que va a pasar? —preguntó porque comenzó a dudar de si realmente ella era una prostituta —Lo sé, señor. Él asintió al ver su seguridad, pero algo había en su rostro, algo que parecía dolerle, estuvo a punto de querer indagar al respecto, pero le pareció absurdo, ella era una prostituta, y él un cliente más, no iba a permitir que ella se lo recordara —Bien, al menos que tengas algo más entretenido que ofrecerme, creo que deberías entender que tu ropa estorba. Ella le miró casi aterrada, y a Zack le pareció de algún modo demasiado excitante. Ella bajó la mirada resignada, se quitó el largo abrigo, dejando a su vista un ligero vestido rojo de satín, que parecía más un vestido de dormir, era de tirantes delgados y enmarcaban su delgada y grácil figura, Zack bebió un trago de coñac, mientras la miraba quitarse las medias, y las zapatillas. ¿Acaso no se había dado cuenta de lo seductora que era con tan simples movimientos? Cuando Zack tuvo conciencia, supo que estaba encendido, bebió todo el trago, tenía demasiado tiempo sin desear a ninguna mujer desde Melody, pero esa noche, esa mujer había despertado algo que ni él mismo reconocía, se quitó el saco, los zapatos y calcetines, desabrochó su camisa y dejó todo esparcido por la habitación. La miró como un depredador, y creyó que era más frágil de lo que intuyó, aquella criatura hermosa parecía que se echaría a llorar, que correría arrepentida, Zack supo que ella quería huir, porque cuando dio un paso más, ella retrocedió y esa simple acción lo hizo sentir mal, odió que lo hiciera, por eso fue por ella y la tomó de los brazos, ella no huiría de él, porque ahora sabía que le encantaba tenerla entre sus brazos, Zack acercó su rostro a su piel, quiso olfatear su cuerpo, el olor a lirios le dio tranquilidad, acarició la suave piel de sus hombros, estuvo seguro de que ella temblaba, sus ojos se miraron fijamente y vio su temor, sus ojos estaban desbordantes, y Zack sintió algo de ternura, su nariz acarició la suya, luego la besó, el rechazo de ella fue al instante, se alejó rápido unos centímetros, y eso fue como un golpe bajo, la miró severo —¿Es una regla entre las prostitutas no besar a su cliente? Sintió que le miró con indignación, frunciendo sus labios rojos, se quedó callada, y eso lo irritó más, no, ella no podía tratarlo así, se acercó de nuevo y la besó esta vez con ímpetu, sin que ella pudiera hacer nada, aunque sintió sus manos levemente manoteando y eso lo excitó demasiado, tomó su cintura, la pegó a su cuerpo, su lengua acarició la suya, pronto ese beso se volvió apasionado y suave, ella correspondía, le gustó, detuvo el beso, al sentir que ella se quedaba sin aliento, sonrió con sensualidad, luego bajó a su cuello, depósito besos húmedos, ella se tensó y él prosiguió con más ahínco, bajó los tirantes y aunque ella quiso detenerlo el vestido cayó, miró su cuerpo en ropa íntima, era demasiado hermosa la enredó entre sus brazos, mientras comenzaba a besar cada centímetro de piel, la joven no se movía, era como si estuviese congelada, pronto la liberó de su sostén, y de sus bragas, fue tan rápido que la sorprendió, pudo ver algo de temor en sus ojos, pero volvió a besar sus labios con fuerza, sus manos acariciaban sus pequeños pechos, y luego cuando sintió que le gustaba, también los acarició con su lengua, como bebé sediento, observó que sus manos tapaban su boca, como si quisiera callar cualquier sonido, él le quitó las manos, quería oírla, quería estar seguro de que esa noche el placer sería mutuo, incluso aunque tuviera un precio. Siguió besando su cuerpo, y sus dedos rozaron su zona íntima, observó su cara perlada en sudor, casi con temor y desesperación, él sostuvo sus manos por encima de su cabeza, acercó su frente contra la suya, mientras su mano acariciaba con suavidad, sintiendo toda su humedad, ella gimió por primera vez, ya no pudo seguir resistiendo esos sonidos de goce, siguió acariciándola, estaba tan mojada, la besaba, acarició sus pechos, y sintió que se tensaba, se arqueaba, gemía y disfrutaba, ella estaba lista, su mirada se lo decía, sus pupilas dilatadas, sus jadeos, cada parte de su cuerpo y él la deseaba, Zack estuvo seguro de que en la vida jamás deseó tanto algo como la deseaba a ella, su m*****o estaba tan erecto, pero se detuvo, fue por un preservativo y se detuvo un momento mientras se lo ponía. Cuando la miró, observó que intentaba levantarse, como recuperando la cordura, casi levantaba su vestido del suelo, pero Zack la devolvió a él —¿A dónde vas, dulzura? —dijo y la abrazó por detrás, ella se tensó, sintió que temblaba, la tomó frente a él la besó, estrechando su cintura, poniéndola encima de él, su m*****o acarició su entrepierna, estaba húmeda y ella se arqueó liberando un quejido, no parecía una buena posición y volvió a recostarla, se puso encima de ella, le pareció que ella manoteaba, él sonrió, creyó que era un juego, y besó su cuello, empezó a ser presión con su pene, quería entrar en ella, estaba tan mojada que no hizo mucho esfuerzo, se adentró poco a poco, —¡Ay, estás muy estrecha…! —dijo al sentirla, luego la besó y sintió como sus pequeñas manos se abrazaban a su espalda con mucha fuerza, la penetró y comenzó a moverse, entonces, ella gimió, el vaivén de embestidas comenzó, primero lento, y luego cada vez más rápido e intenso, sus cuerpos ardían en pleno invierno, hasta que él sintió que ya no podía más, la embistió con más profundidad y ella gritó de placer, se estremeció con fuerza, sintió como se corría, luego fue su turno, era el orgasmo más delicioso que jamás sintió, tan placentero, que sonrió al liberar un gemido, besó sus labios y su frente —Te a… —calló de inmediato, y pensó en que ella ofrecía un sexo tan gratificante, lleno de pasión y ternura, que casi se le escapaba un te amo»  Zack abrió los ojos, miró al cielo, volvió a la realidad, pero, sus pensamientos se volvieron un tormento «¿Y si fuera ella? Debo estar seguro de que Lilah Safia no es la mujer de la noche, y no descansaré hasta conocer toda la verdad»
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD