Capítulo VI: Y si fuera ella

1148 Words
Zack se puso pálido como una hoja de papel, provocando la curiosidad de Ernest —¿Zack, estás bien? —Lo estoy… lo estoy —dijo recuperando el aliento —Llamaré a limpieza para que se encarguen del desastre —dijo Ernest y usó el teléfono para pedir que trajeran a una empleada de limpieza Lilah se quedó perpleja, seria y con la mirada baja, sabía quién era él, y jamás creyó volver a verlo en su vida, se sintió trémula, sin aliento, pero se contuvo, con todas sus fuerzas, cuando alzó la vista y sus ojos se reflejaron en ese azul gris, supo que él sabía quién era ella, ¿O tal vez no? ¡Cómo añoraba porque así fuera! —Mucho gusto, señor Reagan —dijo con voz clara Zack no dejó de mirarla con perplejidad y luego con severidad, algo en sus ojos parecía furioso, tragó saliva, contuvo su aliento, necesitaba recuperarse, no era de los hombres que se dejaban llevar por sus instintos, pero estaba ahí, como un adolescente controlado por mil emociones —Tome asiento —dijo Zack y Lilah se sentó, él se puso frente a ella, del otro extremo de la mesa, no quitaba su vista de ella, y sostuvo su currículo, leyó de prisa, no tenía ninguna objeción sobre su historial, aunque intentó buscar algo, cualquier cosa que la delatara, no había nada extraño —¿Usted es mexicoamericana? —Nací en México, pero vine a vivir a Estados Unidos con mi madre, y mi padrastro que era americano. —Bien. Sé graduó en la escuela de Wharton con una beca académica de alto rendimiento, por lo que veo es muy inteligente. Lilah sentía que su cuerpo temblaba —Sí, tuve una beca y la mantuve con buen promedio. —Fue la mejor de su generación. —Así es. —Y luego trabajo en las Industrias Clare, ¿Por qué motivo se salió de ahí? Ella se quedó un minuto callada, pero él móvil de Ernest resonó y salió, la empleada de limpieza también salió, y por primera vez Lilah y Zack se quedaron completamente solos —Decidí que no tenía más que aprender en las Industrias Clare, necesitaba un desafío mayor para crecer en experiencia y está empresa era mi mejor opción —dijo con fortaleza y empatía, era una gran respuesta, pero Zack la miró con ojos pequeños como si midiera cada una de sus palabras, los gestos de su cara y hasta el tono de su voz, su mirada era tan intensa que la asustaba, pero Lilah sacó fuerzas de sus entrañas para soportarlo —No parece lógico, señorita Lilah, usted buscó trabajo postulándose, por lo que dice aquí, a nuestro puesto laboral, usted ya estaba desempleada, esto me da a entender que usted se salió de Industrias Clare por algún motivo que está escondiéndome, y a mí no me gusta la gente que miente —dijo con los ojos severos clavados en ella Lilah sintió un escalofrío, quería alejar cualquier recuerdo, cualquier emoción, se notaba que estaba nerviosa, si no fuera porque sus manos estaban debajo de la mesa, seguro que él notaría que temblaba como una hoja frágil al viento —Estaba agotada de ese trabajo, quería nuevos desafíos… —¡No me mienta! —exclamó dejándola atónita—. Odio a las mentirosas —dijo con algo de sarcasmo en sus palabras y Lilah hizo todo para contenerse y mantener su cabeza firme —Yo no miento. —Ah, ¿no? Y si llamo a la señora Clare ¿Cree que me dará alguna información diferente? ¿O no? Ella sintió su corazón latir de prisa, esa mujer la odiaba, y permaneció en silencio, cuando miró a Zack él tenía una sonrisa burlona en su cara —Está bien, señorita Lilah, aceptaré que Industrias Clare sea su pasado, pero de ahora en adelante, debe saber muy bien, en Reagan Style queremos a mujeres decentes —aseveró con firmeza Lilah se levantó de inmediato, como si hubiesen tocado un punto vulnerable, una herida sangrante que la hizo atacar —¡Yo soy una mujer decente! Tenga cuidado con sus palabras, señor Reagan, no permitiré sus ofensas. Esas palabras y su actitud casi bestial lo sorprendió, no lo esperaba y alzó las cejas evidenciando su perplejidad, luego esbozó una sonrisa tan cínica, se acercó unos pasos a ella, y la miró bien; su cabello se había vuelto largo, ya no llevaba ese flequillo, y las ligeras pecas que estaban en su rostro blanco aquel día, ya no estaban, sus ojos seguían siendo grandes y brillantes, su piel tersa, ese cuerpo esbelto, no tuvo reparo en mirarla de una forma sensual y lascivia, ella sintió que un escalofrío la enfriaba, aguantó esa mirada sin inmutarse, Zack mordió su labio inferior, de una forma casi sugerente —¿Está segura de su decencia? Ella arrugó su gesto con rabia, sus ojos casi lanzaban chispas de odio, y disfrutó tanto verla así, descontrolada, Zack se sintió emocional, deseó poder tomarla entre sus brazos, besar los labios por los que había soñado tantas noches, quiso tocar su piel, hacerla suya como esa noche, sintió que su cuerpo estaba caliente, que su m*****o latía tan fuerte, evidenciando su erección —Tan segura estoy de mi decencia, como usted está seguro de su hombría. Zack se quedó helado, con ojos bien abiertos y la vio caminar lejos de ahí —¿A dónde cree que va? —exclamó al verla marcharse—. La reunión no ha terminado para mí. —¿Ha visto su reloj? Son las seis de la tarde, señor Reagan, la reunión no terminó para usted, pero, para mí, sí. Ella siguió su camino, dejándolo perplejo, pero una sonrisa envolvió su rostro y se echó a reír cuando la puerta se cerró, nadie se había comportado así con él en años, solo su abuela era tan cruel e infame, y ahora esa mujer también, debía ser ella «¿Pero, Hanna…?» una duda lo enloqueció, tomó de inmediato su portafolio y salió —Zack ¿Te vas? —preguntó Ernest —Nos vemos mañana —dijo y salió a toda prisa. Lilah caminó de prisa, se sentía frustrada, subió al subterráneo, y después caminó por unas calles, decidió seguir el camino hasta el cementerio, no pudo evitar que sus pasos la dirigieran a ese lugar, quizás se veía tan triste, solo pudo entrar un momento, miró la tumba de Eric, su pequeño hermano, las lágrimas cayeron por su rostro, su corazón se sintió tan pesado como su conciencia —Eric, hermanito, nunca quise… no quise ser esa mujer en esa noche, juro que no tuve opción, lo juro, ¿De qué valió? Ahora no estás aquí, y yo hubiera dado todo por ti, si estuvieras aquí… —se arrodilló mientras rompía en llanto, sintiéndose desamparada como hace años.
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