Lilah sentía el viento mover su cabello, estaba por llegar a la estación, estaba a diez minutos de que se le hiciera tarde, caminaba de prisa, se detuvo cuando miró esa imponente figura, era tan notable, que cada persona que pasaba frente a él, en su mayoría mujeres, se giraban a verlo, una y otra vez, pero él jamás les dirigió ninguna mirada, parecía tan ensimismado en sus pensamientos que de pronto, ella deseó saber que pensaba. Se acercó y de inmediato él sintió su presencia la miró con ojos muy intrigados, capturar toda su atención en un solo instante le dio algo de temor
—Buenas tarde, señor Reagan.
—Hola, Lilah, eres puntual —dijo y ella sonrió ligera, eso no era un cumplido, pero si había un premio a la puntualidad, ella creyó que sería de Zack—. Entonces planeas que subamos al su
