El sonido incesante del móvil de Zack resonó, haciendo que se alejaran —Lo siento —dijo recuperando el aliento —No importa —Lilah miró la hora, iban a dar las ocho de la noche, cuando escuchó a Zack preocupado —¡Voy para allá! —sentenció, miró a Lilah y ella estaba abrumada—. ¡Mi abuela se ha puesto mal! —¿Puedo ir contigo? —dijo al mirarlo preocupado Zack estaba sorprendido —Sí —dijo de inmediato, él tomó su mano y caminaron de prisa para irse en un taxi. Llegaron a la casa de la abuela en Manhattan, la empleada los recibió y mientras Zack subió a la habitación, Lilah permaneció en el salón, esperando. Pronto una mujer de algunos sesenta años entró, era muy elegante y la miró bien, Lilah se levantó para saludarla y sintió la mirada de la mujer, sobre toda su figura, como si quisi