La voz del señor Rossi retumbó en el camarote, Gianfranco y Marypaz abrieron sus ojos, sobresaltados, seguían abrazados, hasta que de golpe el joven Rossi se separó de la chica. —¿Qué significa esto? —cuestionó resoplando Franco, los observó a los dos con el ceño fruncido—, no me salgan con el mismo cuento que todo fue un accidente, ya no les creo nada. —Alzó la voz, agitó los brazos. —Papá. —Gianfranco se aclaró la garganta—, en verdad no es lo que piensas, no ha pasado nada entre la señorita Duque y yo. —Por favor —bufó Franco—, ¿crees que nací ayer? —Bien dicen, el ladrón juzga por su condición —intervino Marypaz, y miró a Franco a los ojos—, vea señor don o… Franco, en primer lugar, no tendríamos que darle explicaciones, no somos menores de edad, tenemos la edad suficiente para