Marypaz sintió que el piso del yate tembló bajo sus pies, el corazón le empezó a latir desaforado cuando sintió los labios de Gianfranco sobre los suyos, estuvo a punto de sucumbir, él se había convertido en uno de sus mayores anhelos, a pesar de que era algo prohibido, y que quizás no le quedaba mucho tiempo para cumplir su sueño de conocer el verdadero amor, sin embargo, a pesar de todo, reaccionó, con delicadeza colocó sus manos en el fuerte pecho de él, y se separó. —No —expuso y lo miró con ternura—. Esto no es una simple locura, tú tienes novia, y no me gusta ser la segunda, ni que jueguen con mis sentimientos, lo lamento. —Lo miró a los ojos, se reflejó en la profunda mirada llena de desconcierto de Gianfranco, y se alejó caminó en dirección a la proa, se recargó en un barandal, y