Las mejillas de Gianfranco estaban rojas, las risas de su hermano y Marypaz resonaban en sus oídos. —Claro que no, no acostumbro a espiar a nadie… Beto apenas lo vio, se le fue encima, con sus patas delanteras lo lanzó al piso, el hocico del animal estaba sobre el rostro de Franco, el perro le ladraba y gruñía. —Quítate maldito animal, aléjate de mí. —Se cubría con el antebrazo, un posible ataque del perro, intentaba luchar contra Betito. Marypaz y Gianluca en vez de ayudarlo reían sin parar, y entonces Martina subió a dejar a la duquesa, la perra al escuchar los gritos de su amo pidiendo ayuda, fue corriendo y ladrando, a defenderlo. La duquesa entró desaforada, le gruñó a Betito, el perro al verla dejó de gruñirle a Gianfranco, se bajó del cuerpo del hombre y corrió a refugiarse