Un profundo silencio se escuchó al otro lado de la línea. En Colombia, Christopher sintió que el pecho se le cerraba, percibió un ardor que casi no lo dejaba respirar, la impotencia de no poder hacer nada por su hermana, le carcomía el alma. —Está bien, no diré nada —expresó con voz trémula—, pero si te vuelves a sentir mal, yo mismo iré a traerte de regreso. ¿Quedó claro? Marypaz suspiró profundo, una amplia sonrisa dibujó sus labios. —Gracias hermanito, prometo que tomaré todas las medicinas y seguiré tus recomendaciones, te amo. —Y yo a ti princesa, por favor cuídate. **** Gianfranco cuando regresó a la alcoba se quedó intranquilo por el estado de salud de Marypaz, por un momento se olvidó de las rencillas personales que tenía con aquella chiquilla irreverente. «Conde de vin