Gianfranco irguió la barbilla, miró a los ojos a Marypaz, y se aclaró la garganta. —Así es, tengo novia y me voy a casar con ella. Marypaz sintió como si le clavaran una estaca en el pecho, sin embargo, ella no le iba a demostrar al engreído que tenía enfrente que la noticia le oprimió el corazón. —¿Te quedaste callado? ¡Eres un imbécil! —lo empujó, agarró del brazo a Gianluca, lo jaló, y antes de abandonar el salón, volteó y miró a Gianfranco con esa expresión en los ojos amenazante—, pobre de tu novia, porque ayer estabas decidido a que te diera un revolcón, eso no es amor, cuando ama en verdad a alguien, es fiel. No le dio tiempo a Gianfranco de rebatir, salió de la casa del brazo de Gianluca. Gianfranco Rossi se quedó estático, separó los labios. «Cuando uno ama de verdad es f