—¿Qué haces aquí? —cuestionó Gianfranco, frunciendo el ceño, siempre a la defensiva. —No sabía que ahora tengo que sacar cita para entrar a la alcoba de mi hermano —rebatió Georgina, lo observó con seriedad—, responde, ¿por qué intentaste retenerla, y la encerraste? ¿te has vuelto loco? Gianfranco sobó su frente, soltó un resoplido. —Yo jamás me he metido en tu vida privada, no he cuestionado tus decisiones, respeta la mía. Georgina soltó un resoplido, apretó los puños. —Te recuerdo que ella es la prima de tu cuñado Joaquín, y también del padre de mi bebé, no nos vayas a meter en problemas a Gianna y a mí con la familia Duque, por tus caprichos de niño insolente —recriminó respirando agitada, colocó su mano en la cintura—. Marypaz es una persona muy especial, así que ni se te ocur