En el interior del auto, Marypaz se aclaró la garganta, volteó y miró a Leonardo. —Quiero pedirte disculpas por lo del beso, no se me ocurrió nada más, no deseo que Gianfranco tenga problemas con su novia por mi culpa, tú sabes cómo la gente especula. —Mordió su labio inferior. Leonardo se reflejó en la azulada mirada de Marypaz. —Tranquila, aunque para mí es un honor ser tu novio, así sea de mentira —expresó con sinceridad, ladeó los labios—, quiero saber algo: ¿Sucede algo más entre Gianfranco y tú? ¿Son ciertas las especulaciones? —inquirió y la miró con atención. Marypaz no conocía bien a Leonardo, así que no podía confiar en él, al menos no hasta tratarlo más. —No, no pasa nada, es más nos odiamos —recalcó—, parece que el señor Rossi tiene algo en contra de la gente extranje