Franco se quedó en silencio, miró a la joven colombiana con admiración, parecía alocada, irreverente, pero se veía bien profesional en su trabajo, le agradó que hablara de la ética, hoy en día era difícil encontrarse con personas así, y sobre todo apasionadas en su trabajo. Sin embargo, el señor Rossi por estar atento a la charla con Marypaz, dejó de mirar el computador, y por ende las cámaras, ni él, ni la chica se dieron cuenta que Gianfranco escuchó su charla. El joven Rossi se quedó pensativo. «Gianfranco un día manejarás mis negocios, pondré todo mi imperio a tu nombre, porque debemos ser conscientes que mi hija Ludovica no tiene capacidad para hacerlo, pero recuerda que un hombre de negocios debe ser implacable, duro, no puedes mostrar debilidad» Recordó las palabras de su futu