Ambos jóvenes se sobresaltaron al escuchar esa voz familiar para ambos. Gianfranco palideció, se puso de pie y ayudó a Marypaz a hacer lo mismo. —No es lo que piensas mamá —expresó con firmeza. Susan observó con profunda seriedad a su hijo, y luego miró a su invitada, a ella no la contempló de la misma manera, con ella le cambió el tinte de la mirada, a uno más suave. —Marypaz, te anda buscando mi marido. —Ah, claro —contestó ella, sacudió las hierbas que quedaron impregnadas en su ropa, agarró de la correa a Betito y se alejó del lugar. —Yo… debo ir a ducharme, tengo una reunión importante en la oficina —comunicó Gianfranco, se notaba nervioso, enredaba sus dedos en su cabello. —¿Qué está pasando entre Marypaz y tú? —cuestionó Susan, clavó sus ojos en los azules de su hijo, a