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2875 Words
Me desperté por la luz que entraba, era magnifico ver el bosque a través del ventanal de su habitación, el día estaba nublado al igual que ayer y las gotas de lluvias golpeaban suavemente el cristal. El clima del Seattle siempre fue húmedo y lluvioso, se apreciaba mucho los días en que había sol que dejaban que uno se metiese en la pileta. Los brazos de Geor estaban alrededor de mi cuerpo formando un abrazo, sonreí un poco al imaginar lo entumecida que debía estar su mano a causa de mi cabeza, estábamos completamente desnudos y enredados, no era malo despertar así con él. Por el contrario, tenía la leve sensación de estar en casa en estos momentos. Me removí con cuidado de su agarre y busqué una de sus remeras en los cajones de la cómoda que había cerca. Era la primera vez que estaba en su casa y sobre todo en su recamara, todo en este lugar era minimalista, no había muchos muebles y apenas estaba adornadas con algunas fotos por distintos sectores de la casa.  El piso era oscuro al igual que el del baño, las paredes blancas y los muebles de madera. Observé la puerta que estaba al lado del baño y descubrí que era un cambiador. Baje las escaleras mientras observaba todo, los detalles de los escalones y los cuadros en las paredes, algunas fotos familiares descansaban en un rincón. Sonreí al ver fotos suyas con mi familia, en varias salía solo Oliver, y dos de ellas también aparecía yo. Encontré mi bolsa cerca del sofá y mi celular en la mesita ratonera. Sonreí al recordar mi baile de anoche y la forma en que lo hice gemir mi nombre en varias oportunidades.   -         Hola – camine a la cocina mientras Molly aparecía en la pantalla de mi teléfono. -         Hola amiga – sonreí y ella subió una ceja. -         Estas extrañamente radiante el día de hoy. – con Molly hablábamos a diario durante horas. Incluso hacíamos videos llamadas todos los sábados en la mañana sin falta. -         Es que pase una noche magnifica – prendí la pava y ella se acomodó. -         Parece que el chisme va a estar bueno, necesito café o té está bien – pensé un rato. -         Yo tomare un té, porque no tomas uno y fingimos que estamos en el mismo lugar – mi voz se cargó de nostalgia. -         Entonces será un té – se movió un poco hasta quedar en el desayunador de su cocina. – Solo dime que no fue con Bruno. – su cara me dio gracia y negué con mi cabeza. -         Para nada – coloque el saquito de té y busque un soporte para mi teléfono – Estoy en casa de George – soltó un pequeño grito. -         Al final lo hiciste – asentí y ella volvió a gritar – Y cuéntame ¿Cómo fue? ¿La tiene grande? ¿Disfrutaste? ¿Aplicaste los trucos que charlamos?   Comencé a reír a causa de todas sus preguntas, al parecer ella estaba más emocionada que yo con esta situación. Molly odia a Bruno, no solo por lo que paso entre nosotros, lo odia desde mucho antes, cuando veía como era yo y sus tratos hacia mí, eso había causado que Molly lo tratara de forma horrible cada vez que venía. -         Fue increíble Mo, lo disfrute muchísimos, es toda una maquina s****l, su tamaño es descomunal y me trato como si fuera algo sumamente valioso… -         Eres sumamente valiosa Em – suspiro – Así debía ser tu primera vez, no ebria con un idiota que se le para solo porque tiene p**o – espeto furiosa. -         Bueno, pero no hablemos del idiota, estoy feliz amiga, no me siento mal por lo que hice – suspiré – Aunque me preocupa Oliver y mi padre. -         Los señores celosos – comento jocosa – Creo que ya puedes elegir y si, puede que George sea mayor que tú y bueno… que tenga mala reputación, pero es tu vida y si él se comporta contigo, no deberían preocuparse – sopese sus palabras. -         Puede que tengas razón, pero igual no sé cómo reaccionen – suspire – Además no quiero causarle problemas a él, yo no sé qué es lo que quiero y puedo joderle la vida solo por mis caprichos. -         Creo que, si lo sabes, pero no lo admites – la mire confundida. -         ¿Qué quieres decir? – negó con su cabeza. -         Esas son cosas que debes ver por ti misma Em… Pero te diré solo una cosa, durante años te aferraste a un amor no correspondido, un amor escaso y poco demostrativo, quisiste, consentiste y cuidaste a alguien que solo te trajo lágrimas y tristeza. Ahora tienes la posibilidad de ser feliz, entonces… ¿Qué esperas? -         ¿Cuándo se invirtieron los roles? – la mire divertida esperando su respuesta. -         Cuando me diste tus super charlas épicas de dos horas y media, con respecto a Oliver. – suspiro -         ¿Le dirás que lo amas? -         No lo sé Em, ha pasado mucho tiempo y la verdad es que yo sola lo aleje, estoy jodida y rota amiga, no creo que pueda darle lo que se merece. O no de una forma sana. -         ¿Algún día me contaras qué fue lo que te paso? – el rostro de Molly cambio a duda para luego negar. -         No creo estar lista Emily, pero algún día lo hare – hicimos una mueca – Ahora dime ¿Cómo es el famoso George Pride? – suspire. -         Alto, pelo castaños oscuro, unos ojos marrones profundos, lleva barba bien recortada sobre su rostro – mordí mi labio – Ah… el cuerpo, por dios Molly, deberías ver su cuerpo desnudo es un dios griego… -         Ya lo estoy viendo – no entendí y la miré.   Observé a mi amiga mover su rostro y abrir los ojos, fruncí mi seño tratando de entender que pasaba y porque actuaba tan raro hasta que decidió señalarme con el dedo y golpear su frente. Gire mi cabeza para encontrarme con George en bóxer parado justo detrás de mi espalda, sus brazos estaban cruzados sobre su pecho y sus dientes blancos brillaban gracias a la sonrisa que traía. -         Todo un dios griego – comento burlón y rodé los ojos. -         Molly, él es George… George ella es Molly – señale la pantalla y sonrieron. -         La famosa Molly – su boca soltó esa frase llenando de confusión a mi amiga. -         ¿Soy famosa? – pregunto llena de dudas. -         Claro que lo eres, Oliver me ha hablado mucho de ti y de cuanto te extraña, incluso tiene una foto de ustedes en su oficina, aunque debo reconocer que has cambiado mucho – sonreí mientras abría mi boca en una gran “O”. -         Vaya – fueron las únicas palabras que soltó mi amiga. -         Bueno Molly, yo te conté un secreto, ahora tú me guardas el mío – le guiño un ojo y beso mi cabeza – Espero conocerte pronto en persona. -         De hecho… la conocerás – sonreí maliciosamente – Viene para mi desfile. -         O no… tiene esa cara – mi amiga me miro y luego miro a mi chico – Esa cara que ves ahí, no significa nada bueno – cruce mis brazos y la mire feo. -         ¿Por qué todos dicen lo mismo? – me queje fingiendo molestia. -         Porque a todos nos has metido en problemas gracias a esa cara. – refuto seria. -         Solo fueron cinco horas Molly, cinco malditas horas en la cárcel y ya haces un escándalo – levante las manos al aire y George río. -         Deben comentarme cómo fue qué paso eso – se lo veía divertido – Pero ahora… me llevare a tu amiga conmigo – me abrazo por la cintura. -         Claro, claro – observe como Molly le sonreía, ella jamás hacia eso con nadie, pero con Geor si – Vayan y diviértanse, quiero muchos sobrinos para malcriar.   No pude decirle nada porque corto la llamada entre carcajadas, giré para ver la reacción del hombre que estaba a mi lado, pero solo encontré una sonrisa en su rostro. Lo observe un momento hasta que coloco sus labios sobre los míos mientras susurraba un buenos días princesa. -         ¿Qué vamos a hacer hoy? – lo mire divertida cuando esas palabras abandonaron su boca. -         Podríamos ver una peli, comer un poco, coger desenfrenadamente o dormir – conteste de forma natural como si del pronostico del tiempo se tratará. -         Me parece un buen plan – tomo mi mano y tiro de ella – Pero primero nos vamos a cambiar y vamos a ir a desayunar. -         Espera – se frenó y me miro – Mi bolso con la ropa está en el auto – señale la puerta. -         Bueno, entonces vamos arriba, me cambio y busco tu bolso.   Lo acompañe con una sonrisa tonta en mi rostro, tal como dijo se cambió frente a mis ojos y abandono la habitación para buscar mis partencias, pero antes de todo eso volvió a dejar un beso en mis labios. Cuando había pasado cuarenta minutos estábamos estacionando frente a lo que parecía una cabaña en el medio de la ruta.   -         A este lugar venimos con mi madre cuando está de visita – me comenta cuando me ve observando curiosa – Según ella, hacen las mejores tortas de todo Seattle y vaya que ha probado muchas. -         Es hermoso – le sonreí y me devolvió la mirada.     Bajo del auto y lo rodeo para luego abrirme y ayudarme a bajar, no era como si necesitara ayuda, pero ese pequeño detalle me hizo flipar de felicidad. George era todo un caballero a pesar de la fama que el mismo se había autoproclamado, según él prefería ser honesto a parecer un hipócritas frente a los demás. Tomo mi mano y caminamos al lugar el silencio, el diseño era rustico y bastante hogareño, toda la madera estaba pintada de un marrón oscuro, sobre su parte delantera descansaba un cartel enorme con la frase “l'angolo familiare”. -         ¿Cómo se llama? – mis ojos seguían en las letras. -         El rincón de la familia, los dueños son unos italianos que llegaron aquí hace unos treinta años, luego sus hijos siguieron con el negocio. – me abrió la puerta para que pasara – El señor falleció hace algunos años, pero la mujer aún vive, es aquella señora de allá – me señalo con el mentón a una anciana que estaba en la caja. Su pelo era blanco como la nieve y sus ojos azules como el mar, tenía varias arrugas en su rostro, pero se veía completamente feliz. Su sonrisa no solo estaba en su boca, sino también en aquellos ojos que ahora nos observaban dándonos la bienvenida desde las distancia.   -         Bienvenidos a l'angolo familiare – una muchacha de pelo castaño y ojos marrones nos saludó con una gran sonrisa, aunque centro su atención completamente en él – George, que lindo verte nuevamente – revoloteo las pestañas. -         María – asintió con la cabeza – Necesito una mesa para dos – su mano rodeo mi cintura y me acerco a su cuerpo. -         Claro – el rostro de la muchacha cambio un poco, pero se recompuso rápido – Síganme por aquí.   Nos guio entre las mesas hasta llegar a una frente a una gran ventana que daba a la parte trasera de la cabaña, el interior del lugar era todo rustico y con maderas. El olor a chocolate y panadería llenaban mis fosas nasales haciendo que mi estomago se quejara por la falta de alimento.   -         Es bellísimo – observe todo – Es chica se ha desilusionado con tu falta de interés – espere a ver su reacción, pero no se inmuto con mis palabras. -         Creo que sobrevivirá – le restó importancia – Además como mujer debería saber que esas cosas no se hacen delante de otra – abrí mi boca para decir algo, pero la volví a cerrar.   Él tenía razón, como mujer una no debería hacerle eso a otra, ni siquiera un hombre a otro hombre, se supone que todos vamos para el mismo lado y queremos los mismo respetos, pero que él lo diga me ha dejado más helada que nunca. -         Decidieron que desean ordenar – María esta vez me miro a mí en vez de Geor. -         Yo quiero un chocolate y un cheesecake – le pase la carta y espere que mi acompañante decida. -         Un café y la tarta de manzana – la chica asintió y nos dejó solos. -         Creo que no conozco mucho sobre ti George – jugué con mis dedos. -         No han mucho, crecí en Grecia, mi familia era muy pobre, apenas teníamos para comer – lo miré – Mi padre trabaja a diario durante horas, pero no vivíamos bien, quise trabajar cuando era chico, pero ellos se negaron. – suspiro – Asique decidí que sería el mejor en la escuela, al menos así se sentirían orgullos de mí, saque las mejores calificaciones durante todos los años, hasta que gane una beca para estudiar programación, la acepte y me vine aquí. -         Y luego – sonrió. -         Conocí a tu hermano, conseguí un trabajo de medio tiempo, gane dinero y comencé a ayudar a mis padres, me especialice en otras áreas y logre ser el mejor en cada una de ellas – golpeo la mesa con sus dedos mientras nos servían el desayuno – Después Oliver me conto sobre su plan, le mostré otras opciones e ideas que podía llevar acaba y él me hizo su socio – suspiro – Tu hermano fue la luz dentro de tanta oscuridad que tenía mi vida. -         Oliver es el mejor – asintió - ¿Por qué nunca formaste pareja? -         Formé pareja, estuve muy enamorado hace algún tiempo – sus ojos buscaron los míos – En aquella época creía en el amor verdadero, lo di todo por esa relación, hasta que se enteró que venía de una familia pobre y termino conmigo. -         Eso es una estupidez – no podía creer lo que sus labios pronunciaban – ¿Te dejo por tus orígenes? -         Para muchas personas eso es importante – subió sus hombros – Cuando lo único que conoces son viajes, heladeras llenas y joyas, lo único que importa es eso. -         Eso son puras mierdas – carcajeo por mi brusquedad – Mi padre siempre ha tenido plata y jamás ha sido así, por el contrario – lo mire – Creo que el problema no recae en lo que uno tiene sino en lo que te enseñan. -         Ustedes son seres maravillosos – junte mis cejas. -         ¿Es sarcasmo? – negó. -         Para nada, lo digo enserio, jamás conocí una familia como la tuya. – comió un poco de su tarta – Cuando conocí a tu hermano me costo horrores llegar a él, hasta que entendí su mente, desde ese momento fuimos inseparables. Él me conto sobre su familia y una pequeña niña llamada Molly, y yo sobre mi vida llena de carencias y alegrías. – sus ojos se aguaron – Una semana después me avisaron que mi carrera estaba completamente pagada. -         ¿Quién lo hizo? – solté un gemido bajo cuando probé mi torta y el rio. -         Oliver, Oliver me p**o la carrera Em – suspiro – Es por eso que no puedo llevar algo secreto contigo, es mi hermano y yo le debo todo – su voz termino en un susurro. -         ¿Me estás diciendo que quieres que dejemos acá?   Por alguna razón sus palabras me dolían más de la cuenta, es que acaso él no sintió lo mismo que yo anoche, no vio la forma en que conectamos el uno con el otro. Trague con dificultad y mire para otro lado para evitar que las lágrimas cayeran. -         No – acaricio mi mano – Por alguna extraña razón no quiero dejarlo, no creo poder hacerlo tampoco, solo no quiero que seas un secreto. Quiero poder besarte sin sentir que traicione la confianza de mi amigo o que le falte el respeto a tu padre, quiero que sea enserio ante todos. Sus palabras me cayeron con un balde de agua fría, me estaba planteando una relación cuando recién me estaba metiendo en este baile caótico que yo misma había provocado por mero capricho.   -         Recién estamos saliendo, no te parece muy apresurado – suspire y mire la mesa. -         Lo sé, pero no se como hacer que esto no se vea mal delante de sus ojos – paso las manos por su rostro con frustración. -         Hagamos una cosa – lo que estaba por decir era una locura, pero me negaba a perder lo que sea que tuviéramos – Veamos cómo nos llevamos, si pasamos los dos meses y queremos seguir con esto les diremos a mis padres y Oliver – sopeso mis palabras por tiempo y miro para afuera. -         Solo dos meses Emily – su aclaración me hizo tragar con dificultad. -         Solo dos meses – prometí.
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