3

3143 Words
Vuelvo a soltar un respiro frustrado, habían pasado tres días desde que nos vimos y ni siquiera me mandó un mensaje, no era mucho lo que pedía solo un maldito mensaje diciendo me interesa o no, no me interesa. Aunque sabía que yo le interesaba y mucho, solo no se iba a dejar llevar tan fácil. La situación lo complicaba todo, él tenía muchos contras y yo me negaba a ellos, puede que sea un poco caprichosa en estos momentos, pero quería probar cosas nuevas y otras opciones. Era el único hombre que me había atraído además de Bruno y a diferencia de este, él era maduro y responsable. Sabía lo que quería y como tratar con una mujer. Y si a todo eso le sumamos su experiencia podríamos decir que estaba ante una fuente de chocolate.   -         ¿Cómo van los preparativos? - observé los diseños casi listos - ¿Cuántos más faltan? - repasé la sala y conté. -         Solo la mitad - asentí y caminé hacia uno de ellos - Deberíamos probar algunos encajes en conjunto con palazos de seda. -         Es una buena opción - Paul miraba el conjunto que acaba de armar - Se me ocurrió estos modelos de vestidos.   Observé los bocetos, eran increíbles, había diseños de verano, invierno y media estación. Paul era el mejor en esta área, su imaginación viajaba por todas las épocas creando diseños únicos y de vanguardia.   -         Están geniales – bese su mejilla - Iré a ver los vestidos de alta costura - informe - Quiero que los hagas todos Paul, están increíbles - bese su mejilla otra vez - Hoy invito el almuerzo. -         Dale, a la una te busco. – movió su mano y me aleje.   Llegue al sector de Adriano y respire tres veces, el italiano y yo no teníamos la mejor relación, pero él era muy bueno en lo suyo. Nuestro problema recaía en que él solo quería hacer trabajos para un tipo de clase social y yo… yo quería que todas pudiéramos sentirnos únicas.   -         Buenos días - los ayudantes pararon y me saludaron – Adriano. -         Ciao bella – beso mis mejillas – Bella ragazza – volvió al vestido de novia – Que trae por aquí a la señorita Emily.   Su cabello rubio estaba perfectamente engominado, sus ojos verdes miraban meticulosamente el diseño, era alto, delgado y siempre vestía con colores extravagantes. -         Quería ver como marcha todo y comentarte cómo será el desfile – me senté en un taburete y una chica me trajo un café – Gracias, ¿Tu nombre? -         Soy Alessa, señorita Hamilton – sonreí -         Solo Emily – se despidió y nos dejó solos. -         Si tratas a tus empleados como un igual, te pasaran por encima. – lo mire -         Tu eres mi empleado Adriano, yo te contrate y te trato igual que a todos los demás – cruce mis piernas – La razón por lo que nunca va a pasar lo que dices es muy simple, yo los respeto y los trato como los seres humanos que son, no como sirvientes y ellos valoran eso. -         Señorita Hamilton – levante la mano. -         Te quería informar que cerraras el desfile con los vestidos de novia, antes de eso tienes que pasar algunos de gala – deje la taza – Lia Wilson será una de tus modelos, creo que tiene todo para la ocasión. -         ¿Puedo conocerla? – asentí. -         Alessa – la chica me miro – Podrías por favor pedirle a Lia que entre, está afuera.   Observe a Alessa un rato mientras iba y venía, su estatura era buena, sus piernas bien formadas, su cabello largo y rojo. Sus ojos eran color miel y su boca fina, tenía las cualidades para hacer de modelo.  Lia apareció a su lado con un jean y una blusa, su atuendo era sencillo, pero todo en ella desprendía seducción. Su cabello rubio caía en una cascadas de bucles que solo aparecían desde la mitad de su pelo para abajo, sus ojos turquesas brillaban como el mismísimo océano, su piel blanca carecía de poros o marcas. Sus labios tenían la medida justa entre finos y gruesos. Su cuerpo ya era otra cosa, senos y glúteos perfectos.   -         Hola, buenos días – mire a Adriano que permanecía con la boca abierta. -         Ella es nuestra nueva modelo estrella – me levanté – Lia, él es Adriano, Adriano ella es Lia – sonreí – Los dejo para que se conozcan, tomen tus medidas y luego haces todo lo que te explico Clarisa. -         Gracias señorita… - la mire un segundo – Emily. -         No hay que agradecer… - gire sobre mis pies – Le recomiendo que la haga sentir a gusto Adriano. -         No se preocupe señorita Hamilton, esta ragazza es, molto bella. -         Nos vemos.   Baje al sector de lencería y encaje, donde se encontraba la hermosa Sofí, una de mis amigas y mi gran confidente, ella entro aquí hace algunos años, tenía la misma edad que Molly y era la mejor en lo que esto se refiere, sus diseños eran únicos y hacían sentir a cada mujer muy bella.   -         Amiga – la abrace con fuerza - ¿Cómo está la persona más linda de toda la empresa? -         Ahora que quieres Em – giro los ojos y reí. -         Quiero ir a buscarlo y necesito uno de tus diseños – mordí mi labio – El mejor de todos. -         Podrías buscarlo y charlar – mueve la mano – No, pero la señorita quiero que le den duro contra la pared – ríe. -         Sofia, Shh – reímos – Vamos, tú sabes que si no lo motivo no me prestara atención y quiero por una vez en mi vida hacer lo que quiero, espere tanto tiempo poder sentirme atraída por alguien más que no sea Bruno y lo encontré… -         Ya, ya – se levanta y va a uno de los cajones – Deja el discursos, toda sabemos lo que pasa con Bruno y lo idiota que eres por esperarlo, no es necesario que lo recuerdes. -         Oye – me lleve la mano al pecho – Eso me dolió. -         La verdad duele amiga – me estiro las telas – n***o o Blanco, tú decides, pero yo me podría el n***o un jean tiro alto, unos buenos tacos y alguna campera que lo cubra, total está lloviendo.   Observo ambos modelos, uno es más transparente que el otro, pero ambos son super sexys, tanto que creo que lograría mi cometido sin ningún problema, ahora solo tenía que lograr encontrar su dirección y sabia a la perfección como lograrlo. Sonreí y Sofí me miro. -         Dios… tienes esa cara – se paró – No puedes poner esa cara, eso es malo. -         ¿Qué cara? – no entendía   -         La cara que pones cuando se te ocurre algo realmente bueno o malo, en tu caso son las dos cosas, la última vez casi nos llevan presas Emily. -         Oh vamos…. Todos dicen lo mismo – giro los ojos – No nos llevaron presa Sofia, solo fue una multa y una advertencia. -         Vomitaste a un oficial y le ofreciste sexo a cambio de que no te llevara – cruzo los brazos. -         Es que estaba muy bueno – recordé al muchacho de la otra vez – Te conté que va a mí mismo gimnasio. -         Me estas jodiendo – se volvió a sentar – Ya te hablo. -         No, para nada – mire la hora – Yo iba de salida y el entrando, tenía puesta una gorra y lentes, asique dudo que me pudiera reconocer, pero madre santa…. Esta como quiere. -         Eres una babosa – golpea mi hombro. -         Los ojos están para usarse amiga – pegue un saltito – Vamos a almorzar con Paul, yo invito.   Le mande un mensaje a mi amigo y lo esperamos en la entrada, no sin antes pedirle que me trajera uno de nuestros diseños. Si era lo suficientemente astuta, cosa que, si era, conseguiría todo lo necesario para llevar a cabo mi pequeño plan. -         ¿Me quieres decir para quien es esto? – me entrego la bolsa bien arreglada. -         Si todo sale bien, mañana mismo les cuento todo. -         Mañana es sábado genio – hice un puchero. -         Gracias por recordármelo – los tome de los brazos – Y ya que me lo recordaste, déjame decirte que, si todo me sale bien, tendrás que decir que estaré en tu casa todo el fin de semana. -         ¿Qué estas planeando Em? – le sonreí a Paul. -         Conquistar amigo, planeo conquistar a un pequeño amigo. -         ¿Quién es? – saqué el celular y le mostré una foto. – Por todos los santos, ese hombre es bellísimo. -         Si que lo es – afirma mi amiga – Y la rechazo – la miro mal. -         ¿Es gay? Porque si lo es, me lo presentas. -         No, no lo es. Además, tienes novio – subió sus hombros – Y tampoco me rechazo, solo ignoro mi propuesta. -         ¿Qué propuesta? -sonreí. -         Aquí la niña, le propuso ser follamigos y él no contesto – mi amiga volvió a hablar – Ahora se lleva lencería erótica, un vestido para sobornar a alguien y planea alguna cosa rara. -         Como me conoces… - me miro orgullosa – Iré a su casa, con algunas prendas sugerentes y averiguare su dirección con este precioso vestido. -         Pareces una acosadora – mi amigo hablaba serio – Pero creo que haría lo mismo, pero espera un momento ¿tú no eras virgen? -         Uh Paul, prepárate para que te cuente que ha pasado en este año y semanas.   Nos sentamos a comer mientras le comentaba a Paul todo lo que hacía pasado en mi cumpleaños número dieciocho y como llegue a este punto. Hablamos durante horas, me ayudaron con el vestuario, el soborno y demás cosas. Para cuando eran las cinco estaba en mi casa, con la dirección en mi mano y unos nervios terribles. Me metí en la ducha, llene la bañera y vacié uno de los potecitos con olor a flores en el agua, un poco de burbujas y relajación, eso era todo lo que necesitaba para lo que se vendría. Hacia exactamente un año desde que no me acostaba con nadie. Y ya no quería eso. Trate por todos los medios olvidarme de los sucedido y tener una buena amistad con Bruno, trate de salir con ellos, pero cada vez que tomaba trataba de hablar conmigo y volver al pasado, pasado que no me interesa más. Le dedique dieciocho años de mi vida a amarlo, fueron tantas lágrimas y noches en velas, que ahora viviría mi vida.   -         Em… cariño – la voz de mi madre me hizo volver a la realidad – Nos iremos a Colorado con tu hermano y los chicos, quieres venir. -         No madre, pasare el fin de semana con Sofia y las chicas – grite. -         Bueno… puedes decirle que se queden aquí contigo o ve a su casa – suspira – No quiero que te quedes sola. -         No me quedare sola, seguro vuelvo cuando ustedes vuelvan – carraspee – ¿Oliver va con ustedes? -         Si, dice que necesita un respiro de la ciudad – sonrió – ¿Ahora si quieres ir? -         Me encantaría, pero ya quedé y han comprado las cosas.  – cerré mi puño e hice un pequeño festejo. -         Bueno, cualquier cosa que pase, Bruno estará en la ciudad, asique puedes decirle – maldije internamente. -         Bueno mamá – salí y abrí la puerta - ¿Cuándo se van? -         En una hora – abrí los ojos – Perdón por no decir antes, salió hoy y… -         Tranquila ma, ya no soy chica, puedo quedarme sola por dos días. – asintió – Por favor cuídense – la abrace – Nos vemos el domingo. -         Dale cariño, cualquier cosa nos llamas, usa tu auto y lleva siempre el celular con batería – asentí.   El cosmo estaba totalmente a mi favor, por primera vez en años todo se alineaba a mi favor y pensaba sacar provecho de ello, no podía simplemente dejarlo pasar, no tendría otra oportunidad. Seque mi pelo, maquille mi rostro suavemente, solo un poco en los ojos y el resto dejaría mi piel blanca. Me coloque le body, un jean tiro alto y una campera deportiva, al final habíamos decidido que iría de forma normal y lo dejaría sin habla cuando me desprendiera el abrigo, si me rechazaba otra vez, dejaría de insistir. Mis padres se despidieron mientras veía mi serie en la tele, se fueron tranquilos sin sospechar nada, cuando todo estuvo cerrado y los autos lejos, fui por mi bolso, algo de ropa para dos días, móvil, maquillaje, peine y bajé al auto. Fue cuando estuve en camino que se me paso por la cabeza que se podría haber ido a algún lugar por el fin de semana y en ese caso estaría haciendo mi viaje en vano. Su casa estaba apartada de la ciudad, por lo que tenía aproximadamente cuarenta minutos de viaje, coloque música y observe el GPS cada tanto, Nickelback sonaba por lo parlantes, golpee el volante con mis dedos, tararee su canción, me concentre en lo que haría, aunque en realidad no sabía qué hacer. La ruta estaba desierta, los árboles llenos de verde como de costumbre, el roció comenzaba a caer sobre el césped y el atardecer teñía todo de naranja y amarillo. Mis manos comenzaron a sudar cuando solo quedaban dos kilómetros para mi destino, gire donde se me indico y quede completamente alucinada. Vivía entre medio del bosque, la casa era moderna y contenía amplios ventanales, el camino de la entrada estaba rodeado de flores silvestre, apagué el vehículo y salí, mis ojos viajaron por el lugar, se escuchaba el río cerca de aquí, el olor a pasto húmedo inundaba el ambiente, la entrada tenía un pequeño descanso de madera. Diferentes cactus y suculentas adornaban su alrededor. Subí los escalones dispuesta a golpear, pero la puerta se abrió.   -         ¿Qué haces aquí Emily?   Quise hablar, pero no pude, George estaba solo con un pantalón puesto, sus ojos me miraban firme mientras yo solo observaba su torso desnudo. Mierda, tal vez esta con una mujer y yo sobro.   -         Si estas con alguien puedo irme – señale el auto y suspire – Olvídalo, me iré, buenas noches. – giré y me dispuse a bajar. -         Será mejor que no pises ese escalón – frene mi paso y lo mire. -         ¿Por? -         Porque si lo haces, tendré que ir a buscarte, te cargare en mi hombro y terminare mojado – levante una ceja. -         Me gusta lo de cargar en el hombro – soltó una carcajada y se corrió. -         Vamos, entra que hace frio.   Su casa era una belleza, la pared trasera era toda de vidrio y daba al bosque, en su living un sillón enorme de color blanco y un televisor que de igual tamaño. El piso todo de madera, a mi derecha se encontraba la cocina, desde acá se observaba el piso n***o y los muebles grises con vidrios difusos.  A mi izquierda una escalera lleva al piso superior.   -         ¿Quieres algo de beber? -         Si por favor – lo seguí hasta el desayunador – No hablaste, no me respondiste. -         Emily, yo… yo no puedo hacerle esto a Oliver, es como mi hermano, no puedo decirle que me acuesto con su hermana sin compromiso, mucho menos ocultárselo – suspiro con pesadez – Lo que me pides, yo no puedo hacerlo, por más que quiera. – me levante y me acerque. -         Creo que te entiendo – sus ojos me miraron – No puedo obligarte a nada, asique me iré – bese nuevamente la comisura de sus labios y gire para irme.     Su mano tomo mi muñeca y tiro de ella, mi espalda termino en el refrigerador y su pecho sobre el mío, sus ojos me observaban con deseo, sentí mis piernas temblar cuando su boca rozo mi cuello, trate de tomar su nuca con mi mano, pero me sujeto ambas por encima de la cabeza, jadee cuando su ahora creciente erección se apoyó sobre mi vientre.   -         No tienes idea en lo que estas metiendo – susurro en mi oído – Y yo tampoco…   Su boca se apodero de la mía poco a poco, su lengua jugo con el borde de mi labio para luego morderlo lentamente, sujeto con una sola mano las mías y la otra la bajo para rozar mi pierna con delicadeza, arque mi espada cuando su boca abandono la mía y se dirigió a mi cuello para pasar su lengua y besar.   -         Tienes mucha ropa princesa – su voz ronca me erizo la piel. -         Sácamela – susurré y sentí como sonrió en mi cuello. -         Nada de eso – se apartó para mirarme – Tú te la sacaras para mí.   Le di mi mejor sonrisa sexy y me soltó, tome su mano y lleve hasta el sillón, en el camino tome mi celular de la mesada y busque la canción perfecta para la ocasión. George me miraba con deseo mientras lo empujaba suavemente hacia el sillón, coloque play y el sonido de Haven de Julia Michaels inundo el lugar, me aleje con pasos sexys hasta quedar frente a él. Solté mi cabello y lo moví dejándolo caer, mis caderas se movieron al ritmo de la música en un s****l movimiento, mis dedos fueron al cierre de mi campera y comenzaron a bajarlo mientras me movía, sus ojos se abrieron cuando mi piel blanca empezó a hacerse visible, el conjunto de encaje n***o dejaba expuesto mis pezones erectos. Tire la campera a un lado y me acerque hasta sillón, George no dejaba de mirarme, me senté a horcajadas sobre él y me moví despacio mientras pasaba mis manos por su pecho, trato de tomarme por las caderas, pero me aleje y camine otra vez lejos de él. Seguí bailando sexy y moviéndome al ritmo de la música, saque mis zapatillas, pantalón y solo quede en mi body.   -         Eres jodidamente sexy Emily – sonreí y volví a su encuentro.   Coloque una de mis piernas a su lado y la toque con las yemas de mis dedos, la canción ya terminaba y sabia como seria el final de este pequeño juego. Mi mano tomo su hombro y me pare frente a él dejando mi v****a a solo metros de su rostro, moví mis hombros y baje despacio como si de un meneo se tratará, hasta quedar con mi rostro frente a sus ojos cargados de lujuria.   -         Eres mi puta condena.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD