Josh
Estos días han sido un fastidio con Nilo, por mucho que he intentado disculparme y le he explicado de mil formas que no fue mi culpa que me encarcelaran no ha querido creerme, difícilmente me dirige la palabra y cuando está conmigo siento que tiene la cabeza en otro lado, pero sé que tiene que ver con la dichosa propuesta de Domenico la cual no ha querido contarme hasta ahora con detalle, aunque tampoco hay que ser un genio considerando que hizo mención de los votos.
Domenico fijó su vista en Nilo desde el primer momento en que lo vio, suele incluirlo en muchos proyectos importantes después de ver su determinación y compromiso, dos cosas que valora en demasía y que Nilo resalta a la perfección, pero él nunca ha querido tomar los votos y eso lo hemos tenido claro ambos, de hecho, si estamos en Roma fue por una tercera persona, pero ahora no sé qué hacer para quitarle esa idea a Nilo de la cabeza, pues si llegamos a tomar los votos eso implicaría que estaríamos juntos los próximos dos años y después él podría ser enviado a cualquier otra ciudad o país del mundo.
—Si tan solo no lo hubiéramos conocido… —murmuré para mí en lo que veía las nubes pasar.
Nilo y yo teníamos quince años y llevábamos un año de relación, hasta ese momento no habíamos tenido sexo, tan solo eran juegos y roces, entonces una noche cuando le insistí que fuéramos a una fiesta, terminé algo pasado de copas y él me llevó a su casa, nos quedamos dormidos en su cama y a la mañana siguiente cuando desperté encontrándolo a mi lado supe que no quería a nadie más conmigo, fue entonces que me dejé llevar por la emoción que me invadió llegando a saborear su cuerpo, él despertó siguiéndome el juego, pero antes de poder hacer más algo escuchamos la furiosa voz de su padre, nos separamos en el acto y este abrió la puerta, por suerte estábamos vestidos, pero eso no le impidió hacer un reclamo creyendo que teníamos sexo… aunque sí estábamos a punto de hacerlo.
La discusión terminó en muchos gritos, esa fue la primera vez que vi a Nilo tan exaltado y tras decirle que era una porquería como padre y por eso su madre había muerto y su hermano había preferido irse en vez de quedarse con ellos, él lo golpeó hasta que finalmente pude alejarlo de Nilo, también me llevé mis golpes, pero poco me importó al tener claro en que debía sacarlo cuanto antes.
Corrimos tan rápido como pudimos y después de varios minutos nos detuvimos a descansar, mas él comenzó a golpear la pared con una ira y frustración que llegó a preocuparme tras ver sus nudillos sangrar, lo peor era que no se detenía por mucho que se lo pidiera. Era tan extraño verlo de esa forma que por un instante tuve miedo, entonces las campanas de la iglesia comenzaron a sonar acompañadas de una voz que lo detuvo al instante. El sacerdote había salido, lo resguardó lento entre sus brazos y le dijo que todo estaría bien, siendo más que suficiente para que Nilo se aferrara a él soltando el dolor retenido.
Ese día se me quedó grabado porque comprendí que podía perderlo, porque me sentí un inútil al no poder darle lo que necesitaba y también porque esa misma mañana conocimos al hombre que cambió nuestras vidas para siempre, el padre Joan Monteiro.
Esa mañana él habló con nosotros, yo no me sentía seguro de contarle mi vida, pero sí me sorprendió que Nilo lo hiciera puesto que él era más cerrado con la gente que yo (y al día de hoy lo sigue siendo), pero ese día lo hizo, lloró bastante y Monteiro lo apoyó, también nos ofreció quedarnos un par de días hasta que todo se calmara, siendo en la noche el momento que escogí para hablar con él, sin embargo, no esperaba encontrarlo en su despacho flagelándose, no eran fuertes los azotes, pero la escena sí me impactó.
Al día de hoy no sé que ocurrió, pero aun cuando estaba impresionado por lo que veía, también me sentí atraído. Toqué la puerta excusándome en que quería hablar con él, Monteiro se había vestido y me dio el pase tratándome como si nada hubiera pasado, pero en medio de la conversación no pude contenerme más y le dije que lo había visto, así como también le dije que quería ser como él para convertirme en el apoyo que Nilo necesitaba.
—De saber que eso nos llevaría a una espiral, no le habría propuesto nada… —murmullé soltando un pesado respiro.
Fue irónico que yo pensara en tener su guía para ser el apoyo de Nilo y también para ser mejor en la cama mientras él pensaba en Monteiro como un guía de vida, como el maestro que necesitaba para conocer el mundo que acababa con su vitalidad día a día, pero este cruce de pensamientos nos hizo llegar a un acuerdo, el inicio de una relación entre los tres que duró año y medio donde aprendimos mucho de nosotros mismos, así como también llegó la “gran oportunidad” de tener un mejor futuro.
No lo negaré, me encanta vivir aquí con Nilo, tengo todo lo que necesito y no cargamos el mismo peso de antes, pero estos años se convirtiendo en una carga que él está resintiendo y quizás sea el motivo por el cual esté pensando en esa estúpida propuesta de Domenico.
—¿Por qué la cara larga? —preguntó Elio extendiéndome un cigarrillo.
Elio es una de las pocas personas a quien más me acerqué aquí, tenía la misma vibra que yo y pensaba que la vida era para disfrutarla y no para estar encerrado, motivo por el cual conflictuaba un poco con Nilo, pero hasta ahora no ha existido problemas entre los tres.
—Es Nilo, recibió una propuesta de Domenico y no sé qué pensar al respecto.
—¿Domenico? ¿Hablas de la beca?
—¿Cuál beca?
—Escuché que Domenico está reclutando a sus favoritos para unos estudios avanzados, pero según entendí, es como un concurso donde el mejor se irá con una beca y con ello entrará por las puertas del señor —dijo lo último haciendo un ademán religioso que me hizo reír. —Pero creí que Nilo no quería tomar los votos.
—¡Y no quiere!, pero no sé qué le dijo que ahora lo tiene tan pensativo en el tema.
—¿Y ya le preguntaste a tu amado?
—No seas idiota, si me hubiera dicho algo ya lo habría persuadido —se echó reír sin más acostándose a mi lado en la grama.
—Josh, ¿no has pensado que quizás sea buena idea? —lo miré confundido y a la vez con ganas de matarlo. —Enserio. Nilo y tú jamás llevaron la misma tónica, quizás este sea el camino para el cerebrito de biblioteca y el tuyo sea otro.
—Claro que no, hemos sido como hermanos desde hace años y lo sabes, él no me dejaría como si nada.
—Piénsalo, ya no son unos adolescentes y si en algo le daré la razón a Nilo por primera vez, es que es hora de ir pensando qué camino tomar, mientras tanto… —se colocó sobre mí quitándome el cigarrillo. —¿Qué te parece si nos vamos esta noche de fiesta?
—Olvídalo, hace unos días me metieron a la cárcel por tu culpa y Nilo casi me mata, ni siquiera ha querido hablarme.
—¡Mejor, no notará la diferencia! Vamos, nos divertimos y volvemos antes del amanecer.
—¿Solo un par de horas? —pregunté a sabiendas de que me soltaría el típico discurso para convencerme.
—Solo un par de horas —contestó perverso dando una calada, abrió mi boca y botó el humo el cual inhalé profundamente. —La vida es una sola y hay que aprovecharla.
—De acuerdo, pero si me meto en problemas tendrás que responderle a Nilo en mi nombre.
—Sí, sí, seré tu abogado, ahora vamos.
—No, espera.
—¿Ahora qué? Ya dijiste que sí.
—Lo sé, pero no quiero otro problema con Nilo, déjame al menos decirle dónde estaré o que venga con nosotros.
—No lo hará.
—Sí lo hará, ya lo verás.
Por un instante creí que le daría la razón, pero después de mucho rogarle pude llegar a la fiesta con Nilo quien, como siempre, rechazó las bebidas que le ofrecía, se le notaba aburrido aun cuando intentaba acoplarlo al ambiente bien sea hablando con otras personas o bailando, pero nada parecía funcionar.
—Josh, son las once y debo madrugar, tengo un compromiso mañana con el encargado de la biblioteca.
—Solo un rato más, diviértete, ve que jamás sales de esos muros.
—Debo irme.
—¡Hey! ¿Por qué las caras largas? —preguntó Elio ofreciéndonos unas cervezas. —Lo mejor de la fiesta está por comenzar y no querrás perdértelo, Nilo.
—De hecho, sí, tengo cosas qué hacer mañana —se metió entre la gente buscando la salida a lo que yo le seguí el paso deteniéndolo en la puerta.
—No hagas esto, casi nunca sales y es bueno que te diviertas de vez en cuando, no todo son libros y estudios.
—Josh, si quieres quédate, no cambiaré de parecer, y tampoco quiero llamadas para sacarte de algún problema o yo me convertiré en tu problema, estás advertido.
Aun cuando lo llamé me ignoró por completo, Elio insistió en que volviera a la fiesta y así hice, igual si me iba con Nilo no solucionaría nada.
Las horas continuaron su curso, no supe en qué momento caí dormido, pero desperté en un sofá de la casa de no sé quién con una terrible resaca. Revisé mi reloj y vi que ya casi serían las nueve.
—¡Mierda, el trabajo!
Nilo me había pedido que para hoy en la mañana le llevara una investigación en la que estábamos trabajando, el problema es que justo era para las nueve y media, así que debía hacer circo y maromas para llegar a tiempo, por suerte logré tomar un taxi llegando en diez minutos al Seminario, imprimí los papeles y en el camino ingresé al baño intentando no verme destruido, pero parece que el tiempo quisiera darme una mala pasada pues solo me quedaban cinco minutos.
Corrí tan rápido como pude viendo el mar de gente que había frente a mí, por suerte todos estaban ingresando a los salones y sería más fácil atravesarlos, mas fue al bajar las escaleras cuando di un mal paso y tropecé. Cerré los ojos imaginando el golpe, mismo que nunca llegó al ser sostenido por alguien, pero al abrirlos y detallar su rostro, sentí que el aire se me fue de los pulmones.
—Imposible… —susurré, él sonrió como si la perversión se atravesara por su mente y me ayudó a erguirme entregándome los papeles, que por suerte no se estropearon.
—¿Estás bien? —asentí sin salir de mi asombro. —Me alegra verte otra vez, Josh, te ves muy bien —sentí un escalofrío al escuchar su profunda voz de mando.
—Monteiro, ya es hora, muévete hombre que los alumnos están esperando —insistió Domenico.
—Nos veremos después, Josh, salúdame a Nilo —ambos se perdieron entre la multitud en lo que yo seguí petrificado sin saber qué hacer.
Si Monteiro está en Roma no es bueno y si Nilo se llega a enterar es posible que él… que quizás… No, no puedo permitir que ellos se encuentren o Monteiro podría convencerlo de tomar los votos y no dejaré que ocurra, Nilo tiene un futuro prometedor, pero no necesita ser sacerdote para conseguirlo.