Nilo
—¡Nilo! ¡Nilo! ¿Has visto a Josh? Llevo una hora buscándolo.
—No, esta mañana salió temprano, creí que estaría contigo.
—Demonios, el padre Cliff me matará si no lo encuentro rápido.
—¿Lo llamaste?
—¡¿Bromeas?! ¡Voy por cincuenta llamas perdidas! En fin, si lo ves dile que vaya a la oficina del padre Cliff de inmediato —asentí en lo que él se alejó a toda velocidad.
Detesto las mentiras, pero detesto más ser la tapadera de Josh. Desde hace dos años que nos mudamos a Roma nuestras vidas han dado un giro muy particular, o eso dice él, pero en mi opinión, considero que nuestras vidas cambiaron mucho antes de llegar, más exactamente cuando vivíamos en Cosenza y éramos dos adolescentes con una vida estancada, problemática y muy confusa.
Tenía quince años cuando llegué a Cosenza porque habían trasladado a mi padre de sede y un día solo dijo: "Nos vamos, empaquen". Jamás daba explicaciones de sus acciones y tampoco le importaba su familia, era como si solo nos soportara por compromiso. De mi madre no hay mucho por decir al fallecer unos años antes de eso y mi hermano... bueno, él se fue de casa a los meses de llegar a Cosenza siendo ahora parte de la marina, un soldado excelente según dice, pero no sé demasiado ya que nos escribimos una vez al mes siendo el único contacto que tenemos, puesto que él viaja bastante estando en todo tipo de misiones “secretas”.
Con Josh la situación fue distinta, solo fue que mi hermano saliera por la puerta para que Josh entrase en su lugar, al comienzo yo no hablaba con nadie, éramos igual de introvertidos y los maestros siempre nos daban una retahíla por no socializar, pero eso poco o nada nos importaba. Un día al finalizar clases, la profesora de literatura dejó un trabajo en parejas y nos anotó juntos, fue así como nos conocimos. No obstante, la situación con Josh no era muy diferente a la mía y eso lo supe cuando fui a su casa para hacer el trabajo, sus padres discutían, bebían, eran racistas, homófogos… en fin, la peor clase de padres, al menos el mío no hablaba mucho, pero también pensaba como ellos y eso me molestaba, así que sí, la vida nos unió en un punto extraño donde las hormonas confunden más a la gente.
En los ires y venires descubrí que Josh era muy diferente a como se mostraba en público, era divertido, siempre quería hacer algo y ansiaba salir de su casa para conocer el mundo, yo en cambio sí era del todo introvertido y solo quería irme de ese frío lugar para crear un espacio ameno que me permitiera tener paz, jamás fui codicioso o ambicioso, pero siempre supe que eso era lo que deseaba en mi vida. Sin embargo, todo cambió un día cuando fuimos al río como solíamos hacer cada fin de semana y de repente él me besó sin más, al comienzo no supe qué decir y él creyó que yo le respondería mal, pero en vez de eso me dejé llevar por un segundo beso que él me dio, esa fue la primera vez que ambos tocamos los labios de otra persona.
A partir de ahí comenzamos una relación secreta que ha prevalecido al día de hoy aun con sus altibajos, así como también ha prevalecido esa actitud despreocupada de él que lo mete en más de un problema y hoy no era la excepción. Lo que más me fastidia es que creí que al mudarnos él cambiaría su forma de pensar y ver la vida a una más centrada, en especial, porque venir a Roma fue una oportunidad muy grande que se nos dio al ser patrocinados por alguien que paga desde nuestros estudios hasta la vivienda y aquí no es precisamente económico, así como también él es responsable de nosotros si algún problema se llega a presentar, total, no todos los días alguien aparece en tu vida diciéndote que te dará la oportunidad de tener un mejor futuro, te paga todo confiando plenamente en ti y hasta te da los tiquetes de avión y el pasaporte desde Colombia a Italia, pero Josh y yo fuimos esos afortunados y en mi cabeza siento que debo retribuir ese esfuerzo y la confianza que han depositado en mí, pero es algo que no sé cómo hacerle entender a él… en fin.
Al poco tiempo de que aquel compañero que lo buscaba desesperadamente se alejase, recibí una llamada de Josh pidiéndome que lo buscara y ahora me encontraba caminando por el extenso pasillo que me llevó hasta la última celda donde estaba Josh con se semblante de chico rebelde.
—Dame dos razones para no dejarte otro día aquí.
—¡Nilo! —sobresaltó entusiasmado llegando a la reja de un brinco. —Menos mal viniste, no soportaba un minuto más aquí.
—Dame dos razones o me voy —demandé furioso.
—Vamos, no te pongas así.
—Disfruta tu segunda noche.
—¡No, no, no! Espera, está bien, está bien —tomó mi brazo rápidamente. —La primera es porque Cliff necesita unos documentos que solo tengo yo y la segunda porque me adoras.
—Entonces serán doce horas. Volveré en la noche —caminé queriendo salir lo antes posible.
—¡Si me dejas aquí él se enterará y estará en muchos problemas! —gritó deteniéndome en el acto y volví a su celda dándole una mirada intimidante, aunque eso no borró su tonta sonrisa. —Sé que no quieres darle dificultades ¿O sí? —comentó jocoso.
—Odio que uses esa táctica, pero un día dejará de servirte.
—Hasta entonces él seguirá siendo mi mejor excusa.
Él, aquel hombre que cambió nuestras vidas...
Él, aquel hombre que no he vuelto a ver desde que partimos de Cosenza...
Volvimos a los dormitorios donde Josh no tardó en asegurar la puerta, me acorraló contra la pared dándome un profundo beso y después abrió mi camisa repasando su lengua y manos hasta llegar al pantalón.
—¿Me extrañaste anoche que no estuve? —preguntó con sorna.
No era más que una provocación de su parte, una a la cual respondí tomando fuerte su cabello.
—Tendrás que hacer mucho para resarcir el daño, también me debes explicaciones de lo ocurrido y como castigo... —tiré de él hacia atrás con fuerza. —esta vez no tendrás el premio hasta hacer tus deberes —frunció el ceño, ladeé perverso mis labios y salí de la habitación acomodando mi camisa y las gafas en lo que él alegaba a lo lejos.
Josh me importa demasiado, sigue siendo mi pareja, mi mejor amigo, mi hermano, mi todo, pero detesto cuando actúa tan egoísta sin pensar en las consecuencias que pueda ocasionar a otros, en especial a esa persona.
(…)
Me dediqué el resto del día a ignorarlo en los pasillos las pocas veces que me lo encontré, pues en su mayoría lograba escabullirme, pero ahora que estábamos en la habitación listos para dormir debía soportar este calvario, a veces Josh puede ser una pesadilla cuando entraba en esta fase insistente y hoy que necesitaba la mente despejada para pensar en la propuesta que me había hecho el padre Domenico, no me ayudaba que abriera la boca.
—Vamos, Nilo, ya olvídate de eso.
—Solo duérmete, es tarde y tengo mucho por hacer mañana —él, sin importarle lo que dije, se escabulló bajo mis sábanas abrazándome con fuerza.
—Perdóname, solo fue una tontería, pero te juro que no tuve nada que ver, es solo que la policía me encontró y me llevaron a la estación.
—Siempre dices que es una tontería, pero no lo es y hoy puede que te ayude, pero quizás un día deje de hacerlo —le di la espalda intentando dormir, aunque él no dejó de abrazarme.
—Te digo la verdad, yo venía a los dormitorios, pero no hice nada malo —de pronto la charla con Domenico me martilló.
—Josh… ¿ya decidiste si tomarás los votos?
—No —respondió dudoso. Por lo visto ese tema lo resiente tanto como a mí. —¿Por qué lo preguntas?
—Hoy me hicieron una oferta, pero debo tomar los votos si quiero avanzar en ella.
—¿Y lo harás?
—No lo sé, sabes que ser sacerdote no era mi sueño, pero venir a Roma…
—Lo sé, lo sé, era la mejor oportunidad en la vida —respondió fastidiado. —Sé que esto es mejor a la vida que teníamos con nuestros padres, pero podemos seguir sin tomar los votos y lo sabes bien.
—Y si decidiera tomarlos, ¿qué harías?
El lúgubre silencio nos inundó y me hizo girar viéndome con preocupación, tenía miedo y yo sabía muy bien a qué.
—¿Lo estás considerando?
—No tiene nada de malo pensar, igual sabes que ese paso cambiaría nuestras vidas en todos los aspectos.
Él no quiso hablar más del tema dejándolo claro en el beso tan apasionado que me dio, sus manos tomaron mi pierna acomodándola sobre su cadera e inmiscuyó sus dedos bajo las prendas dejando mi mente en blanco.
De nuevo esquivaba las cosas con sexo, de nuevo quería hacerme ver que éramos los dos y su mayor temor era estar solo, pues aun cuando cada día solía estar rodeado de muchas personas que parecían ser sus amigos, Josh en el fondo no los veía de esa forma, sino que para él eran una oportunidad de obtener beneficios, son compañeros y hasta ahí, en cambio yo era otra historia, era quien lo veía llorar, lo conocía de verdad, sus miedos, sus sueños, su verdadera esencia, pero… ¿qué quería para mi vida, mi futuro y nuestra relación? No lo sé, pero quizás podría llamar al padre Toledo para tener una segunda opinión o de ser posible, podría intentar contactarme con Monteiro… aunque no sé qué tan buena idea sea…