Narrador omnisciente
El suelo pareció hundirse con cada paso que dio Monteiro al trasladarse al centro de la habitación, quedando a espaldas de los jóvenes con las manos cruzadas en su espalda en tan imponente figura.
—Dijiste que serían mis sumisos otra vez ¿No es así, Josh? Pero… ¿Alguna vez fueron míos? —cuestionó observándolos a través de la ventana que había a varios metros frente a él.
—Sabe bien que lo fuimos, ni siquiera debería cuestionarlo —arremetió Josh con cierta rabia contenida que no pasó desapercibida para su maestro.
—Es evidente que tus malos hábitos siguen latentes, Gonzalo —apenas ladeó su rostro con una macabra idea. —Nilo, ya sabes qué hacer.
Sin más, el joven tomó a Josh de las muñecas llevándolo a rastras, ambos batallaron hasta que Nilo lo colocó de rodillas a
