Josh Estaba metido en graves problemas, el encuentro en la oficina de Monteiro me dejó entre la espada y la pared al no poder resistirme. En el fondo no quería hacerlo, pero tampoco hice nada para evitarlo y lo peor era que llevaba un buen tiempo ocultándome de Nilo como si fuese un criminal. —¿Por qué la cara larga? —¡Elio! —grité nervioso al sentir la fuerte palmada en mi espalda. —Tranquilo, no quise asustarte. —Lo siento, tengo la cabeza hecha un desastre. —Eso es evidente. ¿De nuevo te peleaste con tu amorcito? —Ya deja de decir eso o me meterás en serios problemas. —Relájate, igual estamos al final de la fila y nadie escuchará aquí —me extendió un caramelo. —Come, te animará. —Gracias. ¿Has visto a Nilo? —Entonces sí te peleaste con tu amor. —¡No! —gruñí por lo bajo. —La