El sonido de las hojas esparciéndose por el suelo del comedor, era casi tan insonoro como el carácter propio de Amber, uno que jamás había mostrado por qué en su casa siempre le enseñaron que ella debía obedecer, que sus emociones no importaban en lo más mínimo mientras que el apellido Jenner estuviera por lo alto, tan inalcanzable como la felicidad misma, una que desde hace dos años le parecía aún más lejana.
Amber observó a Andrew con una mirada horrorizada y después bajó su mirada a los documentos comprobando que eran reales, que estaban ahí y que, en efecto, Andrew quería abandonarla.
Amber elevó su mentón, sin embargo, su mirada era la misma de siempre, pacífica, delicada y manteniendo una cordura que dudablemente existía en ese momento dentro de su ser.
—¿Que dijiste?— Cuestionó con calma, quería llorar, sus ganas de hacerlo eran enormes, no obstante logró asimilar que no ganaba nada derrumbándose una vez más frente a su esposo ¿Le importaría? por supuesto que no, a Andrew no le había importado dejarla en su habitación después de arrebatarle la virginidad, a Andrew no le había importado alejarse de ella como si fuese la misma peste después de cada evento en dónde se mostraba como el marido perfecto, era lógico que no le importaría que Amber se quedara llorando frente a él en ese momento.
—Escuchaste bien, acabo de pedirte el divorcio— Respondió él mientras se acercaba unos pasos y se inclinaba a levantar aquellos documentos del suelo, cuando terminó quedó de frente a ella, estaba más cerca de lo que jamás lo había estado en dos años cuando estaban escasos minutos a solas y Amber se preguntó ¿Cuando había sido la última vez que estuvieron frente a frente sin que hubiese gente alrededor de ellos? nuevamente la respuesta era simple, nunca tenían esa cercanía, jamás compartían la mesa, jamás compartían más del tiempo necesario frente a otras personas y ni hablar de compartir la habitación, pues desde la noche de bodas no habían vuelto a intimar.
—¿Porque ahora? — Cuestionó ella, aquella no era una pregunta tonta, pues Amber era muy inteligente, sin embargo, ya habían vivido dos años evitándose y Andrew parecía muy cómodo con eso, así que Amber quiso saber que lo había orillado a solicitar el divorcio después de tanto.
—Ha pasado tiempo desde la muerte de mi abuelo y francamente este matrimonio fue su idea, si me hubiera divorciado antes de su muerte él jamás me lo habría perdonado, ahora es diferente y un divorcio no tiene por qué afectar nuestra relación laboral, ni mucho menos mi sociedad con tu padre, después de todo, somos adultos— Amber lo observó fijamente mientras explicaba y si bien todo lo que había mencionado tenía lógica, Amber sabía que había algo más.
Pues, aunque Andrew respetaba a su abuelo, también era cierto que era un hombre que guardaba las apariencias y ella no creía que su repentina separación se debiera simplemente al fallecimiento de su abuelo.
—Eso no es todo— Expuso él haciendo que el corazón de Amber comenzara a latir con brusquedad, pues ella intuía lo que él estaba a punto de decirle.
—Estoy viendo a alguien desde hace un par de meses y en cuanto firmemos los papeles, comenzaremos con los preparativos de la boda—
Aquellas palabras se clavaron en el cuerpo de Amber como pequeñas agujas filosas, pero algo dentro de su pecho se detuvo, aquella pequeña chispa que representaba la ilusión de que Andrew correspondiera a sus sentimientos y que cada día luchaba por mantenerse avivada en unos segundos se apagó, de la misma forma en que una llama no sobrevive ante la humedad, esa chispa que día con día le decía a Amber que Andrew llegaría a amarla murió.
Amber no quiso saber quién era esa mujer a la que no le importaba involucrarse con un hombre casado, tampoco quería que Andrew le explicara como a esa mujer le entregaba algo por lo que ella jamás tuvo la oportunidad de luchar, así que tomó de la mano de Andrew aquella carpeta negra y comenzó a leer cada una de las condiciones, ninguno de los dos había unido sus bienes, no lo harían hasta que llegara un heredero, por lo tanto cada uno mantenía sus acciones de "Garret Jenner" la casa se la quedaría Andrew pues él la había comprado y en compensación le compraría una a ella, la que Amber eligiera.
Amber leyó detalladamente cada cláusula y una vez que estuvo segura de que todo lo escrito en el documento estaba en orden.
Tomó el bolígrafo que Andrew había colocado sobre la mesa y aún con la mano temblorosa, firmó cada una de las hojas que la apartaban de aquel hombre que ya le había robado dos años de su vida.
—Tus papeles están firmados— Bramó Amber con la mandíbula apretada elevando la vista ante él y arrojó la carpeta sobre el comedor junto con el bolígrafo.
—Agradezco que no hayas hecho un escándalo— replicó Andrew con un brillo plasmado sobre sus ojos
—Comprenderás que no puedo marcharme hasta que hable con mis padres— Afirmó ella esta vez con un tono duro.
Estaba cansada, cansada de mantener la esperanza de algo que siempre estuvo claro, pero que para ella era incomprensible y se trataba del amor que Andrew jamás le entregaría.
—Yo hablaré con tu padre, después de todo es de mí de quién te separas— Pidió Andrew en un tono más amable. No obstante, Amber negó.
—La hija soy yo y agradeceré que por primera vez no me trates como a una escuincla que no puede dar la cara por sus acciones, hablaré con él esta semana y la próxima tomaré mis cosas y saldré de tu casa, así que te sugiero que vayas buscando la propiedad que vas a entregarme— Andrew abrió los ojos tan grandes que el n***o en ellos se volvió aún más profundo, creía que ella no tomaría aquella propiedad que el documento prometía por mero orgullo, dándose cuenta de que aquella joven con la que había contraído matrimonio, había crecido.
—Perfecto, esta misma semana te enviaré varias propuestas de mansiones en las mejores ubicaciones— Amber asintió sin dirigirle una mirada más y tristemente esperó a que los pasos de Andrew dejarán de escucharse cuando él se dio vuelta y comenzó a caminar rumbo a la salida, cuando al fin escuchó la puerta cerrar y poco después el rugir del motor del vehículo de Andrew alejarse, Amber soltó un suspiro, sin embargo este no estaba acompañado de lágrimas, aquello no se debía a qué Amber no sintiera dolor, si no al trance en el que se encontraba, una especie de shock la invadía al no poder asimilar lo que acababa de ocurrir.
—¡Natalia! — gritó Amber con la voz ronca y en seguida ella ingresó al comedor, era como si hubiese estado ahí esperando a que Amber la llamara.
—¡Que retiren todo esto por favor! — Pidió Amber señalando con la mano la cena sobre la mesa, Natalia asintió y mientras caminaba observó a Amber caminar hasta uno de los armarios y tomar su bolso.
—¿Vas a algún lado? — cuestionó la joven con pesadez, sabía cuál era la situación, ella y los empleados habían escuchado toda la conversación y sentía pesar por Amber.
Amber no respondió, pero no fue por qué quisiera ser grosera, se debía a que sabía que si mencionaba una palabra probablemente se soltaría a llorar y ya había sido suficiente humillación que cada empleado estuviese al tanto de su situación, ella no necesitaba más lastima.
Amber salió caminando de la gran casa que Andrew había adquirido y dónde había estado esperando dos largos años a que él la viera de la misma forma en que ella lo miraba.
Amber caminó por las calles de California, se abrazaba así misma sintiendo el clima helado, aquel no era un buen día para caminar, el cielo se tornaban n***o y relámpagos retumbaban en el cielo anunciando la lluvia que pronto comenzaría a caer.
A Amber eso no le había importado, pues su dolor era más grande que el frío que pudiera sentir entonces caminó y mientras lo hacía observaba aquella sortija sobre su dedo anular que le indicaba que no era una mujer libre, pero tampoco una que estuviera unida a alguien, la retiró de su dedo y la guardo en su bolso.
Amber deambuló por más de una hora sin rumbo fijo, cuando pequeñas gotas heladas comenzaron a caer sobre su rostro, y también otras más calientes que escurrían de sus orbes marrones.
Hasta que llegó a una avenida principal, Amber estaba tan ensimismada que no se percató de la señalización del "ALTO" hasta que el pitar de un auto la ensordeció y solo logró cubrir su rostro ante las luces de aquel vehículo que rechinaba sus llantas cuando frenó de golpe para no embestirla.
Amber extendía ambas palmas en dirección del vehículo como si hubiese creído que podría detener el golpe y a su vez cerró los ojos con fuerza esperando un fatídico accidente.
La puerta de aquel BMW n***o se abrió y de prisa del bajó un hombre.
—¿Te encuentras bien? — cuestionó una voz gruesa e imponente, a la que Amber no respondió.
—¿Acaso quieres morir? — preguntó nuevamente la voz de aquel hombre sin ápice de empatía ante lo que acaba de ocurrir, el hombre no parecía haber tenido un buen día y para el colmo una mujer acababa de cruzarse un alto, aquel sujeto grande, bien parecido y con una mirada imponente, observó a la mujer frente a él frunciendo el ceño esperando que esta reaccionara.
Pronto aquellas gotas esporádicas que caían del cielo comenzaron a presentarse con más frecuencia, él hombre enfureció aún más, casi atropellaba a una mujer y ahora estaba completamente empapado bajo la lluvia y por si pensaba que aquella noche no podía ponerse peor, Amber de pronto se desvaneció y como reflejó él la sostuvo en sus brazos sin tener idea de que era lo que le había pasado.