Futura esposa
El pasar de los minutos se hacía cada vez más lento cuando ella admiraba el rostro de aquel hombre, sus cabellos eran de un rubio oscuro, lo suficientemente largo para que los sujetara entre sus dedos, su nariz respingada y aquella barba ligeramente crecida le daban un toque aún más impresionante.
Amber lo observó humedecerse los labios con su lengua y pasó saliva al contemplar lo apetecibles que le parecían, recorrió con su mirada desde sus labios y fijó después sus orbes marrones en su mentón para luego bajar a su cuello, entonces dirigió la mirada hasta el pequeño espacio entre los primeros botones de su camisa abierta que mostraban un poco de su piel firme y tragó saliva anhelando que él acortará la distancia y tomara sus labios entre los suyos.
Y es que él era un hombre malditamente sexy y el tenerlo tan cerca de ella liberaba sus más bajos instintos.
—Si no objetas los próximos cinco segundos entenderé que deseas que te bese— Exclamó Alex arqueando una ceja y Amber enmudeció ante el evidente deseo de que así fuera, necesitaba sentirse deseada, pero más aún, necesitaba sentirse amada, sin embargo, pese a aquel deseo que ese hombre le provocaba, había algo que le impedía continuar. Y es que Alexander representaba a la lujuria misma convertida en hombre, aquella muestra del pecado a la que no debía acceder, pero, sobre todo, Alexander era aquel fuego eminente con el cual había jurado jamás quemarse...
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2 años atrás
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El sonar de las campanas de aquella iglesia situada en Los Ángeles California retumbaba el sábado por la mañana, el día era soleado, el cielo celeste se mostraba armonioso, el sol resplandecía desde su punto más alto como si hubiese estado preparando su mejor posición para aquel día; pues ese día era la unión en matrimonio de Amber Jenner y Andrew Garrett.
Amber era la hija única del empresario Leandro Jenner y de su esposa Amelia. Ambos miembros de la élite más grande de Estados Unidos. Una pareja millonaria dueños de una de las más importantes constructoras de California.
—Te ves hermosa— Exclamó Amelia sin ápice de dicha en sus ojos observando el adorno de diamantes que llevaba su hija sujetando una parte de su cabello castaño oscuro, los diamantes eran azules, con un brillo sutil y un tamaño no tan grande para no desviar la atención del rostro de la novia.
—Gracias mamá— Respondió Amber observando su reflejo en aquel espejo que era casi tan grande como el ventanal que dirigía la vista a uno de los jardines, Amber contemplaba cada detalle en ese vestido blanquecino con delicado encaje adornando el largo de sus brazos.
Se encontraban en el salón principal de la mansión Jenner, horas antes el personal había adaptado todo lo necesario para que la novia pudiese arreglarse sin inconvenientes.
—Pero te hubieras visto mejor con la seda— Refutó Amelia con desdén.
Amber estaba acostumbrada a los desplantes de su madre, al punto de llegar a creer que ella en realidad no le importaba, pero ese era el día de su boda y por esa ocasión pasaría por alto sus amargos comentarios.
—Espero que a Andrew le guste— Espetó Amber más para sí misma, aunque en voz alta, dando oportunidad a su madre de una nueva replica.
—Mas nos vale que así sea, lo último que quiero es la vergüenza de que ese muchacho desprecie a mi hija en el altar— Sentenció Amelia y salió de la habitación para buscar a su esposo y así mismo revisar si la limusina que los llevaría a la iglesia se encontraba lista.
El matrimonio con Andrew se había arreglado desde años atrás cuando Amber aún era una adolescente y para fortuna de ella, había estado enamorada de él desde los quince años, sin embargo, Andrew tenía 23 años y para él, Amber no era más que una niña, no obstante, acepto sin refutar aquel compromiso que acordaron sus padres, Andrew viajó al extranjero poco después de formalizar el compromiso para estudiar una maestría en Italia y a su regreso se celebraría el matrimonio. Ambas familias eran poderosas y aquella unión haría crecer aún más su imperio, la empresa "Garrett Jenner" se unificaría y algún día aquel grande imperio pasaría a ser la herencia de los hijos de ambos.
—¡Luces hermosa! igual que un bello ángel— Exclamó Leandro al contemplar a su hija vestida de novia, los enormes ojos marrones de Amber brillaban como nunca y una bella sonrisa se expandía en su rostro formando un hoyuelo en su mejilla luego de escuchar las palabras de su padre.
—Estoy lista— Avisó Amber y caminó hasta el hombre que portaba un esmoking n***o con camisa blanca, el mismo que la entregaría en el altar.
Ambos cruzaron las puertas del salón principal y caminaron por el pasillo que llevaba hasta la limusina en la explanada de la mansión, subieron en ella junto con Amelia y partieron rumbo a la iglesia en donde más que celebrar la unión de dos personas en matrimonio, celebrarían la unificación de dos familias poderosas.
Las campanas sonaban, la entrada de la iglesia al igual que los costados de la limusina estaban adornados con hermosas flores blancas, Amber desfilaba desde la limusina hasta en interior de la iglesia arrastrando aquella cola blanca que formaba parte de su vestido.
Cuando entraron a la iglesia Amber pudo contemplar los rostros de los asistentes, notando diversas expresiones, estás iban desde frívolas hasta otras genuinamente entusiasmadas por aquella boda, Amber presionó con nerviosismo el brazo de su padre quien con la mirada al frente y la espalda completamente erguida, guiaba a su hija hasta su futuro esposo. Amber al igual que su padre elevó la mirada al frente y ahí, al final del pasillo, como si fuese un especie de alucinación vio a Andrew.
Andrew había regresado dos semanas atrás, se había convertido en un excelente arquitecto y comenzaría a dirigir la empresa que su padre y el de Amber habían construido y liderado durante años. Sin embargo, en esos días no se había encontrado con su futura esposa, alegando que quería esperar hasta la boda; Amber observó detalladamente a Andrew quien portaba un traje n***o con una camisa blanca y un moño adornando el cuello de esta.
Sus cabellos negros estaban debidamente peinados hacia atrás y su barba Lucia perfectamente arreglada, Andrew observó a Amber caminar hacia él del brazo de su padre y observó atento como la amplia falda de su vestido se movía al compás de sus pasos mientras lo observaba con anhelo y acortaba cada vez más la distancia entre ambos.
Cuando por fin los dos quedaron frente a frente, Andrew la observó con sus ojos azabache y le extendió una amplia sonrisa, Amber la devolvió de inmediato, pensaba que no era real, después de esperar tanto, al fin se cumpliría su sueño y se convertiría en la esposa de Andrew Garrett.