Amber al fin se detuvo en la dirección donde se llevaría a cabo la construcción, como era sabido, el hotel de Wallas se construiría en una de las mejores zonas y el terreno era tan grande como el peso del apellido del hombre que pagaría por aquella construcción. Amber aparcó en la terracería, tomó del asiento del copiloto un bolso que contenía calzado industrial y un casco, se cambió sus tacones por aquellas botas con casquillo, se colgó su bolso al hombro y salió del vehículo sosteniendo el casco en una de sus manos. Amber cerró la puerta de su auto y comenzó a caminar sin esperar a Andrew y no se detuvo hasta que este le gritó que lo esperara. Amber resopló ante el grito de su esposo y sin girarse hasta su marido detuvo sus pasos. —¿Podrías esperarme? — Dijo Andrew una vez que llegó