Capítulo 5-volviendo a las andadas

2190 Words
¿Por qué me sentía tan mal? ¿Cuáles eran mis expectativas para este viaje ? Besé otros labios que no eran los labios de Dylan y ahora la culpa me carcomía. Bran se había quedado pensando que asistí a este encuentro para tener aquello que nunca tuvimos. Pero ¿Cual era realmente el motivo por el cual asistí a aquella reunión ? ¿A qué fui con tanto interés? Desde luego, sea lo que sea, me arrepentí. Mi único motivo era y seguiría siendo Bran, pero yo tenía otra realidad, otra vida a la cual volver y aquellos minutos de gloria no podían arruinarla ni hacerme olvidar a las personas que estaba dejando atrás, las personas que saldrían lastimadas con mis actos. Dylan. Él saldría muy lastimado y yo no quería herirlo, claro que no. Sentía pena de mi misma, por ser tan tonta y creer que ver a Bran después de diez años solucionaría nada. Fue y será mi primer amor, el amor de mi adolescencia pero ya en mi hacia él solo quedaba un cariño de amistad y eso nunca desaparecería. Por suerte no había deshecho mi maleta, pues me marcharía ya mismo. Cambié mi ropa por una más cómoda y me senté en la cama a reservar mi próximo vuelo a través del móvil para esa misma noche. No podía esperar un día más para regresar a mi hogar. El vuelo más próximo era en dos horas. Tenía tiempo de sobra de recoger y partir hacia el aeropuerto. Pensé en decirle a Dylan de mi regreso, pero mi vuelo llegaría muy de madrugada y no quería desvelarlo, hacer que me esperara despierto y quisiera salir a buscarme. Tomé mi maleta y salí del hotel. Pude tomar un taxi que había frente al hotel, mejor llegar con tiempo que llegar con retraso y apurada. —Al aeropuerto, por favor. —¡Ey ! Yo fui el mismo que te trajo.—iba muy distraída y no había visto la cara del conductor. Era el mismo señor que me había traído hacía apenas algunas horas.—Eres la primera persona que veo que se va tan de prisa. ¿Tan mal te fue ? —Me fue muy bien, demasiado. Pero ya no tengo esa edad para andar en amoríos, de esos que te olvidas de tu propia existencia y de todo lo que te rodea. Ya no necesito un amor que me consuma, me conformo con uno que me vuelva loca. Y ya lo tengo. —Entonces haces bien en regresar. Pocas personas saben tomar tan sabía decisión. Durante mis años de juventud yo elegí el amor que me consumía, cuando me había dado cuenta de mi error, ya el amor se había esfumado junto con mi felicidad y los años de mi juventud. Me quedé viejo, solo y amargado. —el hombre soltó un suspiro, se veía que sentía mucha pena. Arrepentido de su error y sin poder arreglarlo.—A veces queremos lo extraordinario, creyendo que es lo que necesitamos y resulta que con lo ordinario siempre hemos sido felices. —Pero ¿como sabes que es la elección correcta ? ¿Siempre tenemos que esperar al final para saber si elegimos bien ? Es demasiado difícil, lo más sencillo es equivocarse, cometer el error, que todo salga mal. —Si tienes dudas de tu elección, es porque no es la correcta. Si no estás seguro, eso ya es un indicio. La charla con el señor del taxi me hizo que el camino al aeropuerto se hiciera extremadamente corto. Me quedé con ganas de platicar un poco más con el señor . Cuando regresé a casa las luces estaban apagadas, eran las tres de la madrugada. Según abrí dije el nombre de Dylan. —Soy yo, he regresado.—No quería sobresaltarlo o que pensara que alguien estaba entrando a la casa. Arrastré la maleta hacia el interior, la dejé en una esquina del salón y solté mi bolso. Fui a la cocina por un vaso de agua y después entré al baño del salón para no despertarlo. Seguro que aún estaba soñoliento y por eso no se despertaba. . Ya tenía que haber salido de la habitación a recibirme y ver qué pasó que regresé tan deprisa. Seguro seguía dormido. Me quité los zapatos para no hacer ruido y después caminé hacia la habitación casi de puntillas. Cuando entré, la cama estaba arreglada y Dylan no estaba. Estaba vacía. ¡No estaba ! Arrugué la nariz mientras me daba cuenta de lo que había pasado. Apenas llevada casi un día fuera y Dylan ya había regresado a sus viejas andanzas. ¿Por qué se había hecho el fuerte cuando yo me marché ? ¡¿Por qué le era tan imposible mostrar lo que sentía o lo que deseaba? ¡Años, y él aún no se mostraba del todo! De saber que esto pasaría nunca me hubiera ido. Me enojaba darme cuenta de lo que pasaba. ¡Dylan había vuelto a las apuestas ! Tomé una ducha rápida y me vestí, olía a avión; sabía donde podía estar y tenía que sacarlo de allí. Él no podía volver a esa antigua vida, no si yo podía evitarlo nuevamente. Me puse mi vestido azul, el que yo llamaba "el seductor" y mis tacones negros, pero los negros cómodos, no los exagerados. Iba en una misión de rescate, no a una pasarela. Busqué las llaves de mi coche, tomé mi bolso de noche y bajé hacia el parqueo. Cuando Dylan solía apostar, su vida era muy peligrosa, vivía rodeado de gente mala y perversa; se movía en un mundo nada agradable. Pero de eso ya habían pasado años. Una que otras veces el caía en el vicio, pero eso solo pasaba cuando teníamos discusiones, cuando las cosas le iban mal y cuando sus padres murieron. O cuando su amigo Marcus le insistía para que fuese. Pero ese no era el caso. Todas y cada una de esas veces pude salvarlo, lograr que regresara a mi en una pieza, evitar su ruina y las malas amistades. A raíz de eso yo tenía mucha gente que me odiaba, su círculo de amigos no me recibieron muy bien, todos ellos apostaban y yo era la causante de que Dylan lo hubiera dejado. Me odiaba, porque decían que yo apartaba a Dylan de ellos, ¡lo apartaba de las apuestas! Imagino que ahora estaban felices, sobre todo el idiota de Marcus. El era el más beneficiado en eso. Era dueño del casino hacia donde yo me dirigía. Y tenía especial interés en que Dylan fuera su sucesor. Yo era la única que impedía eso. Haría todo lo necesario para mantenerlo alejado de esa vida que solo lo destruyó. Aparqué mi coche en la entrada, saqué una pequeña navaja que tenía debajo de mi asiento y la coloqué entre mi sostén, revisarían mi bolso al entrar por lo que no podía tener nada allí. No sabía en el estado actual que iba a estar Dylan, tenía que ir preparada y sabiendo que éste era el casino de Marcus, podía pasar cualquier cosa. Era su territorio. Y yo no era bienvenida. Otra vez volvían a mi mente recuerdos que no venían al caso. «La oscuridad de la noche nos arropada, era la primera vez que yo hacía este tipo de cosas pero Bran ya estaba un poco acostumbrado. Los dos llevábamos puestas unas capuchas negras, caminábamos en silencio por las aceras de nuestro barrio vecino. —Todavía puedes decir que no, estás a tiempo.—me decía Bran, aunque el sabía que yo no huiría. Ya había aceptado y no podía quedar como una cobarde. En sus manos tenía una especie de martillo, no sabía exactamente su nombre pero eso era lo que él usaría para forzar la puerta de la tienda a la que nos íbamos a meter a robar.—Ya estamos llegando, permanece detrás de mi. —Eso haré.—susurrábamos en todo momento. Las luces de un coche que cruzaba nos asustó, Bran me tiró de las manos y caímos detrás de unos arbustos. Mi cuerpo cayó sobre el suyo por lo que no me hice daño alguno. Resulta que era un coche patrulla de la policía que iba con las sirenas apagadas. Menos mal que él tenía buenos reflejos. —¿Estas bien?—¡claro que sí! ¡Caí sobre él! —Estoy bien. —Sigamos. Pasamos unas casas más y ahora estábamos frente al lugar. Íbamos a penetrarlo y robar sus cosas de valor. Ese era el plan. —¿Que tengo que hacer yo ? —¡Ya te lo había dicho!—sí, me lo había dicho un par de veces. Pero los nervios habían hecho que mi mente olvidara todo.—Te quedas aquí fuera vigilando por si viene alguien. Yo forzaré la puerta y entraré. ¿Te cuerdas de la señal que me tienes que dar si alguien se acerca ? —Yo negué con la cabeza sintiéndome patética, todo era culpa de los nervios. ¡No recordaba nada! No quería arruinar su plan.—Tienes que silbar. ¿Estás lista o no ? —Estoy lista. —respiré profundo y me puse hacer la parte que me tocaba. Bran comenzó a forzar la puerta. Cuando miré hacia atrás ya el estaba dentro. Me puse de cuclillas por si un coche pasaba que no me viera. Escuchaba sonidos dentro, me asomé por el cristal y Bran se estaba forcejeando con alguien más. ¿Que debía hacer ? ¡No tenía que haber nadie allí! ¡Eso no estaba en los planes! Si entraba ayudarlo y alguien venía, estábamos en problemas. Bran era lo suficientemente fuerte como para hacerse cargo. Seguí en mi puesto de vigía. Pero entonces escuché un ruido sordo, y ese ruido al menos lo había escuchado todo el vecindario. Vi algunas luces de las casa que estaban en los alrededores encenderse. Entré de prisa en su ayuda, saqué el pequeño cuchillo que el me había dado pero el hombre con el que él estaba forcejeando minutos antes, yacía tirado sobre una pila de cristales rotos, se movía de un lado a otro mientras mucha sangre salía de él. —¡Vámonos, démonos prisa ! No tardarán en llegar personas aquí . Miré de nuevo al hombre tirado en el suelo. Hacía sonidos de dolor. —No puedo dejarlo aquí en ese estado. Está muy herido. Al menos llamemos una ambulancia.—dije, nada de esto era correcto, pero estaba hecho, al menos quería brindarle algún tipo de ayuda a este hombre herido. Bran tomó mi mano y me sacó a la fuerza de allí, durante todo el camino escuchaba las joyas sonar a cada paso que daba Bran, pero en mi mente solo escuchaba los cristales rotos moverse debajo de aquel hombre y sus sonidos de dolor. A la mañana siguiente pasé por aquella calle, quería indagar como seguía aquel hombre. Por los rumores de los vecinos pude saber que el estaba estable en el hospital pero que unos malhechores habían entrado a su tienda y le habían llevado todo, dejándolo muy mal herido con varias fracturas en todo su cuerpo. Esos malhechores éramos nosotros. Durante muchas noches el recuerdo de aquel hombre me atormentaba cada vez que me iba a dormir . Tenía miedo de que estuviera muy mal y que al final muriera. Me sentía culpable. Y sí que tenía culpa. Una semana después pasé otra vez por la tienda. Ya habían hecho las reformas del lugar y el hombre se encontraba en perfecto estado. Sentí tanto alivio que no pude reprimir el impulso de entrar a la tienda y comprarle algunas cosas. Pero la sensación de que había hecho algo malo nunca desapareció de mi.» El lugar estaba lleno personas que no paraban de moverse de una mesa a otra, revisaron mi bolso al entrar y no encontraron nada. Era un casino muy grande, solo iban personas con mucha pasta y allí dentro todo era sagrado; no se armaban líos. Comencé a buscar por cada mesa el rostro de Dylan, hasta que di con él. Me acerqué a la mesa donde había visto su rostro en silencio y tomé asiento justo en una silla que estaba frente a él. —Buenas noches, caballeros. Espero que estén teniendo una buena racha en esta hermosa noche.—crucé mis piernas al tiempo que extendía mi mano derecha para tomar la bebida que tenía Dylan frente a él. Mi escote se pronunció más y Dylan hizo un gesto de disgusto con su cara. Abrió y cerró los ojos varías veces, seguro para comprobar que esa era yo y que no estaba tan borracho. Su cara era de asombro, tenía la frente arrugada y me miraba con firmeza. Marcus estaba a su lado. Levantó su copa en señal de mi y bebió un trago. Pude ver como las palabras no le salían a Dylan, estaba tan asombrado de verme que no lo creía posible. Le di una sonrisa traviesa mientras le sostenía la mirada. Me lo llevaría a casa.
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