Cambió su cara de asombro por una avergonzada. Tocó su frente varías veces y después se puso de pie para cercarse a mí. Yo le sonreía mirándole a la cara. —¿Qué haces aquí ?—esa era la pregunta que debía de hacerle yo, miré su rostro, su aliento olía a alcohol. Tomó asiento en una silla al lado mío. —¿Qué haces tú aquí ? Deberías de estar dormido, descansando en casa.—le dije. —Yo...—dudó un poco en responder. Su hermoso y maravilloso rostro ovalado lucía una expresión muy provocadora. El solía verser muy sensual cuando estaba borracho, sus labios carnosos entreabiertos intentando pronunciar alguna palabra que tal vez no recordaba, frotó ambas manos, ya sabía que estaba en un gran aprieto y no encontraba cómo defenderse. Él no era de mentir, pero sí de evadir respuestas—Estaba muy s