26 de enero de 2003 La mano pálida de Olivia golpeó con fuerza sobre el escritorio de Taylor. Ella se sobresaltó ante la repentina interrupción de su trabajo por parte de aquella mujer con rasgos de muñeca. Aunque, sinceramente, cada vez que abría la boca parecía más una muñeca diabólica que una de esas hermosas muñecas que a las niñas les encantaba coleccionar. Taylor intentó no mostrar lo perturbada que se encontraba por su repentina visita. Sinceramente, ella era la última que alguna vez habría esperado encontrarse en su despacho. —¿Qué haces aquí? —preguntó antes de mirar hacia la mano que descansaba sobre su escritorio. Olivia tenía las uñas pintadas de rojo sangre, bastante irónico teniendo en cuenta que era un vampiro—. Y ya que estamos, ¿podrías quitar la mano de mi escritorio?