—Lo siento.
—Matar a uno me basta, sirve como castigo y experiencia, así que si no quieres que te pase lo mismo que a él, haz exactamente lo que yo diga.
—Si señor… ¿Qué haremos con el cuerpo?
—Ya hay cuerpos desaparecidos, quedará como parte del caso.
—¿Y en dónde entro yo?
—Pues que dejaste a tu compañero en su casa y que jamás regresó.
—Pero tiene esposa e hijos.
—Resuélvelo, solo di que no lo has visto… y mantenme al tanto del caso del accidente y de los desaparecidos.
—¿Estás involucrado?
Levanta su rostro y me siento desafiado.
—Eso no es asunto tuyo —uso mi hipnosis—, haz lo que te pido.
—Si señor.
Le hago una seña para que Oscar suelte al hombre y lo dejamos ir.
—¿Cree que sea un problema señor?
—Si llega a serlo, será hora que empieces a practicar mis reglas —le recuerdo.
Camino hasta una de las camionetas y me subo en ellas, necesitaba pensar en lo que había pasado.
***
—¡¿Mataste a un oficial?! —Paolo me grita por llamada.
Era de día y ya me encontraba en mi auto, no había dormido en toda la noche pensando en lo que había pasado.
—Alguien tenía que ser castigado.
—Gaspar, no puedes ir matando personas solo porque no los hipnotizaste bien.
—Paolo, ¿de verdad crees que lo hice por eso?
—¿Por qué mas sería?
—No lo sé Paolo, tal vez la razón más lógica es que mi hipnosis no funcionó, porque estoy seguro de lo que pedí.
—¿Qué?
—No sé cómo Paolo, pero mi hipnosis no funcionó y maté al oficial para crear miedo en el otro oficial, si de verdad mataría porque no cumplen con lo que digo, lo hubiera matado a los dos, pero le puse una trampa al otro oficial, hay algo que no me cuadra.
—¿Cómo que?
—Que después de la hipnosis, estaba altanero conmigo, demasiado rebelde, cuando debería ser mi esclavo.
—¿Crees que alguien más lo hipnotizo para tener fuerza de voluntad?
—Soy un sangre pura Paolo, mi hipnosis rompe cualquier hipnosis de un vampiro normal, hay pocos sangre pura y que yo sepa, no son mis enemigos… y si así fuera, ¿Por qué finge ser mi esclavo?
—No lo sé Gaspar, pero más te vale ir con cuidado, porque si los humanos se enteran de nuestra existencia, nos veremos obligados a desaparecer hasta que comience otra generación.
—De acuerdo.
—¿Cómo está Mari?
—Lleva toda la noche inconsciente, estoy esperando que Dante me informe.
—Entiendo. —Se escucha triste.
Lo conozco, siente culpa, pero no soy bueno para estas cosas.
—Te voy avisando —dije y corte.
Mi plan por ahora es fingir que mi hipnosis no funciona, veamos quién querrá abusar de ese rumor para comenzar a cerrar mi círculo de confianza, muchas cabezas van a rotar en lo que descubra que sucede.
Llevo años en esto, necesito descartar a mi gente, no es la primera vez que alguien se atreve a traicionarme, espero está vez equivocarme.
—Oscar. —Lo llamo para que me preste atención, él estaba al volante.
—¿Si, señor?
—Dile a Alan que investigue al oficial Storm, necesito saber que trama, tiene suerte que le he dado un día de ventaja para que no sospeche nada, dile que sea cauteloso y que inmediatamente venga a mi cuando tenga alguna información.
—Si señor… —lo detengo antes de que se vaya.
—Oh y Oscar… compra flores para la señorita Petit, en cuanto despierte, la visitaremos.
—De acuerdo, mi señor.
Oscar finalmente se baja del auto, aunque era nuevo, no desconfiaba de él, no por ahora.
POV’Marinette
Mi corazón se acelera con rapidez y me despierto de aquella pesadilla, era la misma dónde yo moría en el accidente del auto y no mi hermana, en ese sueño sentía que era yo, yo debía morir, no ella.
Veo a mi alrededor y me encuentro en una de las habitaciones del hospital, veo mi cuerpo y estoy en bata, en una mis manos me estaban inyectando suero, mientras que la otra tenia un vendaje en mi muñeca, ayer estaba deprimida, pero no recuerdo haberme hecho esto.
—Finalmente, despertaste —entra el señor Dubois a mi habitación.
Nathan estaba detrás de él algo cabizbajo, mientras que su padre estaba molesto.
—¿Qué me sucedió? —estaba sin comprender.
—¡¿Qué, que te sucedió?! ¡¿Es una broma?! ¡Intentaste matarte! ¡¿Acaso estás loca?! —me grita.
Me siento como una niña, pero a la vez, me siento enojada.
—¡Por supuesto que estoy loca! ¡Me acaban de arrebatar a mi hermana! ¡¿Cómo carajos crees que me siento?!
No me sentía comprendida, mi alma ya no estaba conmigo.
—Paulette no era lo único que tenías Mari, ¿Has pensado en tus padres? ¿En como se sentirían su pierden a su otra hija? —ablanda su voz.
—Pues perdieron a las dos desde que Paulette murió.
—Mari… —lo interrumpí.
—No quiero escucharte Alfonso, porque cuando te pedí que me escucharás, no lo hiciste, estaba preocupada por mi hermana y no me dejaste buscarla. —nuevamente comencé a llorar—. Sé que cortarme las venas no era una opción, pero tal vez era la única manera de estar con mi alma gemela, ella no puede venir, pero yo si puedo estar con ella.
—Joder, ¿te estás escuchando? No estás ra… —es interrumpido.
—Papá, déjala —interviene Nathan.
Toma el brazo de su padre y lo hace hacia atrás, quedando a espaldas de mí.
—Pero Nathan, alguien tiene que hacerla razonar.
—Tu sabes perfectamente que las personas con duelo no razonan, estás siendo muy duro con ella, sé que esta mal lo que hizo, pero también debes entender que perdió a su hermana, deja de enojarte por lo que hace y comprende el porque de las cosas.
—Pero es que pudo haber muerto Nathan y me enojaría mucho no hacer más por ella. —lo abraza y llora.
Nuevamente actuaban como si yo no estaba ahí.
—La quieres como una hija, lo sé, pero regañarla no vas a lograr nada.
—Yo…
Se separan y me miran, yo agachó mi rostro inmediatamente.
—Me tengo que ir.
Un reflejo me hace ver que se pone severo, se seca las lágrimas y sale de la habitación.
—Lo lamento mucho —escucho la dulce voz de Nathan.
Apenas siento sus brazos rodearme, echo un mar de lágrimas.
—No, yo lo lamento, no sé porque lo hice, ni siquiera recuerdo haberlo hecho, pero supongo que muy dentro de mi quería hacerlo, pero no lo recuerdo Nathan.
—Entiendo mi princesa, no le hagas caso a mi padre.
—Pero tiene razón iba a ser egoísta.
Nos separamos del abrazo.
—No hay de malo en ser egoísta algunas veces, sé lo mucho que amabas a tu hermana y que quieres estar con ella. —Agacho mi rostro—, pero también sé que vivirías por ella, ¿Y sabes por qué? —sujeta mi mentón y me lo levanta para verlo—. Porque eres fuerte y valiente, irse del mundo es para cobardes, quedarse y vivir por las personas que ya no están por obra de su destino, es para valientes.
—No creo que el destino de mi hermana era morir así, estoy segura de que le pedimos al universo morir juntas de viejas después de haber bailado en el teatro de Rusia.
—Mari…
—Lo de mi hermana no fue un accidente Nathan.
Lo alejo un poco, él estaba errando.
—Fue accidente de auto.
—Pero ella no conducía Nathan y la persona que conducía ya no está, no fue un accidente, y yo voy a investigar quien fue.
—¿Y si descubres que fue solo un accidente? La persona con quién iba tal vez temía ir preso.
—Ese es el punto Nathan, por un choque las personas se hacen responsables, si realmente temía ir preso, entonces había algo más.
—Mari —me acaricia la mejilla—, solo buscas una razón por el cual tu hermana murió, no quieres aceptar que haya muerto de esa manera.
—Solo quiero justicia Nathan, y la voy conseguir.
—No quieres justicia Mari, quieres buscar a un culpable para hacerte sentir mejor, pero los oficiales dicen que por los momentos se prueba que solo fue un accidente.
—Los oficiales están mal Nathan, lo sé.
—Mari, por favor, solo estás en shock, ¿por qué no descansas un poco?
—¿Acaso no me crees? —alejo mi rostro enojada.
—Creo que necesitas descansar y cuando estés más calmada, podemos retomar el tema.
—¿Crees que estoy loca?
—No Mari, solo que estás mal y podemos hacer o decir cosas no correctas.
—Bien, iré a descansar, tal vez tengas razón —suspiro rendida.
—No es por tener razón Mari, solo deseo tu bienestar. —Besa mi cabeza—. Vendré dentro de un rato a checarte.
—Si doctor.
Él suelta una risita y se va, me acomodo en la camilla, pero la puerta se abre.
—Por fin descansando, ¿No, enfermera? —tiene un tono cómico y se acerca a mí.
Era el mismo hombre de ayer.
—¿Qué hace usted aquí?
—Uh, como que hoy nos seguimos levantando de mal humor, ¿no?
—¿No debería estar descansando?
—Pues digamos que sano rápido. —Me guiña el ojo.
—Ah que bueno, ¿Y a que ha regresado si no es por atención médica?
—Vine a agradecerle… —Saca unas flores detrás de él.
Unas margaritas, mis favoritas y también las de mi hermana.
—Usted me salvó ayer y solo vine a agradecerle, también a disculparme por mi actitud tan brusca. —Me extiende las flores.
Yo me siento y las recibo, pero no porque que quiera aceptarlo, sino porque me recuerdan a ella.
—Pregunté por usted y creí que la encontraría trabajando, pero veo que está siendo atendida, ¿Qué le pasó?
Lo ignoro y huelo las flores.
—Parece que las flores son más recibidas que yo.
—Lo siento, es que tienen un bonito recuerdo.
—Entonces parece que tengo la mitad de suerte hoy.
—¿La mitad? —me hace reír.
—Si, porque no he tenido un buen recibimiento, aunque si se vuelve a reír, seré completamente suertudo.
Lo veo, estaba sonriente y era como si hablara con un hombre tan distinto al que conocí ayer.
—¿Cómo quiere tener un buen recibimiento después de lo de ayer?
—Podríamos hacer borrón y cuenta nueva.
Ruedo mis ojos.
—Es en serio, ayer actúe muy egoísta porque me veía en una situación urgente, no puede castigarme por algo que todo los humanos tengamos en común.
—Yo no soy así.
—Eso es porque usted es un angelito, pero en ocasiones, el ser humano en situaciones difíciles, siempre se pondrá de primero.
Me lo pienso mientras lo veo, esperaba que yo dijera algo.
—Tiene razón, no debo castigarlo por algo tan común. —digo con una sonrisa y él parece cantar victoria—. Gracias por las flores.
—De nada… ¿Ya me dirá por qué está aquí y no trabajando como tanto le gusta? O ¿Se dieron cuenta que trabaja demasiado y es una manera de hacer que descanse? —bromea y me hace reír.
—Tuve un accidente.
Él busca con la mirada algún daño y clava sus ojos en mi muñeca, inmediatamente la escondo.
—¿Accidentalmente intentaste morir?
—No quisiera hablar de eso.
—Está bien, de igual forma no pensaba juzgarte.
—Estoy muy avergonzada y en cuanto mis padres se enteren, se van a decepcionar de mi, sobre todo porque no protegí a mi hermana.
—Yo estoy seguro de que sea lo que haya pasado, hiciste lo mejor que pudiste. —Me abraza.
—¿Cómo?
—Dándoles lo mejor de ti.
—¿Y si no estoy satisfecha con eso?
—Me encargaré de que lo estés.
Abrazo al hombre y me aferró a él, raramente había encontrado calidez en su abrazo, lloré y me sentí comprendida, aunque este no decía nada. Solo me acariciaba y estaba un poco en paz, ¿Por qué parece más fácil desahogarse con un desconocido? No lo sé, solo sé que no quiero que acabe, me siento cómoda aquí.
—Sé que esto sonará descabellado porque apenas te conozco, pero… ¿Podrías quedarte conmigo? El oficial tenía razón, no debería estar sola y tampoco quiero, aunque si estás muy ocupado, lo entendería, pero me gustaría que por lo menos alguien me acompañe hasta que me duerma.
—¿Y te duermes muy rápido?
Otra vez usa ese tono divertido, pero me gusta, me hace sentir que todo estará bien.
—De hecho, no tengo sueño.
—Perfecto, significa que me quedaré por un largo rato.
Se separa de mí y me sonríe, me acomodo en la cama y me hago a un lado para permitir que se acueste conmigo.