Cena de compromiso

1634 Words
Mi padre es un maldito manipulador y yo… bueno, solo hago esto para mi beneficio personal. No sé si podré aguantar tener a Liam nuevamente delante de mí, pero pienso seguir con la farsa de la "horrible novia"… al menos hasta el día de mi tortura, o sea, el casamiento. Mi amiga Mel me miró alucinada y a pesar de que se le ocurrió ponerme hermosa para la ocasión, me rehusé. —Pero Cass, tenemos que arreglarte — ya estaba a punto de tomarme del brazo para arrastrarme a algún centro de belleza, pero no me dejé. —Alto ahí, déjame hacer esto a mi manera, Mel. Refunfuñó, pero no le quedó de otra que aceptar mis planes. El tiempo pasó y pronto se hizo la hora para ir a esa estúpida fiesta de compromiso. Estaba con ganas de salir corriendo hasta China, para así evitar todo esto. "Tengo que ser fuerte", respiro profundamente. Mientras me arreglo para ser la farsa de "fea" Cassandra, me pongo a elucubrar. Sinceramente, no sé lo que tiene pensado mi padre al hacer esto, estamos en pleno siglo xxi, eso se hacía en las épocas donde las princesas eran obligadas por sus padres para que se aliaran dos reinos y cosas así. Yo sería la princesa y me casaré para que 2 reinos (en este caso, 2 empresas) se hagan más poderosas y tengan más éxito. Bueno, eso si lo que decía la familia Sanford era la verdad. —Sí que lo vas a espantar, Cassandra — Mel me mira con una mueca. —Lo hice una vez, puedo hacerlo de nuevo — sonrío victoriosa. Mi padre resopla al verme, pero sabe que no daré mi brazo a torcer por ahora, así que lo deja estar. —Hija nos vamos en 15 minutos, te esperaré en la sala — asentí, sintiendo un nudo en mi garganta. —No iré. —Vamos Cass, puedes hacerlo — habla Mel, agarrándome por un brazo. —Pero… —Eres la increíble Cassandra Goldman, hija de un importante empresario, con su propio negocio, hermosa y una mujer que no le teme a nada ni a nadie. Tiene razón, soy una mujer que se impone ante los retos que la vida me da, no dejaré que un hombre así me venza. —De acuerdo. Alzo la barbilla y Mel aplaude, encantada. —Esa es mi amiga — sonríe, al notar que mi mirada cambia. Al bajar a la sala, nos encontramos con mis padres, elegantemente vestidos. —¿Otra vez, Cassandra? —Es esto o no iré — amenazo. —Déjala tranquila, Jennifer. Mi madre me mira mal, pero se queda callada. —¿Nos vamos? — Mi padre me ofrece su brazo y no tengo más remedio que aceptarlo. —Dime, ¿quién más estará en el club? — pregunto, ya en camino. —Algunos conocidos y amigos de las dos familias y por supuesto, los empleados de cada una, así que estaría agradecido que no escupas a los invitados o mates a tu futuro marido — comenta con una sonrisa, pero esta es de advertencia. —Bien, como sea — me cruzo de brazos. —Estará todo bien, solo recuerda darle una oportunidad. — Señor, ya llegamos — nos informa el chofer. —Está bien — se dirige a mí. — ¿Lista? —No tengo otra opción. —Cambia esa expresión de cordero llevado al matadero, ¿sí? — Susurra antes de que abran las puertas. Al entrar, el lugar estaba muy bien decorado. Es un jardín, con un hermoso lago, tiene un césped cuidado perfectamente, haciendo que el rocío se vea hermoso. Hay mesas arregladas pulcramente, todo acomodado perfectamente. Todo el mundo está platicando con entusiasmo, por lo que puedo notar que también hay más empresarios con sus respectivas familias. —¿Lindo el lugar, no? — me pregunta, mientras nos movemos entre los invitados. —Debo reconocer que no está mal — digo fría. — ¿Ahora a dónde vamos? —Allá está Liam con sus padres, ahora todos deben verlos juntos y felices. —Es imposible con un sujeto así. —Cassandra… —Ya sé, ya sé — suspiro. Los nervios me carcomen por dentro en este mismo momento, lo único que quiero hacer es correr lejos y mudarme a Alaska, lo que sea, menos estar aquí. Mi padre me arrastra hasta quedarme detrás de él. Bueno, por lo menos tiene una espalda ancha, mejor de como la recordaba. Mi “prometido” está hablando con mis “suegros”. —Oh Michael, que gusto que ya estén aquí — me saca de mis pensamientos la señora, con el elegante vestido dorado y con su sonrisa dirigida hacia mí. — Hijo, aquí está tu prometida. Sus ojos están llenos de curiosidad, supongo que no se esperaba una nuera tan "fea". —No puede ser… Liam está con la mandíbula apretada, se nota a leguas que está tan obligado a estar aquí como yo. —Hola, futuro esposo. Hay un tono sarcástico en mi voz, pero parece que el único en notarlo es el idiota que tengo enfrente, que por cierto, me mira con aversión. —Hola, cosa fea. —¡Liam! Aprieto los puños a mis costados y muerdo mi lengua para evitar decir algo mordaz, pero no puedo evitar acercarme con una sonrisa, dejándolo entre sorprendido y, ¿por qué no?, algo espantado. Cuando estoy lo más cerca posible, sostengo sus hombros y hundo mi tacón en su zapato con todas mis fuerzas, provocando un quejido en él. —¡DEFINITIVAMENTE ME NIEGO! — Grita colérico. —¡YO IGUAL NO ME QUIERO CASAR CON ESTE DESCEREBRADO! — digo igual de enojada. Todos los presentes se nos quedaron viendo impactados, al igual que mi padre y los suyos. ¿Qué fue lo que hice para merecer esto? Definitivamente, este es el peor día de mi vida… Se hace un silencio sepulcral en el club al escuchar nuestra discusión, mi padre me mira sorprendido por la escena, al igual que los padres de mi “prometido”, pero sinceramente, me vale un pepino en este momento. Dije que le daría una oportunidad, pero con él es imposible. —Cass — me habla mi padre, pero ni me molesto en hacerle caso, yo sigo matando con la mirada al hombre al frente de mí. — ¿Recuerdas lo que hablamos? — ¡SÍ! —Entonces más te vale que te comportes… —Padre, ¡por favor! — Hablo entre dientes, sin quitarle la mirada al idiota de Liam, que ahora me mira algo divertido. Había explotado sin poderlo evitar, todo lo que este hombre hizo en mi adolescencia fue una total pesadilla, me costó años superarlo. —Vaya, una chica con carácter. Qué lástima que seas tan fea. Se echa a reír, como si fuera lo más gracioso del mundo lo que acaba de decir. Su risa ha cambiado desde la última vez que lo escuché reírse de mí, pero ahora se escucha más varonil, hasta podría decirse sensual. Es ahí donde me permito observarlo de reojo, maldición… pues feo no está, con su pelo castaño oscuro, cuerpo fornido y sus ojos en un tono gris-azul. De seguro el idiota hace que a cualquier mujer se le caiga la baba con tan solo verlo, pero qué bueno que yo no soy una de esas mujeres. Al mirarlo a los ojos, noto que él también me está observando, pero más bien siento que me está analizando. —¿Qué? — digo de mala gana, para que me deje de observar. —Nada, solo comprobaba algo — se mete las manos en los bolsillos y me sonríe de manera arrogante. —¿Ah, sí? ¿Y qué es? — le pregunto, cruzándome de brazos. —Bien dicen que este juego de luces favorece el rostro de algunas personas — mi cara debe de parecer graciosa, porque suelta una carcajada al ver mi desconcierto —, pero en tu caso, sólo lo empeoró. —¡IDIOTA! — Antes de poder poner en práctica mis conocimientos sobre artes marciales, el engendro se fue prácticamente corriendo. —Padre, no me casaré con él, es un idiota arrogante, no lo soporto. —Hija, contrólate. ¿Yo tengo que controlarme? Increíble. Ya ni me acordaba que mi padre y sus padres estaban presentes en nuestra discusión. —Solo tienes que ser paciente con él, cariño — su madre coloca una de sus manos en mi hombro. Claro, se necesitaba paciencia… y una dinamita, como mínimo. — Es verdad — añade su padre —, estoy seguro que eres la única que puede controlarlo y saberlo manejar, es por eso que en parte también se hizo el compromiso. Liam Sanford es el humano más arrogante en la tierra. ¿Cómo voy a poder manejarlo? Ni aunque volviera a nacer. Cuando mi padre me sacó de ese colegio al ver mi depresión, lloré pero de alegría, fue la mejor noticia que pude haber recibido, pero como siempre, el maldito karma te la devuelve, y no de la mejor manera. Sin embargo, yo ya no soy esa chiquilla tonta a la que humilló públicamente. —Bueno, eso podría ser verdad — admito derrotada, con la vista en el suelo. — Esa es mi niña — mi padre me mira con orgullo, al igual que mis “suegros”. Vaya, eso es algo nuevo. — Ahora ve, cariño, encuéntralo y enséñale quién manda — su padre me alienta a buscarlo, pero en realidad, más bien me motiva a devolverle todas las bromas. —Prepárate, Liam Sanford, haré de tu vida un infierno — sonrío con malicia. — Tú solito vas a querer salir corriendo cuando acabe contigo. Nadie se mete con Cassandra Goldman y vive para contarlo.
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