Cassandra
Soy Cassandra Goldman, una mujer bien plantada, exitosa en los negocios y que no se amedrenta ante nada. Me gradué con honores como arquitecta y soy muy conocida en mi ramo como una de las mejores.
—Esto es impresionante, señorita Goldman — alaba el hombre guapo delante de mí.
Sonrío complacida, porque sabía que le gustaría.
—Gracias, pero puedes llamarme Cassandra — sonrío de medio lado y lo veo observarme de arriba a abajo.
—De acuerdo, pero sólo si me llamas a mí Theo y no señor Reinald — sonríe con coquetería.
—Encantada — le guiño un ojo.
Heredé el talento de la arquitectura de papá y el de diseño de interiores de mamá y soy consciente que soy muy buena en mi desempeño laboral, siendo alabada constantemente por mis diseños exitosos.
—Me encanta — dice complacido, mirándome a los ojos. — Es un trabajo excepcional.
—Excelente. ¿Entonces tenemos un trato? — extiendo mi mano y él la toma de inmediato, dándome un delicado beso en el dorso.
—Quisiera tener algo más que un simple trato, Cassandra — su mirada es peligrosa, pero no logra intimidarme, sabía lo que quería apenas puso un pie en mi oficina.
—Pocos son los hombres que pueden estar en mi cama, Theo — muerdo un lapicero de manera sensual y veo sus pupilas dilatarse.
Su respiración se agita y puede sentir el cambio en el ambiente, parece haberse llenado de feromonas.
—Pues me encantaría ser uno de ellos — declara con voz ronca.
Cruzo mi pierna, mirándolo con sorna.
—No suelo mezclar los negocios con el placer…
Un ruido insistente me interrumpe y resoplo frustrada, preguntándome quién puede ser.
—Oh — suspiro, viendo que se trata de mi padre. — Qué querrá ahora. ¿Me disculpa? — me vuelvo hacian Theo.
Él hace un ademán de que continúe.
—¿Diga?
—Cassandra, necesito hablarte de un asunto serio.
Me enderezo en mi asiento.
—¿Qué tan serio? —Alzo las cejas.
—No puedes seguir con esa vida que llevas, me preocupa tu futuro.
Sonrío divertida. ¿Qué le había picado esta vez?
—Mi futuro estará bien, ¿qué es lo que te preocupa? Todo va perfectamente.
—No, no lo está — resopla. — Necesitas sentar cabeza y tengo el candidato ideal para ello.
—¡¿Qué?! — me levanto de mi asiento, incrédula.
Theo me mira con ojos muy abiertos.
—Un momento, padre.
Miro al hombre delante de mí, notando su decepción, no podía culparlo; estaba igual.
—Es un asunto importante, señor Reinald — hablo de manera fría y desganada y afortunadamente, capta el mensaje.
—Entiendo. Entonces volveremos a reunirnos…
—Le diré a mi asistente que le agenda una cita — sonrío cortés, moviendo una pierna con nerviosismo. — Buenas tardes.
El hombre parece sombrío y serio, pero no puedo hacer nada.
—Padre, por favor dime que esto es una broma — suspiro, mirando el calendario, para ver si es día de las bromas.
No, no lo era.
—Hoy cenaremos con él y sus padres a las 8 pm.
Golpeo el escritorio, comenzando a enfadarme.
—¡No puedes hacerme esto! Soy profesional, exitosa y tu mejor arquitecta. ¡No necesito un hombre!
—Quiero que estés lista a esa hora — es como si le hablara en chino. — Ya es hora de que sientes cabeza y te olvides de esas ideas modernas de una vida solitaria sin un marido.
Mi padre es un idiota retrógrada. ¿Quién dice que una mujer necesita esas tonterías?
—¿Y al menos sé quién es? — bufo molesta, esperando que no sea un viejito panzón o algún tipo con aliento de ajo.
—No lo sé, quizás lo conoces —se oye dubitativo. — Es hijo del millonario Arthur Goldman, presidente de la cadena hotelera más grande del país.
Me quedo fría por sus palabras.
"Maldita sea, no puedo creer que sea él".
—¿Por qué precisamente ese idiota? — suelto sin pensar.
—Cassandra, no quiero tener que ser duro contigo — me regaña. — Nos vemos en casa temprano, recuerda que la cena es a las ocho. Adiós.
Me cuelga, sin darme tiempo a replicar y estoy que echo humo.
Prácticamente lanzo el teléfono, conteniendo un grito de contrariedad.
Quiero vivir mi vida libremente, sin ataduras y Evan es el espécimen ideal para despejar mi mente justo ahora.
Es un remombrado médico muy sexy y buenísimo en la cama, así que le mando un mensaje para una noche de sexo bien salvaje.
"Hey, guapo. ¿A la misma hora de siempre? Quiero mi dosis hoy".
Me responde a los pocos minutos.
"Pero qué mujer. ¿Olvidaste que el trato fue mi idea? (emoji seductor)"
"Eso es irrelevante. Me gusta el sexo contigo (emoji sonriente). Dime si quieres o no, necesito relajarme".
"De acuerdo, tú ganas. A la misma hora en el lugar de siempre. Hasta más tarde".
***
Sabía que esa cena sería un desastre, Liam Sanford es un idiota inmaduro que solamente piensa con la cabeza de abajo.
—¡Hija, vuelve aquí!
—¡Cassandra!
Ignoro los llamados de mis padres, mientras subo las escaleras, con una revolución de sensaciones en mi interior, sin importarme que Míster Perfecto se quede plantado en plena sala como un maldito cactus.
Ya no soy la mujer que él cree, solo lo hice para demostrar que mi posible "marido" era el mismo hombre de siempre: frívolo y superficial.
—¡Cassandra!
—¡Ahora no, padre!
Él detiene la puerta, antes de que pueda siquiera entrar a mi habitación para estar en paz.
—¿Se puede saber qué fue todo eso? ¿Por qué apareciste vestida y maquillada de esa forma?
Las aletas de su nariz están dilatadas y la vena en su frente late demasiado, por eso sé que está realmente enojado por haber arruinado esta "noche especial", como la había llamado antes.
Tomo una bocanada de aire, preparándome para hablar.
—Sólo quería que vieran la clase de patán con el que quieren que me case. ¡No estoy dispuesta a ser su esposa!
—Cassandra…
—Me duele la cabeza, ahora, si me disculpas…
Mi padre resopla y se aparta, pero sé que solamente he ganado una batalla.
Daré todo de mí para ganar esa guerra, porque no pienso casarme con el idiota de Liam Sanford por nada del mundo.
Entro a mi habitación y me echo sobre la cama, completamente frustrada. ¿Por qué esto me tiene que pasar a mí?
—¡Niña Cassandra! — Cleo me mira con preocupación apenas me ve, con todo hecho un desastre.
—¿Puedes preparar un baño de tina? Necesito relajarme.
—De acuerdo, mi niña.
Ella siempre tan amorosa y fiel desde que tengo memoria. No sé qué sería de mi vida sin ella, de seguro ya me habría colgado de la lámpara de mi casa.
¿Exagerada? No. De mis padres no espero ya nada, solo quieren que fuera perfecta en todos los sentidos, como si fuera un maniquí de tienda.
¿Por qué un hombre así querría casarse por conveniencia? No lo sé, pero todo me está oliendo demasiado mal y más me vale averiguar algo.
—Es que no entiendo cómo pude fijarme en alguien así — refunfuño, sacándome toda la ropa que traigo puesta.
La verdad es que en esa época no lo conocía bien y me había deslumbrado su atractivo y el hecho de ser capitán del equipo de baloncesto. ¡Era lo único que tenía de especial!
Me había rechazado y quizás fue mejor así. Es mi turno de darle una cucharada de su propio chocolate.
"Eso sería tomar venganza, Cassandra, y todos sabernos que tú no eres así…", ataca mi conciencia.
— Al diablo con todos, romperé este compromiso a como dé lugar.
Cleo finalmente me dice que la tina está lista y esbozo una sonrisa, dirigiéndome a mi cuarto de baño para desaparecer unas horas.
La puerta de la habitación suena, pero le digo a mi nana que no abra. No quiero enfrentarme a nadie en estos momentos, necesito pensar y en estos momentos, las palabras del idiota de Liam rondan mi cabeza.
¡Jorobado de Notredame sus nalgas!
Las sales de baño me relajan por completo y coloco mis audífonos para cerrar los ojos y relajarme por completo. Por ahora, no quiero pensar en nada más.
***
—Es un lugar hermoso — digo, observando impresionada la hermosa vista que se alzaba ante mí.
—Me alegra de que te guste, estaba seguro de que te encantaría este lugar — comenta, mientras camina hacia mi hasta ponerse a mi lado.
—¿Por qué haces todo esto? — no pude evitar hacer esa pregunta, que me tenía rodando la cabeza desde hace varios días.
—Porque quiero darle a mi esposa lo mejor.
—Cassandra…
Alguien suspira en mi oído y le doy un manotazo, pero siento un cosquilleo sobre mi rostro y me paro como un resorte, sintiendo un susto de muerte.
—¡Ahhhh!
—Cálmate, ¡soy yo!
Mi amiga Melany me mira un poco alterada, pero al ver que suelto un suspiro, esboza una sonrisa.
—¿Estabas soñando?
Pongo los ojos en blanco.
—Una pesadilla… aunque en realidad, estoy metida en una — refriego mis ojos, porque me arden un poco. — ¿Cómo es que siempre consigues entrar a mi habitación?
—Es mi talento natural — Sonríe. — Ahora, ¿por qué dices que estás en una pesadilla?
—No tengo muy buenas noticias que digamos — espeto de mal humor.
—Oh, no. Tienes esa mirada de querer matar a alguien — sonríe de manera macabra. — ¿Quién es la víctima?
—Mejor salgamos de aquí y te cuento, la historia es larga — suspiro.
—¿Podemos desayunar fuera? Muero de hambre.
—Tú siempre pensando en comer — sonrío con diversión. — Déjame arreglarme entonces.
Me visto con lo primero que encuentro, que es un pantalón de mezclilla con una blusa de tirantes de color negra con estrellas blancas y unas zapatillas deportivas.
Me cepillo mi cabello lo más rápido que puedo y voy de nuevo al espejo para ponerme un poco de maquillaje.
—Te ves relajada, eso me gusta — comenta Mel, mientras revisa su celular.
Solo me toma unos 5 minutos arreglarme y es que no necesito mucho para verme hermosa.
—Bien, ya estoy lista — comento con una gran sonrisa, mientras miro mi reflejo.
Ahora ya estoy “normal” por así decirlo, con un poco de rubor en mis mejillas, delineador n***o sobre mis ojos color azul llegando a verde (un color raro a mi parecer) y mi cabello lacio de color n***o, cepillado hasta la parte baja de mi espalda.
Después de asegurarme de que todo esté en donde deba de estar, bajo por las escaleras junto a mi amiga. En la sala puedo encontrar a mis padres, mientras mi progenitor lee el periódico tranquilamente.
—¿Se puede saber a dónde vas? — pregunta como no queriendo la cosa.
—Con Mel a desayunar.
—¿Por qué no lo hacen aquí?
—Tengo planes, papá — ruedo los ojos.
—No los tengas esta noche, es la cena de tu compromiso.
—¡¿COMPROMISO?! — Mel está con los ojos muy abiertos.
—Luego te cuento — mascullo entre dientes.
—Padre, pensé que ya había quedado claro que no voy a casarme con ese tipo — alzo la barbilla con determinación.
—Tú harás lo que se te pide, Cassandra — refuta implacable.
—¡Pero es completamente absurdo!
Michael Goldman es un hombre severo y autoritario, un as para los negocios y con buen ojo para las buenas inversiones… pero un pésimo padre.
—No te crié para ser una rebelde.
—¿Tú me criaste? — añado pensativa. — Oh, lo siento… pensé que ese había sido el papel de Cleo.
—¡Cassandra!
—¡No me puedes obligar a casarme con alguien que no quiero!
Mi padre aprieta el puente de su nariz, resoplando con molestia.
—Cassandra, la última vez que un hijo Goldman trató de llevarme la contraria, fue desheredado y desterrado de esta casa — su mirada era glacial.
Trago saliva.
¿Cómo puede decirlo de ese modo tan campante? ¡Había condenado a su propio hijo a la miseria, y quién sabe dónde estaría ahora!
Pobre Douglas, lo extraño un montón.
Por eso quiero hacer crecer mi negocio, abrirme paso sola… pero para mi padre, mi mejor opción es contraer matrimonio con un idiota egocéntrico.
—¿Vas a echarme también? — Un nudo se forma en mi garganta, pero me niego a llorar.
—Sabes que puedes elegir, pero es una pésima idea que trates de llevarme la contraria ahora — dice como si nada. — Tienes fama y eres buena en lo que haces, pero mis clientes te apoyan solamente por mí, solo bastará unas llamadas de mi parte para que todos te quiten el apoyo inmediatamente.
¡Argh, lo odio!
Sabe que quizás puedo salir adelante, pero con ese precedente de padre cruel, me tiene atada de manos y sé que me veré obligada a darle al menos una oportunidad a Liam.
—No hagas un drama innecesario — resopla, dando un paso hacia mí. — Son solo negocios, ve el lado bueno.
—¿Y ese cuál es?
—Luego de un tiempo, puedes crecer más en tu negocio y tener un imperio como el mío, como siempre quisiste.
—¿Tengo opción de deshacerme de ese horrible trato? — lo miro dubitativa.
—Claro, estoy seguro de que en un tiempo, tu marido puede hacer un gran renombre, que todo sea un éxito y obtener lo que más deseas. ¿No lo ves?
Todo lo que había soñado pasa delante de mí como una película. Puedo ser libre e independiente, hacer las cosas a mi modo, como debería ser.
—Yo…
—Ahora, estarás lista a las siete y media, Alfie te pasará buscando, así que nada de teatros para tu cena de compromiso, ¿estamos claros?
Habla serio, mientras me mira de reojo, dándome a entender que la conversación ha acabado.