Thomoe se apartó, desviando la mirada. —Ya no quiero hablar de ella —declaró, con un tono de voz cargado de emociones encontradas. Dan asintió comprensivamente. —Lo siento —se disculpó, reconociendo el dolor que sus palabras podrían haber causado. —Busquemos al papá de Tete —propuso Thomoe, intentando cambiar de tema. —Sí, vamos —respondió Dan, acompañando a su hermano. Caminaron por los pasillos del almacén, observando atentamente a su alrededor en busca de alguna señal del padre de Tete. Finalmente, recibieron información sobre su paradero: lo vieron entrar junto a la esposa de Angel. Se dirigieron hacia la dirección indicada, atravesando los corredores llenos de cajas y estanterías repletas de mercancía. El ambiente estaba impregnado de un murmullo constante de actividad laboral