Después de que Celeste salió a hablar con Tomoe, su padre, Alberto, estaba hablando por teléfono con Wilson. —Ya hice lo que me pediste. Le dije que él me golpeó y también mencioné algo sobre una venganza. Ya me va a pagar —dijo Alberto, con ansiedad. —¿Te creyó? —preguntó Wilson, su tono reflejando cierta cautela. —No lo sé. Esa niña es tan ingenua que creo que se lo creyó todo —respondió Alberto, con un eco de confianza en su voz. —Bien, recibirás tu paga —afirmó Wilson, con una promesa de recompensa en sus palabras, y luego colgó la llamada. Wilson apretó su celular y lo colocó cerca de su labio, demostrando una sutileza similar a la de la joven. —¿Sigues detrás de esa insípida? —comento Priscila desafiando su autoridad. —Ella es mía —respondió Wilson, con una firmeza que no deja