Celeste y Thomoe paseaban por los puestos de un mercado ambulante, disfrutando del bullicio y la variedad de productos. —¡Tom, mira! —exclamó Celeste con entusiasmo, corriendo hacia un puesto que vendía broches. Thomoe la abrazó por la espalda y observó lo que le señalaba. —No traje dinero —dijo Celeste, sintiéndose un poco avergonzada. —No te preocupes, yo te lo compraré —respondió Thomoe con una sonrisa. Celeste titubeó un momento, sintiéndose incómoda por aceptar el gesto. —No es necesario, no quiero abusar —dijo ella, tratando de declinar la oferta. —No es abuso. Mira, te ves muy linda —insistió Thomoe , elogiando su apariencia, con uno de los broches puestos en su cabeza. —Gracias —respondió Celeste, sonrojándose levemente. —Tete, eres muy tierna, ¿sabías? —comentó Thomoe