Mónica y Celeste dejaron de moverse al ritmo de la música y regresaron a su mesa, buscando un merecido descanso después de tanto baile. —Tengo mucha sed, me he cansado mucho. Hace tiempo que no me divertía de esta manera —comentó Celeste, sintiendo la necesidad de hidratarse. —Ve por algo de beber, yo te acompaño —ofreció Monica, notando la fatiga en su amiga. —Gracias. Sí, es cierto, casi siempre venimos al mismo lugar a escondidas de nuestros padres, pero hoy se siente diferente —reflexionó Celeste, sintiendo una extraña atmósfera en el ambiente. Ambas bebieron todo el contenido de sus vasos, sin dejar ni una sola gota. —¡Qué raro sabe esto! —observó Monica, arrugando la nariz al probar su bebida. —Sí, como si la piña estuviera pasada. Es extraño, pedimos sin alcohol, pero comienzo