—Me duele mucho la cabeza —confesó Celeste para sí misma, sintiendo un intenso dolor. Con una expresión de angustia, Celeste se presionó la cabeza con fuerza, luchando contra el dolor que la abrumaba. Corrió al baño y se inclinó sobre el lavamanos, vomitando debido a la intensidad del malestar. —Me siento fatal —murmuró, mientras luchaba contra las náuseas. Decidida a aliviar su dolor, Celeste bajó a la cocina y buscó pastillas. Tras encontrarlas, se tomó dos aspirinas y se dirigió a su habitación. Se recostó en la cama y se colocó paños de agua fría en la parte trasera de la cabeza, en un intento por calmar el dolor. Exhausta, finalmente se dejó vencer por el malestar y cayó en un profundo sueño. En su sueño, Celeste se encontraba en un parque, donde se topó con un joven Thomoe, cuy