Capítulo 5
Decido que estoy lista para salir de mi escondite ¿La verdad? No lo estoy para nada. No me encuentro bien conmigo misma, con respecto a lo que acaba de pasar. Reconozco que Eryx me transforma en una especie de demonio s****l cada vez que está cerca de mí. ¿El problema? Es el novio de mi mejor amiga, y ese es el principal detalle que nunca debo olvidar.
No me siento bien con el asunto de la infidelidad y mucho menos cuando con ella arruinas y dañas a otras personas. ¡Maldición! –Golpeo la encimera del lavabo con mis puños– Tengo una queja muy seria con el señor que nos vigila desde arriba ¿Tenías que ponerlo precisamente a él en mi camino? Es que acaso no te bastó con Eva, para que ahora pretendas enviarme a esa serpiente rastrera para que me haga perder la razón.
No soy ninguna santa y mucho menos una mujer con la suficiente moral como para lanzar la primera piedra.Soy una maldita pecadora, eso lo reconozco, pero en este preciso momento me siento como María Magdalena a punto de ser apedreada.
Me aliso el vestido y retoco mi maquillaje. Respiro profundo y tomo todo el valor para enfrentar al hombre que ha hecho de mi vida un completo desastre. No puedo evitar que los malditos nervios me tengan a punto de lanzar la llave al inodoro y auto encerrarme para siempre en mi propio calabozo. Pero recuerdo que soy una mujer segura de mi misma y de lo que quiero y lo que deseo en este instante es patear las bolas de ese maldito embaucador.
Salgo del baño y me consigo con una escena que jamás podría haber imaginado. Puedo oír a la distancia las voces de Eryx y Alejandro discutiendo acaloradamente. Eyyyy tú… –señalo con mi dedo hacia arriba- ¿Acaso tratas de vengarte por el reclamo que acabo de hacerte?
A pesar de que la situación no es la más conveniente, me detengo un momento para oír lo que se dicen estos dos –sonrío– como puede negarse una chica a que dos buenorros se peleen por ella.
–¿Y a donde piensas llevarla?- reconozco su voz, sé que se trata de Eryx.
–No creo que eso te importe, pero pienso llevarla a comer y quizás a un bar, todo depende de ella– responde Alejandro y sonrió, eso es no te dejes intimidar por él.
–Si me importa… Alyn me importa mucho, crecimos juntos–pero… ¿qué mierdas dice?– es como mi hermana y no quiero a ningún idiota junto a ella.
¿En serio? ¿Es que acaso Eryx se ha vuelto loco? Cuándo un hermano hace lo que él hizo hace solo unos minutos esa serpiente venenosa hizo conmigo.
–Oye amigo cálmate. Ella no es una niña a la que puedas engañar, es toda una mujer que sabe lo que quiere, si acaso no lo has notado.
–No soy tu amigo –dice Eryx con inquina- solo te digo una cosa, si me entero que le tocas un pelo te la vas a ver conmigo –se acabó la diversión, esa amenaza es una clara advertencia para que salga de mi escondite y acabe con toda esta tramoya.
–¿Quien se las va a ver contigo Eryx Andreato?- el me ve serio, pero no me voy a dejar intimidar, ya basta de caer es sus encantos.
–El idiota que se atreva hacerte daño Alyn Davis- me rio irónicamente y me acerco a él.
–No tienes ningún derecho a meterte en mi vida Eryx –remarco su nombre– no soy tu asunto y no te he dado derecho para que lo hagas –remato con rabia, por todo lo que es capaz de hacer conmigo– preocúpate por Camile, ella es el único asunto del que debes hacerte cargo.
Le doy la espalda y me dirijo hacia Alejandro. Tomo su mano y entrecruzo sus dedos con los míos.
–Ya estoy lista cariño, podemos marcharnos.
Y salimos de allí sin mirar atrás. Mi corazón latiendo a mil por horas y la pena a punto de hacerme regresar y tomarlo entre mis brazos, para decirle que todo lo que dije no es cierto y que lo deseo en todas las formas posibles en que lo pueda tener. Pero eso es una utopía.
Tomada de la mano de mi doctor sexy, lo saco del apartamento. Es hora de salir del infierno que causa Eryx en mi vida. Alejandro parece confundido pero no dice nada por algunos minutos. Estando en la comodidad de su auto, es cuando por fin se decide a hablar, aunque yo hubiese deseado que olvidara todo este tema.
–Tu amigo es algo raro. –Su pregunta me deja muda durante unos segundos.
–No hagas caso –hago un gesto con mis manos– es un prepotente y un entrometido –trato de sonreír y olvidar a Eryx, él no me va a arruinar esta cita- que te parece si olvidamos lo que pasó y mejor me cuentas hacia donde piensas llevarme. –con mi sonrisa perdonavidas, le coqueteo para que se olvide del asunto.
–Sé que tratas de cambiar de tema Alyn –me reprende y pongo los ojos en blanco– pero me contaras cuando estés lista.
Alejandro me lleva a un magnifico restaurante italiano. Comemos pasta –por supuesto, obvio– tomamos vino y nos reímos de la vida. Poco a poco me voy deslastrando de mis dudas y sintiéndome más cómoda con él. Pido pastel de chocolate como postre, Alexandre opta por un tiramisú. Cuando probé la primera cucharada, no pude evitar gemir ante lo delicioso que estaba, tanto así que tomé un poco del chocolate con uno de mis dedos y me lo lleve a la boca para saborear el exquisito sabor.Levanto mi mirada y veo a mi doctor sexy con la cucharilla a medio camino y con una mirada traviesa en sus ojos.
Me gusta mucho el doctor, sobre todo porque tiene ese potencial que difícilmente puedes hallar en un hombre. Es muy parecido a mí, quiero decir, irradia esa sensualidad que puede derretirte con tan solo un suspiro y con su mirada es capaz te demostrarte todo lo que podrías tener con él. Estoy segura que Alejandro puede llevarte al cielo con tan solo una caricia y esos es precisamente lo que necesito en este momento, porque con las caricias de Eryx sentí como era arrastrada al infierno.
Quizás estando con él podría olvidar este capricho con Eryx. O tal vez sea tanta tensión s****l acumulada lo que me ha llevado a ceder con él. Si así era, entonces el remedio sería liberarla y nada mejor que mi doctorcito sexy para hacerlo.
–Quieres ir a un bar… o caminar por ahí… o quizás te podría enseñar mí casa- sonrió con su cinismo, pero me encanta un tipo que sabe tantear el terreno, un tipo que sabe que es lo que quiere.
–Vas justo al grano doctor- él sonríe de manera seductora y llama para pedir la cuenta– mejor llévame a un bar y veamos cómo se desarrolla la noche- tampoco estaba tan desesperada para a la primera decirle llévame a tu casa. Me encanta el juego de la provocación y el doctorcito sexy no iba a ser la excepción.
–Conozco un sitio que te va encantar. –me dice sensual y provocativo. El doctor tiene sus maneras y me encantan, no lo puedo negar.
–Ahhh –gimo– por favor… más rápido- pido entre gemidos mordiendo mis labios.
¿Qué cómo llegamos a esto?
Si les cuento no me lo creerán, pero ya que lo piden… quien soy yo para negarles una buena historia, y más cuando esta lleva a mi actividad favorita.
Alejandro me llevo a un bar increíble. El ambiente era de lo mejor, nunca había estado en un lugar como ese. Así que continuamos con nuestra charla… las cosas se pusieron calientes a medida que avanzaban las horas y hubo toques por aquí y por allá, un coqueteo de esos que hacen que te mojes.
Cuando comenzó a sonar una música latina que me recordó mis raíces, no pude evitarlo y lo invite a bailar. Como toda una experta seductora comencé a mover mi cuerpo de manera provocativa. Mis caderas se movían al compás del ritmo pegajoso y enseguida Alejandro se contagió del ambiente. Su cuerpo se amoldó al mío mientras sus manos se dejaron llevar juguetonamente por todo mi cuerpo. El calor nos invadió y las cosas se pusieron frenéticas.
En medio de aquella oscuridad donde cada quien estaba pendiente de lo suyo y donde los cuerpos hablaban solo con el ritmo de la música, los nuestros comenzaron a hablar en ese idioma que solo entiende de besos y caricias. Sus dedos recorrieron mis pechos y la humedad en mis bragas no tardó en aparecer. Era un mago con sus manos y con esa boca persuasiva. Pegué mis caderas a su pelvis para tantear que tanto podía influenciar en él, y no hubo dudas en cuanto a mis futuras posibilidades enredada en un cuerpo duro y caliente. Su pene estaba lo suficientemente empalmado y duro y no dudé ni un solo instante en llevar mi mano hasta él. Era inmenso y no había dudas que disfrutaría al máximo con él. Lo recorrí con mis dedos en toda su extensión y lo oí liberar el más delicioso rugido que hizo todo mi cuerpo estremecer. Sus manos habilidosas se colaron bajo mi vestido, desesperadas por llegar hasta donde lo estaban deseando. Y me hizo temblar cuando se hundieron deliciosamente dentro de mi coño. La lujuria había sido liberada y ya no había ser capaz sobre la tierra de poderla detener.
–Vámonos de aquí –me pide y asiento.
Hasta aquí todo bien, me siguen ¿no?
Salimos del bar tomados de la mano, no nos podíamos separar. Al subirnos a su auto, sus manos fueron a mis muslo, los acariciaba lentamente. Hasta que fueron subiendo lentamente hasta llegar a la intersección de mis muslos. Él no perdía de vista la carretera, este hombre es un Dios puede hacer dos cosas al mismo tiempo.
–Ponte el cinturón- me dice sin verme y asiento. –su voz es áspera, me calienta demasiado solo puedo esperar a que estemos solos, en un cuarto, o una sala.
Alexandre acelera sus caricias y me toca por encima de mis bragas, luego inserta sus dedos por la orilla y comienza a mover su mágico dedo por toda mi abertura. Puedo jurar que en este momento no puedo estar más mojada de lo que estoy. Gimo sin pudor y lo veo sonreír. Me indica que acomode el asiento y lo deje caer hacia atrás, no dudo ni un segundo en hacerlo, se lo que vendrá y me muero por tenerlo.Una vez que lo hago, sube mí vestido hasta mi cintura, haciéndome sentir expuesta. Pero saben que… ¡me tiene sin cuidado!
–Cierra los ojos y déjate llevar. –como no hacerlo, si sus dedos me están enloqueciendo.
Experiencias buenas he tenido un montón pero lo que estoy sintiendo en este momento no se compara. Al cerrar los ojos el mundo entero desaparece y soy puras sensaciones, ya no puedo pensar coherentemente cuando hace contacto con mi piel. Sus dedos expertos tocan todo con una calma absoluta, gimo al sentir más presión y en ese momento sé que estoy dispuesta a llegar hasta donde tenga que llegar.
–¿Tu casa o la mía?
Lo demás ya lo pueden imaginar.
Luego de follar por primera vez, nos dirigimos a su bar por unas copas.
–Ok ¿entonces cómo fue?- me pregunta y pongo los ojos en blanco.
–Como toda primera vez, horrible, bueno al menos para mí fue horrible- le digo y el ríe.
–Eso es estúpido, todo buen hombre sabe cómo hacer disfrutar a una mujer así sea su primera vez– ruedo los ojos.
–Creo que no recibió a tiempo el manual de instrucciones para la primera vez –le digo segura– pero puedo asegurar que no era su primera vez –el parece asombrado, lo sé estos no son temas que se tocan en la primera cita, pero la verdad él nunca dijo que era una cita, yo solita le di ese nombre– lo atribuyo a que la primera vez que estas con una persona es difícil complacerla porque no sabes…
–Si lo sabes –me interrumpe y alzo una ceja– un hombre que no te haga llegar a un buen orgasmo no vale la pena, te lo digo yo que soy hombre que suele asegurarse de que su mujer sea la primera en tenerlo – me rio por su comentario y tomo un sorbo de mi copa. Ufff… doctorcito sexy, no sabes lo bien que sabes hacerlo.
-Está bien doctorcito sexy, lo que digas- pero sé que tiene razón, un hombre que no te lleve al orgasmo no es para ti– ¿tu más grande fantasía s****l?
–Esta difícil –rasca su barbilla pensativo y luego sonríe– creo que no se… bueno ver a dos chicas eso me pondría como una moto. –bufo.
–Típico de hombres- le digo rodando los ojos.
–¿Y la tuya?
–Como fiel fan de Christian Grey debo decir… que amaría ser azotada.
En lo que esas palabras salen de mi boca él se transforma, es como si se convirtiera en otro Alejandro, como si hasta el momento me hubiera mostrado al Ale tranquilo y relajado y ahora haya dejado salir a la bestia.
¡Mierda! Me he topado con el Dr. Jeckyll y Mr.Hyde
Se baja de su taburete y se posiciona entre mis piernas. Con coquetería me abro con cuidado para él, primero besa mi mejilla, luego mi cuello y finalmente deja un beso en mi boca.
Cuando se va a separar lo tomo del cuello y lo acerco más obligándolo a profundizar el beso, sus labios son exquisitos saben a alcohol pero de seguro los míos también. Su beso es profundo y ardiente robando todo el aliento de mí. Sus manos dejan pequeñas caricias en mis muslos descubiertos y eso envía chispas a mi centro. Al separarse de nuevo, muerde mi labio con fuerza causando que gima con fuerza, descontrolada.
–Será mejor que te lleve a tu casa – me dice, y al alejarse se acomoda disimuladamente el pantalón.
–¿Porqué?... ¿Tan mala experiencia tuviste que ahora quieres deshacerte de mí?
–De ninguna manera cariño –se vuelve a aproximar y esta tan cerca que cuando habla su aliento choca contra mi boca– pero si seguimos así no te prometo que puedas caminar mañana– ¡mierda! Me encantan los retos y este desafío me viene como anillo al dedo.
–Quizás no quiera hacerlo –extiendo bien mis piernas, incitándolo a que me demuestre lo que es capaz de hacer.
–¡Joder nena!... no sabes lo que has provocado – se vuelve a lanzar a mis labios y los devora con fuerza y pasión.
Me encanta el ritmo que lleva, que me quiera dominar, que sea aún más activo que yo. Sus manos se meten bajo mis glúteos y los aprieta con fuerza, luego se aferra a mi cintura y finalmente se apoderan de mis pechos, apretando deliciosamente mis tensas puntas. Al separarse me toma de la mano y me lleva de vuelta a la cama.
Es hora de comenzar el segundo round.