prologo
Prólogo
Mi nombre es Alyn Davis, y como toda buena historia empezare desde mis más viejos recuerdos, o desde mis mas antiguas vagabunderias.
Desde que tenía 9 años he sido una chica un tanto extrovertida. A esa edad mi único interés eran las muñecas y todo el mundo imaginario que creaba a su alrededor, la verdad no me interesaban los niños y a las niñas las veia a todas muy diferentes a mi, nunca encajamos. Mi adolescencia fue un poco complicada. Cuando mi cuerpo comenzó a cambiar, me sentí un tanto preocupada. Comenzaron a aparecer curvas en donde menos lo imaginaba y un par de pechos de tamaño extraordinario, lo que ahora veo como un gran dote. Me costó asumir ese proceso ya que no entendía lo que estaba pasando con mi cuerpo. Una clase de sexualidad me ayudó a comprender a que solo se trataba de una etapa en mi vida. Estaba dejando de ser una chiquilla y comenzaba a convertirme en una mujer, y en ese momento me dio un poco de miedo, y se abrio mi curiosidad.
Mi curiosidad dio paso a mil preguntas y busque las respuestas a cada una de ellas. Toda mi investigación me llevo a descubrir que una vez que comienzas a cambiar descubres un nuevo mundo en el que los hombres se hacen indispensables para nuestras necesidades y nosotras somos el motivo de su tentación, un hombre lo podria perder todo por una mujer.
A los quince años descubrí la palabra MASTURBACIÓN.
¡Madre mía! No se imaginan lo que puedes descubrir en el internet y lo fácil que es obtener información sobre cualquier cosa que se te ocurra. Sentí tanta vergüenza en cuanto vi un video sobre“Como realizar una masturbación perfecta”. Les juro que jamás lo voy a olvidar, pero si que fue de mucha ayuda.
Leí que los hombres comienzan a masturbarse desde los 11 años, nosotras apenas lo logramos entre los 18 y 20. Muchas lo convertimos en un arte y otras nunca llegan a conocerlo. Yo definitivamente no estaba en el segundo lote, me gustaba explorar mi cuerpo, autoconocerme.
Comencé a sentirme diferente. Desafiaba todo aquello que no se me permitía y me reusaba a seguir normas de comportamiento. Era una chica libre e independiente y me gustaba tomar mis propias decisiones aunque estas no resultaran nada bien, pero era mi responsabilidad y de ellas aprendía.
A los 16 tuve mi primer novio. Un chico de la escuela, común y corriente, nada especial, pero era el primero que se fijaba en mi de modo diferente. Tenía mis hormonas revolucionadas, pero una mente bien instruida en lo que a sexo se refería. Él era mucho más alto que yo y me llevaba dos años de diferencia.
Adam era encantador, eso no lo podía negar. Inclusive, logro ganarse a mis padres y estos aceptaron el noviazgo sin ninguna objeción. El problema se presentaba cuando nos encontrábamos solos. Ese encanto desaparecía. Se convertía en un lobo hambriento capaz de desgarrar tu carne en un solo mordisco. Sus besos eran escandalosamente apasionados y eso hacía que mi cuerpo se volviera como agua para chocolate. Tenía manos expertas, que podían hacerte olvidarlo todo en el momento y sentirte capaz de ir mas allá, hasta donde el cuerpo y el deseo te lo pedían. Me acariciaban de tal manera, que me hacían sentir poderosa, por ser capaz de volverlo tan frenético y loco.
Lo nuestro no paso de segunda base, hasta allí llego toda la pasión que podíamos sentir. Unas semanas después de todo aquel fuego que prendió una llama dentro de mí que aún no se apaga, todo volvió a la normalidad. Una vida monótona y aburrida en la que la rutina se convirtió en el pan de cada día, estaba cansada de eso, mi cuerpo pedia mas, yo necesitaba mas.
– ¿Y terminaron y ya? –pregunta mi madre mientras desayuno.
–Si madre solo terminamos, no es la gran cosa. –respondo aburrida.
–Bueno, Adam me parecía un buen chico. Pensé que de verdad estabas enamorada de él y que el noviazgo duraría un poco más.
–Mamá apenas tengo 16 –le explico- no es que esperaba que fuera el único novio de mi vida o el indicado para casarme –blanqueo los ojos- era algo pasajero.
–Bueno, no quiero que esto se vuelva una guachafita y tengas un novio diferente todos los meses. –me mira inquisitivamente.
–Claro mamá como digas –miento- nunca más.
Pero la llama se había prendido dentro de mí y no podía ser extinta. Mi cuerpo estaba deseando todo aquello que mi mente perversa ya conocía. Estaba dispuesta a satisfacer sus necesidades y a cumplir con cada deseo que mis fantasías exigían.
Luego de aquella primera experiencia,mi cuerpo descubrió lo que era el sexo y el deseo. Tuve varias relaciones a escondidas de mi familia...A sus ojos era una chica obediente, de reputación intachable, todo lo que mi familia podía desear. Pero existía una mujer diferente dentro de mí, una que representaba mi verdadero yo… y eso estaba bien para mí, siempre y cuando nadie se enterara.
Me vi obligada a llevar una doble vida para evitar ser juzgada. Me convertí en una depredadora vestida con piel de oveja… ¿Era lo que la sociedad esperaba de mí… no?
Disfrutaba el sexo con intensidad. Me convertí en una amante extraordinaria, dominaba el arte de la seducción y era capaz de rendir a mis pies a cualquier hombre por más difícil que este fuera.
Disfrutaba de una vida plena de sexo y lo estaba haciendo de maravilla… hasta que llego Eryx Andreato y complicó mi vida por completo, el llego para cambiarlo todo, para derrumbar mi mundo, pero no me quejaba, ¿como hacerlo? el era la horma de mi zapato, mi otra mitad, esa persona que sabes que no volveras a encontrar mas nunca en tu vida. Queria entregarle mi cuerpo, mi vida, todo lo que tuviera con tal se quedara conmigo, con tal de tener de atencion y sobre todo su amor, porque aunque no lo admitiera deseaba que Eryx se enamorara perdidamente de mi.