Keren.
Estos días hemos estado durmiendo en la camioneta donde tenemos miedo de ir a un hotel y que nos reconozcan que somos el secuestrador y la secuestrada que salen en las noticias y los carteles que hay pegados por todos lados buscándonos, por eso decidimos domir en la camioneta, a parte no es incómodo para nada pero si nos pasamos de frío en las mañanas al despertarnos, ahí prendemos la calefacción y solucionado el problema, pero hasta que se calienta la camioneta tiritamos de frío hasta castañeamos los dientes, mal tiempo decidimos en salir, tendria que haber sido mas en primavera donde podriamos estar acampando tranquilos y no pasar por estos fríos terribles.
La semana que acordamos en un principio ya pasó, ya estamos en otra semana mas de viaje y Sergio dice que ya todo esta descontrolado y nos pide por favor que volvamos porque tiene miedo que a mis papás les agarre algo de los nervios que les estoy causando así que decidimos que hoy es el ultimo día y después volvemos a ver si nos dejan con vida porque el papá de Lauti lo quiere enterrar vivo por lo que oí, y a mi me van a dar la paliza que nunca me dieron.
—Vamos a pasar a la estación porque nos vamos a quedar tirados en medio del camino.
—Esta bien. —me paso la mano sintiendo que tengo grasa en el pelo y me da terrible asco—. Me quiero lavar el pelo, lo siento pegajoso.
—Si, yo también. —vamos por la ruta cuando vemos unos nenes regando en una casa, para y no sé para qué.
—¿Qué pasa?.
—Ya vengo. —habla con ellos y viene corriendo con una sonrisa—. Nos van a dejar bañarnos con la manguera.
—Pero esta helando. —agarra su bolso sin mirarme.
—Yo me voy a bañar no aguanto mas.
—Esta bien, me voy a bañar tambien. —dejamos la ropa lista para secarnos y venir a la camioneta a ponernosla y no tener que buscarla con las manos entumidas y desesperados por algo caliente—. Hola.
—Tomen. —Lau agarra la manguera y se moja primero, está en calzoncillo y yo en bombacha y musculosa, son nenes de cinco y ocho años mas o menos, no entienden nada de que hacemos así.
—Mierda... Mierda... Mierda. —me mira y niego saltando—. ¿Lista?.
—No, pero mójame igual. —pone la manguera en mi cabeza sintiendo que me congela el cerebro, menos mal que sale mucha y me mojo rapidísimo.
—Aaaaahhhhh.
—Gírate. —me lavo el pelo rapidito—. Ayúdame a mi ahora. —le lavo el pelo a él y le paso el jabón por el cuerpo casi saltando en busca de calor—. Aaaaa... ¿Listo?.
—Para que me quiero lavar los pies. —me friego las piernas rápido—. Listo listo.
Corremos a la camioneta a secarnos, nos vestimos lo mas rápido posible, solo me pude poner la bombacha ya que con el corpiño es mas difícil, me subo y prendo la calefacción al máximo, mientras le da las gracias a los nenes por dejarnos bañar, la ropa mojada la ponemos en una bolsa para que cuando paremos a comer la podamos secar.
Pasamos a una estación a llenar el tanque y comprar algo que comer, las galletitas ya me hacen arcadas pero la mayoría de las veces es lo único que tienen para ofrecer donde son lugares de pasada rápida, voy al baño para ponerme el corpiño y estar tranquila, cuando me pongo la tela seca y dentro de todo tibia siento a mis pechitos volver a la vida porque estaban congelados.
—¿Ya estas?.
—Si. —tiene unos temblores que no logra controlar donde aun no entra en calor, yo estoy igual nada mas que me controlo un poco mejor—. Todavía estoy un poco helada.
—Al menos nos pudimos bañar y sacarnos el olor, hacen días no nos bañabamos y dormíamos juntos, que asco.
—Es verdad pero no nos sentimos olor... Por lo menos yo no te sentí nada. —miramos dentro y es el mismo temor de encontrar los carteles.
—Yo a tí tampoco así que tranquila con eso. —quedamos de pie dudando en si entrar o no.
—¿Qué hacemos?.
—Entremos, no creo que hallan papeles.
—Tienes razón... Nos estamos acercando y ya no hemos visto otro papel. —está mas surtido que las otras estaciones de servicio a las que pasamos—. Tienen fiambre. —lo miro feliz y él sonrie de la misma forma—. Podemos comer algo diferente al fin.
—Elige mientras busco algo que tomar.
—Quiero agua tónica.
—Y yo quiero mucho jamón.
—Ya lo sé. —digo sacando las bolsitas con fiambre que están embasadas al vacio y le pido agua caliente para llevar, una vez lista pagamos—. Bien, por fin algo rico.
—Que estúpidos nos olvidamos del pan... Ya vengo.
—Dale. —estoy por subir cuando me acuerdo que nos falta papel higiénico, vuelvo corriendo y lo veo que esta mirando la tele—. ¿Qué pasa?.
—Mira... —apunta la tele y salen nuestras caras.
—No puede ser. —lo agarro de la mano y él me la aprieta impidiéndome avanzar—. Vámonos.
—Carajo... Mira lo que dice. —ni lo veo, solo quiero salir de ahí corriendo—. Menos mal que ya estamos volviendo.
—¿Tanto así nos buscan?.
—Están preocupados... Hace una semana tendríamos que haber vuelto.
—Mierda. —se rie como loco cosa que me asusta un poco—. ¿Qué pasa?.
—Es la primer mala palabra que te oigo decir.
—No vas a escuchar otra nunca jamás en la vida.
—Que amargada.
—No hace falta decir malas palabras para ser feliz.
—Pero puedes expresar las cosas con mas vehemencia.
Aunque la situación es tensa no es impedimento para que comamos y no riamos un poco aunque lo mío es de los puros nervios que tengo, de a poco vamos recuperando el calor del cuerpo y podemos relajarnos, pero estaba tan tensa con lo del frío que ahora me duele como si me hubieran golpeado.
Cuando hacemos un gran tramo y ya es de noche vemos que nos acercamos al pueblo, está todo nevado y se ve realmente hermoso, no me habia dado cuenta lo mucho que extrañaba este lugar y que deseaba volver, ahora que volvimos me queda mas en claro que es el lugar en el que quiero estar, seguir recorriendo el mundo pero volver siempre a mi tierra, a donde me crié tan sanamente que no creo que en la ciudad pase esto, bueno, estoy hablando por hablar porque no conozco a nadie de la ciudad solo a Brisa que vive ahí pero no he podido sacarle mucha información donde siempre está rodeada de gente que no la deja en paz, donde no la ven mucho la absorben. Para la camioneta fuera de la casa de Jazmín y mis piernas tiemblan con fuerza, nos miramos sin decir nada hasta que decido salir de la camioneta primera o no vamos a bajar más, caminamos hacia la puerta agarrados de la mano donde nos damos fuerzas entre nosotros, estiro la mano para golpear pero no llego ya que alguien sale tirándome al suelo.
—MALDITO HIJO DE PUTA. —Daniel lo tiene del cuello.
—Para Dani no... —le da un golpe en la cara y él levanta las manos bajando la cabeza pidiéndole que no le vuelva a pegar.
—¿QUE PARE QUÉ?. —lo tira al suelo y se gira a mirarme que sigo en el suelo mirándolos asombrados—. Tú... ¿En qué mierda pensabas?.
—Espera... —levanto mis manos cuando se acerca—. No... No... —comienzo a llorar del miedo que me da, es gigante y da miedo—. Perdón.
—Dani para... —Lautaro se para pero se mantiene lejos de él—. Sé que nos mandamos terrible macana pero...
—PERO HUBIERAN AVISADO... ¿QUÉ MIERDA TIENES EN LA CABEZA?. —queda en silencio hasta que Melissa habla.
—Es mejor que entremos, esta muy helado. —me agarra del brazo parándome y me entra a la casa—. ¿Quieren un té? ¿Un café?.
—Un té por favor.
—¿Por qué mierda te fuiste así Lautaro?. —vuelve hablar Daniel —No te das una idea de como están mamá y papá... Te querían salir a buscar porque pensaban que estabas en problemas o algo por el estilo... Si avisabas nadie se iba a negar.
—Necesitaba irme y antes de que digas algo... —levanta una mano en señal de que lo deje terminar de hablar—. Necesitaba esto... Todos acá saben que siempre hice todo sin quejarme que de verdad necesitaba irme sin que me estén llamando o algo.
—Papá no sé como se enteró pero vienen en camino. —habla Leo por primera vez con el celular en las manos.
—¡No!. —se para y yo con él al verlo tan alterado—. ¿Y ahora? ¿Daniel?.
—No voy hacer nada.
—¡Por favor Dani me va a matar!.
—No puedo hacer nada... Es tu papá Lautaro y estaba preocupado, tanto así que casi no dormía.
—Mierda. —al rato la puerta se abre azotándose y entra mi papá sin siquiera pedir permiso, camina hacia mi y me tira al piso de la cachetada que me da.
—Ya mismo agarras tus cosas que nos vamos.
—Papá espera...
—Espera nada... Esto lo van a solucionar los dos, ¿está claro?. —me paro temblando porque ya sé lo que me espera en la casa.
—Señor...
—Tu no hables. —lo apunta furioso a Lautaro que al verme negar se queda en silencio—. No me digas una palabra ahora porque no voy a responder... Cuando me calme vamos hablar muy seriamente, ahora Keren camina.
—Si. —salgo llorando y cuando salgo de la casa veo a los papás de Lautaro llegar.
—¿Están bien?. —Blanca me abraza con fuerza—. Gracias a Dios que estas bien Keren... ¿Y Lautaro?.
—Ahí dentro.
—Auca. —él para la caminata y se miran a la cara—. Mañana voy a tu casa para que hablemos de como van a ser las cosas... Tu hijo va a tener que responder por mi hija ahora.
—Vas a tener que hablarlo con él... Yo no decido eso.
—Bien.
—Mañana voy a estar en tu casa. —me subo al auto temblando y vamos a mi casa.
—Ahora cuando llegue vamos arreglar cuentas nosotros.
—Si.
*****
Lautaro.
—¿Estas bien?. —lo miro a mi papá sin creer de que me pregunte eso y no me este partiendo una silla en la espalda.
—Creí que me ibas a matar a palos.
—Y lo voy hacer. —se me escapa una sonrisa por eso—. ¿A dónde fuiste?.
—Fuimos a la ciudad nada mas.
—¿Y por qué no avisas Lautaro?. —mi mamá esta mas blanca de lo normal y mas delgada, pero está ahí, al lado de mi papá sin decir nada, solo me mira, miro a mi papá y esta igual que ella de afectado—. Nos dejaste a todos mal.
—Creí que podía hacerlo... Ya soy grande.
—Vives bajo mi techo Lautaro. —mi papá se pone aun mas serio y toqué el punto que lleva a las peleas siempre—. Y eres mi hijo, ¿de qué hablas? ¿Grande?. —avanza hacia mi dándome miedo porque es un hombre inmenso y mi papá—. ¿Te crees grande? No tienes idea de lo que hablas.
—Auca no... —dice mi mamá poniéndose delante de él.
—¿Lo estas escuchando?. —esta furioso ahora y ahí es imposible—. ¿Acaso escuchas las pelotudeces que dice?.
—Papá... Yo te respeto y todos acá lo saben, pero no tienes porque meterte.
—Ahora si... —me agarra de la campera sacudiéndome—. ¿Me estas cargando mierda? ¿QUIERES QUE TE DE UNA PALIZA ACASO?.
—No pero entiende.
—¿SABES LO QUÉ VA A PASAR AHORA? VAS A TENER QUE HACERTE RESPONSABLE DE ESA PIBA, VAS A PONERTE LOS PANTALONES Y LO VAS HACER.
—¿Responsable de qué?. —me suelta de tanto que tironeo y mi mamá llora a su lado—. Ella quiso ir nadie la obligó... No me voy hacer responsable de nada ni menos de ella.
—¿Así te crié? ¿Ser un irrespetuoso y falto de sus responsabilidades?.
—Tomo mis responsabilidades pero Keren no lo es. —es que no me deja explicar nada y no lo va hacer hasta que se calme del todo—. Yo no la obligué a nada.
—Lo vas hacer... Te guste o no lo vas hacer.
—¿Y tú quién eres para decirme lo que tengo que hacer?.
—¡LAUTARO!. —grita mi mamá con fuerza y yo me arrepiento de lo que dije.
—¿Que quién soy?. —se para bien pegado a mi y bajo la cabeza con vergüenza—. Mírame cuando te hablo. —aprieto los ojos negando.
—Perdón.
—¡QUE ME MIRES!. —lo miro sintiendo mis lágrimas caer—. Así que no soy nadie... ¿Eso piensas?.
—No pap...
—Bien. —sus músculos tiemblan y no hay poder que lo calme—. Ya que no soy nadie para tí... De ahora en mas no te considero mas un hijo.
—Auca no. —ella se encarama entre los dos llorando desesperada—. No digas eso por favor.
—Ya no mas... Me desviví por mis hijos... Por todos jamás hice excepción pero no soy nadie. —la mira a ella que esta ahogada en lágrimas—. ¿Así es como nos pagan Blanca?.
—Están enojados y dicen cosas que no son. —por primera vez en mi vida veo a mi papá agarrar del brazo a mi mamá sin nada de delicadeza y llevarla a la rastra hacia afuera.
—Papá. —Daniel va y le dice algo haciendo que la suelte—. Cálmate ¿si?.
—Por Dios Auca... Hablemos con él no hagas esto.
—Sube a la camioneta Blanca.
—Auca.
—QUE SUBAS. —mi mamá me mira y negando se sube a la camioneta, él me mira y me apunta—. No te quiero volver a ver. —mis lágrimas caen de dolor, jamás lo había visto así—. Hace lo que quieras ahora, no me voy a preocupar por un desagradecido. —se van y en el mismo lugar que estoy me siento.
—¿Lau?.
—Déjenme solo... No quiero a nadie conmigo. —todos entran menos Jazmín y lo sé—. ¿Jaz?.
—Tranquilo. —me abraza y lloro en sus brazos.
—No me va a perdonar mas.
—Lo va hacer es tu Papá, solo está enojado.
—¿Cómo le pude decir eso Jaz?.
—Sshhhh.
Me quedo a dormir donde Jazmín ya que a la casa de mi papá no puedo volver, porque no me quiere ahí y porque me avergüenza en gran manera todo lo que nos dijimos y me duele, me duele mucho haber tratado así al hombre que hizo de todo para que crezca sano y a salvo, miro toda la noche el techo sin saber que hacer, no le encuentro solución a nada, es como que me choque contra una pared.
En la mañana me levanto y voy a la casa del viejo Zelzer para ver que es lo que quiere que haga, camino imaginándome muchas cosas pero no llego a razonar ninguna, también llego a la conclusión que si no fuera cristiano ahora estaría cagado a palos por él y seguramente en una celda donde me habria denunciado por todo.
Cuando llego esta la camioneta de mi papá ahí, me toma un tiempo pensar en si ir o no porque no sé con que cara mirar a mi papá pero debo hacerme cargo de las cosas que hice, y aunque fue divertido el viaje sé que me las mandé en no avisarles que me iba de viaje, suspirando me acerco cuando tomo coraje y toco la puerta.
—Entra. —mi papá abre, cuando entro están en la mesa con Keren en silencio—. Ya llegamos a un acuerdo. —la veo que baja la cabeza negando ligeramente.
—¿Y qué es?.
—Se van a tener que casar. —dice mi papá mirándome sin emoción alguna y yo me rio de lo patetico que suena eso.
—¿Qué?. —los dos me miran como queriéndome matar—. No me voy a casar con nadie.
—Lo vas a tener que hacer. —dice mi papá parándose—. Es la hija del pastor la que se fue contigo.. ¿Qué crees que va a pasar en el pueblo si no lo hacen?.
—Mi hija ahora es la atorrante del pueblo por tu culpa. —me apunta intentando de seguir sentado porque está tan alterado que parece que va a dar vuelta la mesa—. Ya le teníamos un marido para ella y no la quiere, no voy a dejar que la sigan catalogando así.
—¿Y si no quiero?.
—Te hago una denuncia por violación y secuestro. —los miro sin creer que decidieron esto ellos dos solos, y Keren que no levanta la cabeza.
—¿Vas a dejar que esto pase Keren? ¿De verdad no dices nada?.
—No tiene porque decir nada.
—Ya esta decidido Lautaro... Los dos salen perdiendo si no lo hacen.
—¿Me vas a obligar?. —digo sin creer.
—Ya te aparté un pedazo de tierra en donde van a vivir. —mi papá habla como si ya hubiera firmado el papel donde dice que es mi esposa—. Mandé a los hombres a que empiecen a construir algo para que se muden y no les falte nada.
—Papá... —abro los brazos acercándome a él—. ¿Te estas escuchando?.
—Es lo mejor.
—¿Para quién? ¿Me estas hablando en serio?.
—El resto lo tienen que hacer ustedes. —se pone al lado mío hablándome en la oreja—. Intenté solucionarlo Lautaro... Pero te fuiste a meter con la mujer equivocada, ahora hazte cargo de tus macanas como el hombre que dices que eres. —se va y quedo ahí mirándola que no hace nada, está con la cabeza gacha y dejando que le manejen la vida a su antojo y ella acepta todo sin chitar.
—Mañana es el casamiento. —alzo las cejas sin creerlo, Dios santo que estan locos—. Todos en el pueblo van a saber que desaparecieron para comprar las cosas de su casa, nadie se va a enterar que esto es arreglado. —Jeremias se para y la mira asintiendo—. Keren ve a tu habitación a juntar tus cosas, no quiero que quede nada tuyo acá, ¿estamos?.
—Si papá. —doy la vuelta para irme a la mierda porque sinceramente me da miedo estar acá, y siento que el corazón se me va a sali de lo rápido que late.
—Y tú... —me giro viéndolo que está apuntándome con el dedo—. Si no vas a la iglesia mañana vas a ir preso Lautaro, y te juro por Dios que lo voy a lograr.
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