Capitulo 5

3310 Words
Lautaro. —Mamá no quiero. —Lo sé hijo. —esta llorando mientras me ayuda con la ropa que me preparó para llevarme al fin de mi vida—. Pero vas a tener que hacerlo, ¿quién dice que el día de mañana no se van amar y puedan formar una linda familia? ¿Por qué no puede pasar?. —Porque no la quiero mamá. —me friego la cabeza porque no siento que tenga salida a esto—. Ayúdame, habla con él, a ti te escucha. —Lo intenté hijo. —me mira a los ojos y veo el dolor que lleva—. Lo intenté pero te las mandaste y no me escucha de lo enojado que está, todos estos días tu papá intentó de llegar a un acuerdo con él por las cosas que quería hacer pero no es un hombre fácil. —me mira negando con una sonrisa triste, no me gusta verla así—. Te llevaste a su hija Lautaro, ¿qué esperabas que hiciera?. —Pero es estúpido esto del casamiento, ya no se usa y es... Carajo, hasta es ilegal mamá, ¿porqué debo hacerlo?. —Para ellos no es estupido debes entender eso... Son cristianos y creen en el casamiento, ¿y te piensas que ella tuvo algún novio? No Lautaro, fuiste el primer hombre que se acercó y estas pagando por eso y eso que siempre te lo advertimos pero eres necio hijo, y actuas sin pensar las cosas y sus consecuencia... Él con su mujer están juntos porque los casaron también y tienen una hermosa familia, ¿qué quita que con Keren no la tengas?. —Por Dios santo. —me alejo con ganas de salir corriendo. —Has un esfuero... Al menos intentalo Lautaro pero no te niegues de esta forma o vas a vivir amargado. —¿Mamá?. —entra Leo negando al verme—. Ya esta todo listo. —Ahí vamos. Vamos hacia la iglesia en total silencio, siento que estoy camino a la horca y todos vienen a ver mi muerte y que lo gozan, mi cuerpo esta entumido de los sentimientos que me estan consumiendo. Cuando llegamos están todos mis hermanos ahí, ninguno con cara de feliz cumpleaños pero aun están y debe ser por ordenes de mi papá, ¿hasta cuando debemos hacer lo que diga y porqué?, nos sigue controlando en todos los aspectos y todos hacemos lo que dice sin replicas, siempre fuí el más rebelde de todos mis hermanos y así me fue también, pero lo pienso y pienso y no llego a nada que me diga que hizo algo que no genere mi respeto u obedienca hacia él, siempre correcto en todo, siempre atento a su familia y siempre desee ser como él pero no puedo, me mentiría a mi mismo si lo intentara, aunque según mi abuelo mi papá le hizo las mil y una a él de joven y yo lo veo ahora y me digo que no es así o lo dejó bien enterrado en el pasado. Me paro donde me dicen que me pare y la veo entrar con su hermano, ¡mierda!, ¿tienen que hacer todo el puto teatro? No podia ser el tipico ¡si, acepto! y chau, ¿cada uno a su casa a lamerse las heridas?. Estoy entretenido mirando la pared y leyendo una y otra vez lo que dice. "Jehová es mi pastor. Nada me faltará. En lugares de delicado pasto me hará descansar. Junto a agua de reposo me pastreara. Confortara mi alma..." —Lautaro... —lo miro que me señala a su hija—. Puede besar a la novia. —miro mi mano y ya tengo el anillo puesto, ¿en qué momento me lo puse?. —No lo hagas si no quieres. —dice susurrando cuando me acerco. —No lo iba hacer. —la beso en la mejilla y me alejo como si tuviera la peste. —Deben firmar acá y acá. —firmamos la libreta de civil y el libro de la iglesia quedando asentado que ahí nos casamos—. Los declaro marido y mujer. —me giro y salgo sin esperarla con mi papá matandome con la mirada. —Hijo. —mi mamá viene corriendo atrás mío. —Ya hice lo que querían no necesito nada mas de está mierda. —Lauti. —me abraza y eso me vuelve a la tierra—. Intenta de que funcione hijo, no tiene que ser un infierno lo que van a vivir por favor. —No la quiero mamá... No tuve nada con ella en el viaje, solo cumplí su sueño de conocer la ciudad nada mas. —me mira dudando y medio sorprendida—. Jamás la toque en ningún sentido, ¿por qué tengo que estar con ella?. —Hijo... Siempre van a ver cosas que no vamos a querer hacer pero las tenemos que hacer. —mis hombro caen al oír eso porque no tengo salida—. Está es una, intenta de no verla como tu enemigo, conózcanse, háganse amigos al menos y dejen que fluya, no lo esquiven ni fuercen. Me quedo ahí escuchándola hablar, pero me entra por un oído y me sale por otro, maquino en mi cabeza todas las formas de hacerla pagar por esto, porque si, mi culpa fue de irnos y no volver cuando dijimos pero es culpa de ella que ahora estamos casado porque ha dicho mentiras, tendria que haberles dicho que no la toqué, que no somos amantes, que solo fue un viaje y nada mas. Daniel me regala una camioneta diciendo que donde vamos a vivir queda bastante lejos de todo por ende tenemos que tener movilidad, me dice donde queda mi nueva casa y busco a Keren para irnos allá. —Keren. —me mira asustada y su sonrisa se esfuma. —¿Nos vamos?. —Si. —Bien. —se despide de sus papás y le apunto la camioneta. —Piensa hijo. —miro a mi mamá que me habla—. No hagas una locura. —¿Crees acaso que la voy a violar o golpear?. —se queda en silencio—. ¿Tan poco hombre me consideras mamá?. —Estas enojado hijo. —Me voy. —No te vayas así espera. —No quiero verte. —está llorando a mares—. Lo que acabas de decir no te lo voy a perdonar nunca en la vida. —No Lautaro... —azoto la puerta de la camioneta y la miro que parece una muñeca de lo quiera que está. —¿Tus cosas?. —Se las llevaron ayer. —Bien. —manejo hacia donde me dijo Daniel. —Lautaro. —¿Por qué no te negaste Keren?. —golpeo el volante ya no aguantando mas la situación—. ¿Entiendes que ahora estamos atados de por vida a vivir una vida de mierda?. —No tiene porque ser así... Podemos intentar llevarnos bien, empezar como un noviazgo. —No me gustas. —Tu a mi tampoco pero debemos hacerlo para no estar en el infierno... Al menos intentemos llevarnos bien, no voy a ser mala esposa lo prometo. Llegamos al lugar y es muy pequeño aunque es lo que menos me importa, se nota que estuvieron trabajando toda la noche para terminar y que quede con lo justo y necesario para nuestra comodidad, aunque mirando bien me doy cuenta que es una construcción antigua de ladrillo, es la casa donde mis papás vivieron por primera vez creo, no soy de venir a estos lados pero tengo un leve recuerdo de chicos que vinimos por unas cosas y mi papá me lo dijo, es muy pequeña pero hogareña, le hicieron las reformas modernas que hay ahora en las casas y listo, nos dieron la patada final. Cuando entro veo una mesa con cuatro silla, una cocina, heladera, un mueble y nada mas, hay dos puertas, una es el baño y la otra la habitación, ella entra primera y hay una cama de dos plazas con un ropero grande. —Bueno... No va a ver problema ya que hemos dormido juntos. —Tu en el rincón. —Si. —abro el ropero y esta nuestra ropa acomodada. —Tu ropa esta del lado derecho. —se acerca y mira viendo que esten todas sus cosas—. Hasta se tomaron el tiempo de acomodarla. —Se ve que ya no nos querían en sus casas. —mira todo negando—. Tengo todo. —Voy a revisar la cocina. —me saco la camisa que Fede me prestó y me pongo una remera—. Cámbiate tranquila voy a hacer una lista de la comida. —Bien. —reviso todo y hay dos de cada cosa, aprieto las manos con odio—. ¿Y? ¿Qué hay?. —Hay cubiertos y eso... Vamos a tener que ir hacer una compra de alimentos porque eso si que no hay nada... ¿Lista?. —¿Tienes plata?. —Si digo que vamos es por algo. Vamos hacia el almacén a comprar las cosas que necesitemos, menos mal que es mediodía o estaría cagado de hambre. Fede me manda un mensaje diciendo que nos tenían una comida pero no pienso ir porque lo que menos vamos a ser es comer donde seguramente me agarre a golpes con mis hermanos y peleando feo con mis papás y no quiero empeorar aun mas las cosas, y a ella no se lo voy a decir. La gente nos mira como diciendo, ¿están recién casados y ya están acá? ¿Pero qué se supone que hacen los recien casados? ¿Estar en la cama? Pues con ella no va a pasar... ¿Estar con la familia? Menos que menos por como estan las cosas... Ella elije las cosas de limpieza y luego elije las carnes mientras yo elijo las cosas que me gustan a mi. ***** Keren. Hace una semana que estamos casados, al otro día de estar legalmente juntos como marido y mujer se fue a trabajar diciendo que él sigue siendo un empleado del padre por mas peleados que estén y que es el sustento de esta casa ya que otro trabajo no tiene. Me levanto todos los días junto con él para prepararle el desayuno, come demasiado y necesita alimentarse donde trabaja en el campo y es agotador por lo que veo en él cada vez que llega, una vez que se va hago la limpieza y el lavado ya no sé que mas hacer. —Hola. —me giro viendo a Blanca sonriéndome, no me esperaba visitas por eso no sé que hacer. —Hola. —hasta vino en su auto, pero se ve que estaba tan distraida que no lo escuché acercarse. —Vine a ver como están. —asiento sin saber que decir, tengo trato con ella ya que es la mejor y unica amiga de mi mamá pero ahora es mi suegra y es diferente. —Termino de colgar la ropa y la invito adentro. —Tranquila... ¿Necesitas que te ayudé en algo?. —No gracias, estoy bien. —termino rapidito y entramos, estoy nerviosa ya que no sé de que hablar. —Que rico olor. —dice sonriendo. —Estoy haciendo locro. —alza las cejas por eso—. ¿Se quiere quedar a comer?. —Si, me gustaría. —me siento y ella gira la biblia que tengo en la mesa—. ¿Estabas leyendo?. —Cuando tengo algo de tiempo la leo. —Me gusta que mi hijo habite en una casa con Dios. —miro mis manos sin saber que decir—. ¿Sabias que acá viví con Auca cuando nos juntamos?. —No. —la miro esperando a que siga hablando, deseo que alguien me hable—. No sabia nada. —Si. —se pone roja mirando todo—. Acá vivimos hasta que me embaracé de Fede... Después Auca hizo la casa en la que vivimos ahora. —¿Él la hizo?. —digo sorprendida. —Esta también... Acá nos vinimos porque su papá no nos quería juntos pero igual fuimos felices... Después cuando nos fuimos de acá lo fuimos aun mas felices pero acá fue el principio de nuestro amor. —¡Que lindo!. —Y menos mal que hizo una casa grande y espaciosa porque con la cantidad de hijos que tuvimos no sé donde los habriamos metido. —me hace reir lo que dice, mira mis anotaciones que tengo en un cuaderno sobre lo que leo—. ¿Cómo se llevan?. —no me mira cuando habla sigue chusmeando mi cuaderno. —Bien... Bastante bien. —Y... —ahí si me mira—. ¿Cómo te trata? En la cama... —me pongo muy nerviosa por eso, no me agrada que me hable de esto, es muy atrevido de su parte—. ¿Te trata bien en la cama? Puedes confiar en mi Keren yo te voy a entender y puedes pedirme consejos. —Estamos bien... Nos llevamos muy bien de hecho. —Bien. De hecho no me habla, no emite bocado alguno en ningún momento, me habla solo para decir, ¿Qué vamos a comer? Nada mas, y necesito hablar pero a ella no le voy a decir nada, mi familia no me ha venido a ver y no creo que lo hagan después de las rabias que les hice pasar y yo no he salido de esta casa. Al mediodía ponemos los platos cuando llega Lautaro, queda mirándola y Blanca lo quiere saludar pero él se sienta y me pide la comida que debo darle con mi plato donde solo tenemos dos de todo, vamos a tener que comprarnos mas loza para cuando venga visita o por si se nos rompe alguno, está bueno tener mas de repuesto. Cuando los dos se van no sé que hacer, ya limpié todo y hasta lavé la ropa, limpié el patio y ya no hay nada mas así que decido tirarme un rato en la cama, me despierto mareada porque me están moviendo. —Que sea la última vez que mi mamá esta en la casa. —asustada lo veo mirándome bien de cerquita. —Ella vino. —me siento temblando de frío donde no me tape y él tiembla de furia—. ¿La iba a echar?. —No tenias porque invitarla a comer... Se tendría que haber ido de inmediato nada tiene que hacer acá. —No la vuelvo a invitar tranquilo. —pasando por su lado me voy a la cocina—. ¿Te vas a bañar? Así voy preparando la merienda. —lo miro que sin responder se mete al baño—. Bueno si, te vas a bañar mientras preparo algo para comer. —pongo todo en la mesa y voy preparando el café. —Me voy. —Pero... —para en la puerta y me mira. —Pero nada... Voy donde se me canta el culo ¿está?. —Si. Nunca llega, al otro día tampoco llega y eso me esta poniendo nerviosa porque por ahí le pudo pasar algo y yo no estoy enterada de nada, para distraerme decido ponerme a acomodar la tierra para poder plantar algo, me encantan las flores y deseo tener unos rosales como los que tenia donde mi mamá, espero los este cuidando bien porque me llevaron años de trabajo constante y amor para que queden como los dejé al venirme hacia acá. ....................... Pasan dos semanas en donde es lo mismo de todos los días desde que nos casamos, los viernes no viene y llega los domingos en la noche muy borracho insultando a todo el mundo y hablando en su idioma, por suerte puedo desahogarme con mis plantas que son mi única compañía, estoy en el patio trabajando la tierra pensando en todo lo que pasa cuando veo venir la camioneta de Lautaro a lo lejos y muy rápido por la polvadera que deja en el camino, me pongo nerviosa ya que no tengo nada para que coma, solo me hice una hamburguesa ya que estoy sola y con eso ya estoy satisfecha, baja medio a los tropezones y sé que esta borracho, viene hacia mi e inconscientemente me meto a la casa. —Ven acá Keren. —no sé que hacer cuando me alcanza a agarrar de un brazo y me da vuelta la cara de una cachetada—. Tú... Me arruinaste la vida maldita. —No. —me pongo del otro lado de la mesa usándola como escudo—. Basta Lautaro calmate. —Te voy a hacer mierda. —entro al baño y trabo la puerta sintiendo los golpes que parece que va a derrumbar la casa—. ABREME... ABRE MALDITA PUTA. —me tapo la boca para no llorar, después de un rato ya no escucho nada, salgo y está sentado en el suelo dormido. —Por Dios santo. —odiandome por esto lo arrastro hasta la cama, me cuesta mucho acostarlo pero lo logro—. ¿Por qué me tenias que golpear Lauti?. —mis lágrimas salen de impotencia y amargura, voy al baño a mirar mi cara para ver como me la dejó, tengo la mejilla roja y sale sangre de mi labio, seguro que me mordí o algo por el estilo—. ¡Ay Dios mío!. —me tapo la cara y me arrodillo en el suelo frio—. No me hagas esto Dios... No me lo hagas por favor, no quiero vivir un infierno así. Decidí dormir en la silla apoyada en la mesa, no quiero acostarme en la cama por miedo a que se despierte y me vea ahí para volver a golpearme, me acomodo y no puedo dejar de llorar, me duele el alma no la cara, bueno, también me duele pero mas me duele el que me golpee, encima echándome la culpa de todo a mi cuando fue de los dos. Me pongo hacer el desayuno ya que tiene que levantarse y seguro con hambre, mi mamá siempre me dijo que al hombre hay que alimentarlo en todo momento y eso hago, intento de que al menos tenga buena comida y la casa limpia así ve que soy una mujer responsable y trabajadora, estoy poniendo la mesa cuando sale del baño. —¿Ya esta el desayuno?. —Si. —me siento del otro lado de la mesa y me queda mirando. —Siempre te sientas de este lado. —no digo nada y me pongo a comer—. En la noche vamos a ir donde Jazmín... Nos invitó a comer. —Bien... ¿Preparo algo para llevar?. —Algo dulce puede ser, a ellos les encanta lo dulce así que lo que sea les va a gustar. —Bien, voy a preparar algo no te preocupes. —Mírame. —niego intentando de seguir con la comida—. Que me mires Keren. —lo hago y mira mi mejilla hinchada, abre gigante los ojos y comienza a respirar con fuerza—. ¿Quién fue? ¿Tu papá?. —No. —¿Quién?. —muerdo mis labios llorando, ¿y si me está tomando el pelo a ver si digo que me golpea y luego me pega mas fuerte y mas seguido?—. ¿DIME QUIÉN TE GOLPEÓ KEREN?. —Tu. —se pone pálido—. Anoche llegaste borracho y no querías... Yo lo entiendo en serio. —se para y yo me hago mas pequeña en la silla creyendo que me quiere matar—. No pasa nada Lauti. —sale azotando la puerta con fuerza dejándome con mis penas y dolores por lo que hizo. . .
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD