El día se volvió pesado, agotador y finalmente lleno de vapor, un vapor que fastidiaba pero que no te asfixiaba.
Todo gracias a mi prima, Joselyn.
Ambas terminamos cansadas de gritar y agotadas de tanto luchar, nos sentamos a respirar y fue cuando me explicó lo que pasó desde el inicio.
Y la cosa fue así:
Cuando dijo que iría al baño, así fue, pero al salir se encontró con Francisco, quien la esperó pues quería estar a solas con ella. Al parecer Francisco se interesó en ella desde que la vió por primera vez en la fila, así que al encontrarse con ella, decidió invitarla a tomar unos tragos los dos, aparte, sin embargo mientras planificaban una camioneta azul marino con música alta se detuvo cerca de ellos, uno de los vidrios bajó dando a conocer un sujeto rubio lleno de adrenalina. Era un conocido de Francisco.
"¡Olee Francisco, vamos a divertirnos. Que tenemos una cabaña solo para nosotros, vengan, tenemos especialmente dos puestos!"
El sujeto los invitó, ambos se miraron pensativos pues querían ir, pero también querían que nosotros, el profesor Guilles y yo, fuéramos. Joselyn dijo que si, solo que iría por dos amigos más que la esperaban, cuando acabó de avisar eso para darse la vuelta, Francisco la tomó y el tipo que iba en la camioneta se bajó con dos más quienes los tomaron para subirlos al auto. Estaban muy alborotados, con algunos tragos encima probablemente.
Cuando llegaron a la cabaña Joselyn me iba a avisar pero irónicamente su teléfono se apagó por batería baja. Al pedirle a Francisco el de él, se encontró con la sorpresa de que estaba sin señal. Al fin y al cabo estaban en una cabaña retirada de la ciudad.
Volviendo al tema de la cabaña; cuando llegaron todo estaba decorado, habían globos, una gran piscina en la parte trasera y varias mangueras de agua. Mucha comida, bebidas y la música la tenían desde las grandes cornetas de sus camionetas.
Sin poder avisar que estaba con Francisco en una fiesta, se dio por vencida y decidió solo disfrutar del ambiente.
Bailaron, comieron, bromearon y jugaron a lanzarse rollos de papel higiénico, y cuando se cansaron, lanzaron los rollos hacia los árboles al rededor.
Francisco en un acercamiento a Joselyn intentó besarla, pero ella lo detuvo y le explicó que tiene novio, además de que pronto se casaran.
Él es tan loco y liberal como Joselyn, sin embargo, cuando ella le contó ese tema, él lo respetó sin intervención y sin insistir. Así que decidieron divertirse como amigos, manteniendo el respeto.
"Francisco se comportó como todo un caballero, te lo juro" Me dijo Joselyn "Nunca le fui infiel a Walter".
Bebieron y bebieron, mucho licor, cervezas y cócteles. Hicieron guerra de agua, sin ningún tipo de reglas inundaron él lugar con las mangueras y cubetas.
—¿Qué rayos son? ¿Adolescentes en plena pubertad mantenidos por sus padres ricos? —me mofé, ya que me parecía una total bajeza.
—Bueno cada quien se divierte como quiere, y esa fiesta a pesar de todo... Fue lo máximo.
—Explícame por qué estaban ustedes dos solos, luciendo como dos vagabundos.
Lo siguiente fue, se embriagaron tanto que ella terminó durmiendose cerca de la piscina, mientras que Francisco había quedado despierto "al pendiente de ella" solo que seguía bebiendo mientras jugaban UNO.
El loco terminó tan ebrio que ya no podía con su vida y finalmente cayó rendido en un sueño profundo, claro que antes de eso había vomitado hasta la cena.
Joselyn fue la primera en despertar debido a la luz que impactó en ella, pues se había dormido al lado de la piscina. Cuando despertó, con el dolor intenso de cabeza, se fijó que ya no había nadie y solo quedaba un gran desastre y ellos dos en plena cabaña.
Intentó despertar a Francisco, pero el pobre estaba a punto de cruzar la luz del más allá. Solo balbuceaba de vez en cuando "cuidado con Joselyn" "Joselyn..." "No te alejes mucho".
Así que buscó su teléfono y trató de llamar, aunque no había ni una rayita de señal. Optó por salir de la cabaña, alejándose un poco hasta que consiguió una rayita y la llamada por fin salió.
—Fue cuando hablé con el guapo profesor.
Alcé mi mirada hacia ella, con los ojos entrecerrados, recordando todo lo que me hizo pasar.
—¿Segura que no pasó nada más entre él y tú?
Ella levantó una mano como si hiciera un juramento. —Totalmente, te lo aseguro. Mira, yo podré ser muy inquieta y extrovertida, pero infiel no. Yo quiero y respeto mucho a mi Waltersito.
—Supongo que ya te comunicaste con él ¿no? Me tenía hostiga...
Ni terminé de hablar cuando se levantó de golpe del sofá y salió corriendo a la habitación.
—¡Ah, tanto lo quieres que olvidaste avisarle dónde estabas! —exclamé para al final reírme.
Al menos ya sabía lo que había pasado, ella se disculpó conmigo y dijo que fregaría y se encargaría de las tres comidas por dos semanas, me pareció un trato justo, además que le hice prometer que avisara, y que por nada vuelva a irse sin decirme nada.
Casi me hace salir canas verdes del estrés, esa muchacha.
Me preguntaba cómo estaría Francisco y más aún... El profesor Guilles, quien estaba tan preocupado como yo, solo que él se controlaba mejor.
«Por cierto... ¿Cual era la canción que llevaba en su auto?»
La estaba repitiendo tanto en mi mente para no olvidar el nombre y con todo el asunto de Joselyn, ya ni me acuerdo.
Pensaba y pensaba... Pero no lograba dar con la canción. Tampoco iba a mandarle un mensaje para preguntarle por algo tan insignificante.
—¡Ash, ya lo olvidé!
Joselyn apareció nuevamente con su teléfono en manos, manipulandolo sin detenerse.
—¡Joselyn, olvidé el nombre de la canción! Que fastidio... —me quejé como si ella supiese de lo que hablo.
—Jah, dime alguna vez que no se te olvide algo.
Mi mente escucha eso tan familiar y de pronto algo dentro de mí hace recopilaciones hasta que... ¡Boom! Recordé.
—¡Si alguna vez olvido! —exclamé levantándome de un brinco.
—¿Qué?
Joselyn me miraba con una expresión que me decía "¿en qué momento consumiste drogas?".
Pero no le di importancia, ahora sólo tenía que traducir eso al francés y rogar para que me aparezca la canción.
Procedí a traducir el nombre y luego lo pegué en el buscador de YouTube, y solo deseaba que la primera fuese aquella canción tan bonita que había escuchado en el auto del profesor Guilles. Le di click, y comenzó a reproducirse. Al principio no lo reconocí, la melodía se me estaba haciendo desconocida hasta que llegó la parte del coro.
Era la canción.
Emocionada comencé a brincar y no tardé en descargarme la canción. Era la primera en francés que escuchaba, y me enamoré tanto del ritmo como la voz de la que cantaba. Me enamoré mucho más cuando leí la letra de la canción en español.
Mientras disfrutaba de la música, escuché unos murmullos como de una discusión, cosa que llamó mi atención ya que de supone que solo estoy con Joselyn aquí.
Le doy pausa a la música, y abro lentamente la puerta, así podía escuchar mejor.
—¿¡Cómo puedes desaparecer y no dar señales de ningún tipo!? Cruzaste la raya, Joselyn.
Era Walter, sonaba muy enojado, él le estaba alzando la voz a ella, con mucho coraje.
—Ya te expliqué que mi teléfono se había descargado. Amor, te juro que no...
—Cierra la boca. Y escúchame bien, si te quieres pasar de lista conmigo, te vas a arrepentir.
—Walter...
Aquella discusión se estaba volviendo más fuerte y oscura, y siendo mi prima quien recibía todas esas palabras tan pesadas, además que estando también bajo mi techo, tenía que hacer algo.
Salí a la pequeña sala y me encontré con un escenario que jamás había presenciado, al menos por parte de Walter.
Él sostenía la muñeca de Joselyn fuertemente, y estaba cerca de ella mirándola con unos ojos que intimidaban, con el objetivo de causar miedo.
—¿Qué haces aquí, Walter? —pregunté seria, indignada de verlo actuar así. Cuando me vio inmediatamente la soltó— sabes que no se aceptan visitas de hombres aquí.
—Disculpa, Tamara. Es que aún estoy molesto por lo que tu prima hizo.
—Ella ya aclaró las cosas, pero no es razón para que la maltrates. De hecho, no se maltrata a nadie. —Enfaticé.
—Bien, ya me voy. —Él dirigió su mirada a Jos— Hablamos por mensaje.
Apenas cerró la puerta, me acerqué a Joselyn para inspeccionar su muñeca la cual estaba algo roja y su mano más blanca. Aunque lo que me dejó más sorprendida fue que ella se quitó.
—No es nada, lo entiendo, hasta yo hubiera reaccionado así. No te preocupes, Tamy.
La miré confundida.
—Nunca había visto a Walter así. ¿Ya antes había pasado?
Ella no respondió.
—Porque no me gustó ese comportamiento, y debe de respetar que está en nuestro departamento. Se comportó como un imbécil, totalmente...
—Ya basta. Yo tengo la culpa por haber desaparecido en primer lugar. —Agregó con uno tono cargado de culpa y sensibilidad.
Joselyn sin más salió de mi vista para irse a la habitación.
Me preocupó todo eso. ¿Acaso antes Walter la había tratado así? ¿Será de esos tipos agresivos? ¿Ella soportará sin decir nada? Porque desde que lo conozco nunca lo había visto en ese estado.
Ella lo único que hacía era decir que fue su culpa, y lo excusó por ese comportamiento que independientemente de la situación, no debe excusarse. Hizo mal, y no hay excusa para eso.
Ahora esto me dejó una preocupación más seria. Ojalá y mi prima no agache la cabeza ante actitudes así, y solo haya sido primera y última vez.
Porque ninguna mujer merece ser maltrada, ni física, ni psicológicamente; así mismo también para con los hombres.