Así como el Ginkgo Biloba

Mis padres no se complicaron mucho al momento de elegir mi nombre, simplemente a mi mamá, el mismo día que me trajo al mundo y le dijeron que era niña, el primer nombre que se le ocurrió decir al verme entre sus brazos fue "Tamara". "Tiene cara de Tamara, ¿verdad, amor? —refiriéndose a mi padre—. Es nuestra Tamy" Sin saber que el nombre significa "palmera". Tantos nombres que pudieron haber escogido con buenos significados, pero a ella se le ocurrió ponerme Tamara=Palmera. Qué profundo... —nótese el sarcasmo—. Esto lo descubrí cuando me preguntaron en la secundaria mi nombre ya que era nueva. Delante de todos mis compañeros, tuve que levantarme y presentarme, sin tener idea del significado. Claro que al día siguiente tuve que decirlo, porque mi profesora no dejaba pasar nada, ni el mínimo detalle. Entonces fue cuando mis compañeros estallaron en risas luego de unos segundos de silencio cuando simplemente dije... —Palmera, eso significa mi nombre. Ahora estaba en la misma situación, solo que en este caso ya se lo que significa y se supone que estando en la Universidad todos somos más maduros y obviamente no harían lo mis... *Risas* *Risas* y más *Risas* «¿Es en serio? No puede ser...» Bajé la mirada con algo de pena. ¡Incluso hasta el profesor sonrió! Recién me trasladé a esta Universidad en Santiago de Compostela para estudiar nutrición humana y dietética, y tengo que decir que todo es extremamente hermoso, amo cada paisaje, las personas al andar, los diferentes acentos que me ha tocado escuchar, el ambiente, hasta la misma universidad es hermosisima, con ese toque de antigüedad que la hace ver llena de historia y elegancia. Pero, justo ahora se estaban riéndo todos por el significado tan simple y aburrido de mi nombre. ¿Será por como lo digo? Es que no me parece algo chistoso, es solo "Palmera". En fin. Me presenté porque el profesor quería que todos interactuaramos antes de empezar. No es que sea tímida o asocial, me considero alguien con un nivel de socialización normal y estable. Aunque tener que decir y vivir lo mismo que me ocurrió en la secundaria es bastante incómodo, por eso me molesta. —Bien señorita Tamara, puede sentarse. —Me ordenó el profesor dando pasos hacia adelante de su escritorio con las manos en los bolsillos. El profesor no es tan viejo, de hecho luce bastante joven, podría decirse que es recién titulado. Seguramente no le faltará la típica alumna que le haga ojitos para conseguir más notas. Me senté y me acomodé nuevamente en mi asiento; en lo que todos terminan de presentarse, el profesor Róger comenzó a hablar del tema en el que tendríamos un debate la siguiente clase. Al pasar la primera hora, mientras anotó en mi cuaderno los puntos a investigar, unos dedos detrás tocan mi espalda cerca del hombro. Volteo y me encuentro con una chica de flequillo recto quien me entrega un papel pequeño. —¿Esto? —pregunto en tono bajo, con cierto desconcierto. —No se, solo me lo dió alguien al que le dijeron que me lo diera para que te lo diera. —Ella respondió casi en susurros. Recorrí disimuladamente con mi vista a todos a mi alrededor, aunque nadie se veía sospechoso. Todos estaban escribiendo en sus cuadernos y otros viendo al profesor hablar, pues ya casi se iba. Abrí el pequeño papel y este decía: "Veámonos en el Jardín de Fonseca". «¿El jardín de qué...?» Volví a barrer el Salón con mis ojos, pero fue en vano. La clase terminó y todos iban saliendo normalmente. Mientras que yo trataba de imaginar quien habrá sido y por qué quiere verme, además de... ¿Donde demonios está ese jardín? Soy nueva en esta Universidad tan grande, y no se si quiera donde está el baño, la verdad me da cierto miedo y desconfianza ir a donde quiere verme el personaje anónimo del papel. Revisé el papelito para encontrar alguna firma o algo más, pero detrás solo tenía escrito "palmera:)" Con una carita sonriente, o eso creo que era. —Esto tiene que ser una broma... —dejé escapar en un murmura. «¿Será una broma?» —¿Qué cosa? Un muchacho un poco más alto que yo, con gafas redondas y cabello castaño con algunos mechones desordenados apareció en frente de mi, en lo que recogía mis cosas. —Ah, no, nada. Suelo hablar sola a veces... —Siempre sincera, sin miedo al que dirán por mis conductas algo raras... Sí, así soy. Él ante mi comentario solo soltó una pequeña risa y de repente extendió su mano. —Entonces es un placer conocer a alguien que hace lo mismo que yo. Sonreí al escucharle y tomé su mano en un apretón amistoso. —Mucho gusto,Tamara. —Tamara, —repitió mostrando su dentadura— pues el gusto es mío. Mi nombre es... —¡Maro! —exclamaron dos voces que se fueron acercando hasta entrar al salón. Ambos nos reímos al ver que sus amigos dijeron su nombre por él. —Ya escuchaste, me llamo Maro. Los dos chicos se le guindaron cada uno de un lado pasando sus brazos por encima del cuello de Maro. Examinándome con ojos vivaces y llenos de energía. —¡Ah, la chica palmera! —dijo el de la izquierda— Yo soy Marco. «Oh, recuerda eso, no puede ser...» —Y yo Antonio. —Agregó el que estaba a la derecha. Un poco más bajo de estatura. Me presenté por segunda, o bueno, sería ya tercera vez si cuento la que hice en medio de la clase. —¿De dónde eres Tamara? Tu acento se me hace familiar... —pensativo y bastante curioso se veía el chico más bajo, el de nombre Antonio, sino me equivoco. —Soy de Vene... —iba a responder, aunque sinceramente tenía un poco de incomodidad al tener a tres perfectos desconocidos que bien estudian conmigo, frente a mí, prestándome mucha atención. —Okay muchachos, ya no la molesten. —El de gafas redondas, Maro, se los quitó de encima—. Ya tendremos tiempo de conocernos. Los chicos lo abuchearon dándoles miradas de "que aburrido eres" aunque se lo agradecí mentalmente, porque tenía muchas ganas de ir al baño. ¿Será que se dió cuenta y por eso dejó la conversación hasta aquí? bueno, que más da. Así que me despedí, quedamos en vernos luego. Obviamente no le iba a preguntar a los chicos la dirección del baño, eso si me causa mucha pena. Por lo que me tocó entrecerrar los ojos mientras miraba a todos lados como una doña miope buscando el baño, pero mientras más caminaba las ganas aumentaban más, mi pobre vejiga sentía que iba a explotar. —¡Disculpe! —exclamé hacia a un señor que gracias a Dios pasó, era de limpieza— ¿podría decirme por favor dónde está el baño? —mi cara suplicante era de enmarcar. —Claro, está justo detrás de mí. —Ah, cierto... ¡Gracias! Aceleré el paso y me fuí casi que corriendo, era yo contra el mundo, contra el tiempo y tratando de aguantar tan sólo unos segundos más. Pero eso no lo sabía el tipo que salió del baño de hombres, porque ni lo vi, y chocamos, más bien yo me lo llevé ya que obstaculizaba mi paso. —¡Oye más cuidado! ¡Deberías disculparte, que grosera...! No tenía tiempo para eso, así que solo respondí siguiendo rápidamente mi camino. —¡Lo siento! —dije, pero creo que no me escuchó. Finalmente pude llegar al trono y drenar. Suspiré de alivio, ya me sentía mejor. Lavé mis manos y en eso recuerdo a quien me llevé por el medio, apenas y lo vi, tenía un acento algo raro. En esta universidad hay muchos que son extranjeros, y eso está cool, yo soy una. Salí del baño aliviada y más contenta, metí las manos en los bolsillos de mi abrigo, entonces recordé que me habían dicho para vernos cuando sentí el papelito en mi bolsillo. Lo tomé nuevamente para ver el nombre del lugar. «¿Jardín de Fonseca? Ay Dios... ¿Dónde será eso?» Y como dicen que preguntando se llega lejos, así hice, no sin antes comprar algo caliente para beber; el frío a pesar de gustarme, aún no se adapta a mí ni yo a él. Destapé mi café e iba caminando como turista de esta grandiosa universidad que espero conocer más, viendo todo tan encantada, los grupos de estudiantes, profesores, clubs, etc... Así que se me ocurrió fotografiar todo antes de la siguiente clase. Vi a una muchacha texteando en el teléfono por lo que aproveché para preguntarle donde quedaba el jardín ese que decía el papelito. Ella amablemente me señaló y explicó a dónde debía ir, solo que me habló en gallego, y bastante de prisa. —Je, je, je, gracias amiga... —me retiré fingiendo entender, guiándome por las señas que hizo. Un hermoso árbol apareció a mi vista y no pude contenerme a tomarle una foto. De allí me acerqué un poco dudosa viendo a todos lados. ¿Quien será el del papel anónimo? ¿Ya estará aquí? ¿Se habrá ido luego de esperarme y no verme? Es que me tardé mucho... Ante mis dudas que me taladraban el cerebro, y mi curiosidad mezclada con ansias, me senté en la banca de madera que estaba justo debajo del gran árbol frondoso. Preparándome para dar un sorbo, cuando un movimiento brusco me hace sobresaltar. —¡Te encontré! —dijo un impertinente detrás de mí. Me derramé el café encima... «¡Lo que faltaba!» Furiosa, sacada de mis casillas ante el abuso de quien me había asustado tomandome desde atrás, me levanté de la banca y voltee a verle, probablemente echando humo por el café y por la rabia. —¡Qué te pasa, loco! Aunque estaba furiosa, mi nivel bajó un poquito cuando recordé a el sujeto. El mismo con el que me tropecé cuando iba al baño... *************** Hola, hola gente bonita que lee Ya los extrañaba por esta plataforma. Háganme saber todo, que esta historia va cargada de mucha, mucha historia y drama. No se la pueden perder. Recuerden seguirme en el i********: @elimar.lopez.escritora Además estoy en w*****d, así que los espero por allá, tengo novelas muy buenas en proceso. Igual todo lo pueden checar en mi i********:. MUCHO AMOOOOR, besitos.