**Flash-back**
Luego de la cena y la caminata por el parque, donde hablamos mucho, mucho y mucho; tenía bastante tiempo que no hablaba con alguien de manera tan fluida, donde intercambiabamos vivencias, gustos y opiniones. Terminamos por darnos cuenta que teníamos más en común de lo que creíamos, y eso tampoco me ayudaba en nada, así que preferí hacerme la loca con respecto al tema de él y lo mucho que me está atrayendo.
Nota mental «Hazte la loca, Tamara».
Estábamos en el auto, frente a mi departamento. Él me comentaba lo mucho que le gustó la salida, tanto que dijo "espero que esta no sea la única vez".
«Yo también espero» pensé, y luego me volví al presente, aunque era inevitable porque estaba hecha un caos de nervios. No se que me pasó, pero ahí estaba yo, sobreactuando, algo exaltada, riéndome mucho y tratando de alejar de mis pensamientos la idea de que él me diese un beso. Después del drama que pasó en la piscina y las caídas consecutivas, siento que hay algo entre los dos, como una especie de conexión y se que también a él le pasa, solo que no quiero apresurarme en creer eso (de que quiera besarme).
—Bien, entonces ya me voy. Jos debe estar dormida o probablemente viendo alguna película —reí de manera exagerada.
—Si, bueno, gracias por hoy. Que tengas buenas noches...
Abrí la puerta buscando salir, pero al instante pasó lo que había estado pensado. Él me detuvo.
—Espera, no quería hacerlo para no verme tan...
—Hazlo. —La voz me salió de golpe.
Él levantó un poco la ceja, y cambió la expresión cuando vio que yo le di el permiso.
Cerré nuevamente la puerta y me acomodé acercandome poco a poco. El también lo estaba haciendo, mis nervios estaban descontrolados, ni se qué hacía con mi mano que sostenía el teléfono, por lo que esté se me cayó en el lado de él.
—¡Ay, mi teléfono! —manifesté descontrolada.
—Déjame encender la luz.
Ambos nos pusimos a buscarlo, yo con mis nervios jugando contra mi, tuve la osadía de acercarme más de lo prudente a su asiento para buscar el teléfono.
Ambos nos dimos cuenta de lo cerca que estábamos y subimos la mirada, quedando frente a frente, a un espacio tan poco que podría desaparecer en cuestión de nada. Cerré mis ojos y me dejé llevar hasta que...
—Tamara, no planeo besarte. Tranquila. Aquí está tu teléfono y...
—Ah
Fue lo único que me salió en el momento.
Tamara estaba sintiendo la vergüenza más grande de la historia.
Mis manos se pusieron frías como si me las hubiesen congelado, y poco a poco la sangre me subía a la cabeza.
Momento perfecto para huir, para que caiga un rayo, que desintegre la tierra y borren los recuerdos humanos, sobretodo los míos.
Y apliqué la vieja confiable. Reírme de mi misma y fingir no entender.
—¿Qué hablas? Cerré los ojos porque me había caído algo. Pero ya está, ya no me molesta. Bueno... —tomé el teléfono y abrí la puerta— me voy, ahora sí. Adiós, que pases buenas noches.
Me voltee y busqué la llave para abrir la puerta, aunque no la conseguía. Tenía exceso de estrés.
—Tamara.
—¿Si?
—Tu bolso.
—Ah, mi bolso, je, je...
«Jeje ¿por qué no me rapta un extraterrestre justo ahora?»
Él se estaba riendo. Lo odio. Pero, no lo culpo, hice el ridículo y fuí la burla.
—Descansa, Tamy. Nos vemos.
De ahí se fue, y entré queriendo no existir más. En serio, no quería.
**Fin del flash-back**
Joselyn estaba ahogándose en carcajadas.
—Ríete todo lo que quieras, iré al baño a hacer mi skincare mientras lloro. —Agregué levantándome del sofá.
—Perdón, Tamy, es que... —risas por parte de ella, como foca atragantada.
—Así me llamó al despedirse... —murmuré pensativa.
Dejé a Jos en la habitación quien no dejaba de burlarse y repetir lo que le había dicho diciendo que yo había pasado la vergüenza del año.
—Es que el no te rechazó. Solo se burló de ti.
—No se qué es peor.
Salí del baño con la cara gris y una bandana en la cabeza, sentada con la mirada perdida deseando olvidar todo lo que pasó, o al menos solo esa última parte.
¿Ahora con qué cara iría a la universidad?
—El globo está lindo, —de repente comentó, Jos— ya te está conociendo muy rápido, eh.
—Solo es por amabilidad.
—Que te haya rechazado el beso, no significa que no le gustes. Quizás, no quiere que suceda así, quiero algo más bonito, y no tan torpe...
La miré fulminante, pero ya no sabía qué pensar de las tantas razones que pasaban por mi cabeza.
Y yo, siendo muy normal, como toda una "palmera", al amanecer del día lunes desperté mucho antes de que la alarma sonara. La ansiedad es algo que es parte de mi, me estresa pero la ignoro. Así que debía ir a clases, pero no estaba preparada para ir como siempre voy. Además, no se porqué no puedo pensar una buena razón, sino que sigo creyendo que él me rechazó y eso me ha herido en cierta manera.
Por lo que decidí salir de zona de confort y cambiar mi faceta.
Una revista que sigo en i********: parecía que estaba observándome porque todo el inicio estaba lleno de imágenes con referencias a:
"¿Te rrechazó tan elegantemente que te duele? Mira como contraatacar"
"Así lo harás lamentarse por haberte dejado"
"Cómo hacer que se obsesione contigo"
Por cuestiones de tranquilidad mental decidí dejar de ver el teléfono y buscar qué ponerme para ir a las clases.
Estaba indignada. «Seguro como es guapo piensa que muero por él como todas las chicas, y me detuvo al ver que me comporté como una más del montón» pensaba irritada.
—¡Y esta ropa no me gusta! —exclamé dando unos brincos.
Y como si una brisa milagrosa o mágica entrara por la ventana haciendo volar mis cabellos dandome una idea fantástica y estupenda, accioné de golpe cuando se me vino a la mente algo loco y fuera de mi estilo de vida.
Cuando estuve lista, ni yo misma me lo podía creer, y es que parecía otra chica. Una bastante engreída, sofisticada con un aire de egocentrismo y sensualidad.
«No sabía qué podía verme tan bien vestida así» estaba emocionada, algo incómoda pero emocionada. Y obvio preciosisima.
Estaba decidida a no lucir como la chica humillada por el guapo francés.
Solo que al apenas salir del departamento ya estaba obteniendo miradas, y no sólo de chicos.
No sabía que tenía caderas, es decir, no soy de esas chicas que se mira y detalla por horas en el espejo, hasta ahora, me di cuenta que tenía, y muy bendecidas.
Traté de caminar lo más recto, no quería llamar más la atención en plena calle. La inseguridad ya se hacía presente en mi, y mordiendo mis labios no me vería muy normal del todo.
Recordé cuando él me entregó la paletita diciéndome que dejara de hacer eso, pero justo ahora no tenía una, y pensar en él me molestaba.
Tomé el autobús, y finalmente llegué.
Con el pecho al frente, hombros atrás y rostro alzado, digna y como leí en i********: "empoderada", caminé esta vez contoneando mis caderas tratando de ser natural y relajarme mientras me adaptaba. Lo había practicado en el departamento, pero no es igual cuando lo haces en la Universidad.
«Lo estás haciendo bien, Tamara. Te luces»
Saqué mi teléfono y disimulé texteando falsamente. No estaba muy segura de lo que hacía, pero me veia fenomenal —o eso quiero pensar—.
—¿Palmera? ¿Tamara, eres tú? —Maro se paró frente a mi con ojos saltones.
Atrás venía corriendo Antonio.
—Tamara...
—Hola, chicos. —Les di una sonrisa y junté mis manos como una niña buena.
—¿Qué demonios te pasó? Espera... —soltó Maro con mirada de sospecha— ¿No serás su gemela?
Me reí por lo bajo. —No seas tonto. A ver... ¿Que tal me veo, Antonio?
Antonio estaba anonadado, mirándome de arriba abajo.
—Que estás increíble.
—¿Increíble de guapa, o increíble de "ew"?
Antonio abrió la boca para responder pero Maro se adelantó.
—Increíble de guapa. Es decir, no sabíamos que eras tú hasta que miré bien y ¡jo-der! Pero... ¿A qué se debe este cambio?
Eché un vistazo al rededor buscándolo, pero no lo vi en ninguna parte. Antonio me quedó observando fijamente hasta que arrugué mi entrecejo.
—¿Me veo mal?
—No, para nada. Solo te falta algo... —buscó en su bolso, y me dio una paletita— ahora pareces un personaje de Hollywood.
—Una modelo. Que volverás locos a todos, Palmera. Debiste avisar para al menos prepararnos.
Ellos hablaban y sacaban selfies, hasta que mis ojos dieron con los de él, por poco me sobresalto pues ya me estaba viendo antes.
Sonreí mucho más, recordando lo que leí en la revista digital.
"Demuestrale que no eres una perdedora".