No se qué hacer. La situación con mi prima me tiene más estresada que las mismas clases. Siento que debo hacer algo, como amiga y como familia que soy de ella, debo y quiero porque la adoro. No puedo soportar verla ilusionarse sola, creyendo que sus problemas son sólo "discusiones como toda pareja normal" Y que pronto tendrán fecha establecida para casarse... No quiero pensarlo.
—No, o sea, creo que te estás precipitando Jos. —Le dije. Íbamos en el taxi, en la parte trasera.
—¿Precipitando? Tenemos cinco años ya, Tamara. ¿Que más vamos a esperar? ¿A que entre a la tercera edad y ni tenga fuerzas para darte sobrinos?
No pude contener la risa, porque en eso tiene razón, llevan mucho tiempo juntos.
—Entiendo, pero... La verdad, ahora que... —me quedé pensando en las palabras más adecuadas para usar.
—¿Ahora qué? —refunfuñó.
—Pues ahora que veo a Walter más seguido y convivimos más que antes, me he dado cuenta de actitudes desconocidas para mí, de él, y no quiero que vivas con alguien así.
—Ya te dije... Son problemas normales en...
—En toda pareja, sí, ya lo dijiste —terminé lo que ella iba a decir—. Pero no, no es normal, Jos.
—Lo dice quien tiene mucha experiencia en el área. —Replicó con sarcasmo y cierta mofa.
—No se necesita tener pareja para darse cuenta de cuando alguien realmente te trata con respeto y amor.
Ella soltó un suspiro y se cruzó de brazos, viendo al lado opuesto de donde yo estaba.
El regreso a casa fue silencioso. Ella se fue directo a la habitación y yo me lancé al sofá con el almohadón encima de la cara.
—A ver ¿y por qué dices eso de Walter?
Su voz apareció de repente junto con su presencia, asustandome. Se había regresado otra vez de la habitación.
—Dios mío, Jos. Se que estás enamorada, pero eso no debe pasar por encima de tu valor y amor propio.
—Ya déjate de rodeos. ¿Por qué dices que él no me trata con respeto y sin amor?
—¿Es en serio? Solo fíjate en cómo te recibió, ni siquiera se veía emocionado o agradecido. Incluso tuviste que pedirle que...
—¿Estabas espiando?
—Oye, ese no es el punto, Jos. —¡Genial! que pena estoy pasando, pero alguien debe abrirle los ojos— El punto es, que Walter no es lo que...
*Llamada entrante* *Llamada entrante*
Maro estaba en la pantalla, llamándome.
«¿Y ahora qué? Mal momento para llamar, Maro»
—¡Un momento! —le dije con los ojos bien abiertos y mi dedo índice apuntándola. Ella me volteó los ojos y se sentó en el sofá con evidente frustración.
Me alejé un poco y atendí la llamada.
—Maro.
—¡Palmera! Que bueno escucharte, te aviso que voy a recogerte a las 7, en plan que te vayas arreglando y eso. Hemos hecho en mi casa una reunión de mini cine, y obviamente tienes que venir...
—Oh... Suena genial, solo que no podré ir Maro.
—¿Qué dices? ¿Y eso por qué?
Porque voy a salir a comer con el profesor Guilles. No sé por qué acepté, ni cuales son sus intenciones, no se qué estaba pensando pero, así pasó, aunque claramente no le diré eso a Maro.
«Claro que sabes, Tamara. Te haces la loca, sí, pero lo sabes. Y es que te gusta cuando estás cerca de él» Mi subconsciente era como mi peor enemigo, no se le escapa nada.
—Tengo planes ya. Será para otro momento...
Miré por encima de mi hombro a Jos quien me escuchaba, cuando me dijo al instante "¿tienes planes?".
—Entonces tienes planes... —repitió Maro, con un tono cargado de decepción— Que mal, la ibamos a pasar muy bien. Aquí están los muchachos, Marco y Antonio, mucha comida y un cómodo sofá-cama.
—Me encantaría, pero será para otra oportunidad.
Al colgar la llamada, la faceta de Joselyn cambió tan radicalmente como las estaciones de radio.
—¿No pensabas decirme que tienes planes? ¿Uh? —clavó su mirada de sorpresa y molestia en mí.
—Ay, obvio. Solo que estamos con el tema de Walter, y eso es el punto importante aquí.
Ella quitó la mirada.
—Mejor es que hablemos mañana sobre esto. Necesito descansar y tú tienes que salir.
Se levantó y recogió sus cabellos en una coleta alta.
—¿Se quede saber entonces con quien saldrás?
—Bueno... —comencé a toser falsamente.
—Mmm ¡Tamara!
—Me iré a arreglar.
Caminé rápido a la habitación, fingiendo no escuchar sus gritos insistentes para que le dijera quien era. Ella repetía "¿con quien vas a salir? ¡dime, dime!".
Cual garrapata, se pegó a mí para convencerme.
—¡El profesor Guilles! —solté casi en un grito.
Ella abrió la boca grande. —¿El francés? ¿Tú profesor?
Hubo un silencio lleno de suspenso. Ella no decía nada, estaba como muda con las cejas levantadas, hasta que su rostro se enserió.
—Me parece un grave error, Tamara —decía y comencé a preocuparme de manera acelerada—, ¡Muy grave que no me hayas dicho antes! ¡Hasta que por fin logras salir con él! Está divino, Tamy.
No pude evitar girar mis ojos y soltar unas risas llenas de alivio.
A partir de ese momento noté como Jos empezó a sonreír y mostrarse más divertida conmigo, diciendome qué ropa debía usar, ayudándome a combinar los tacones y el maquillaje. Aunque bien sabía que estaba muy preocupada por su relación, porque la conozco, se que está lastimada, y dolida, por eso se esfuerza dando más de lo que debe.
De pronto la cama pasó a ser una montaña de ropa de diferentes colores y diseños. Nada parecía apropiado, o era muy elegante para la ocasión, o muy casual o muy "Santa Cristiana" Como decía Jos. Incluso estabamos considerando salir a comprar algo más apropiado, eso hasta que recibí una llamada.
—Hola Antonio —saludé con emoción.
—¡Tamara! Ajá, —tosió falsamente— señorita Tamara ¿se puede saber por qué no va a venir a ver peli con nosotros?
—Ay Antonio, es que tengo otro compromiso y pues...
—No puede ser, ¿cómo vas a faltar? Esta reunión es solo del grupo y ya tu eres parte de él. A ver, ¿y a que hora termina eso a donde vas? Porque también podríamos esperar un poco en plan...
—Es que, escucha... Así como compartimos el Refugio Verde, te contaré algo ¿no está en alta voz? ¿Verdad? —pregunté por si acaso.
—Ah, no, no. Dime, venga.
—Bueno, es que voy a salir a comer con el profesor Guilles ¡pero no es lo que piensas! —me adelanté en decir—, me invitó porque ambos estuvimos trabajando y bueno... Todo es en plan amistoso. Nada más.
—¿Pero qué? —comenzó a reírse— No seas ingenua, Tamara. Perdón, pero es muy tonto pensar que es sólo en plan de amistad que te invita a comer el profesor ¿o es que van otros alumnos? Porque así si cambia la cosa...
—No, solo yo. Pero, de verdad. Es más tonto pensar que me ve con otros ojos. Solo soy su alumna, nada del otro mundo.
—A ver, Tamara. ¿Qué hostias dices? ¿Qué acaso no te has observado a ti misma? Tú llamas la atención, cualquier hombre voltearía a verte. La llamas. —Sus palabras me tomaron por sorpresa, y continuó después— Y el profesor no puede ser la excepción.
—Exageras. No tengo nada de extraordinario. En fin, luego hablamos que ya...
—Dame la dirección, que si pasa algo paso por ti de inmediato.
—Aish, relájate. No es nada de lo crees, créeme. Además, no sé a donde iremos. De todos modos, si pasa algo, que no pasará, te llamaré.
—Prometelo.
Miré el teléfono sin poder creer lo que acababa de escuchar.
—¿Lo prometo?
—Estás advertida, eh.
¿En qué momento António se volvió mi hermano mayor? Me pareció muy tierno el gesto de preocupación, pero me dejó pensando cuando dijo que "Tú llamas la atención, cualquier hombre voltearía a verte", porque nunca me habían dicho algo semejante y francamente, sería bonito que alguien de verdad me mirara con ojos brillantes y llenos de admiración.
«¡Ya deja de pensar cursilerías, Tamara!» me giré y volví con Joselyn, quien estaba viendo dos conjuntos que sostenía, parecía que le costaba decidirse.
—Este se te vería muy bien en tu piel y te da un toque sofisticado, pero este te haría lucir como una guapa jovencita que no sabe que es guapa.
Arrugué la cara pensando que se parecía mucho a lo que recien me dijo Antonio.
—Quiero el que luce mejor en mi piel.
Lo tomé de su mano y me dispuse a vestirme. Unos tenis blancos, y Jos me sentó a la fuerza para peinarme y darme un retoque de maquillaje.
—¡No tan dramático! No quiero lucir como alguien que va a una cita con su crush.
—¿Y no es así? —ella reía con picardía.
—¡Algo suave, Jos!
Mientras me aplicaba el blush, llegó un mensaje a mi teléfono.
"Estoy afuera."
El corazón se me detuvo en ese momento, claro, en sentido figurado. Lo cierto era que mis manos estaban frías y comencé a morderme los labios, Jos se dio cuenta y me lanzó una fuerte palmada en el brazo.
—¡Calmate! Te vas a dañar todo el labial.
—¡Está afuera! —dije apnsiosa.
Ella como un canguro saltó de manera rápida hasta la ventana, disimuladamente se asomó.
—Increíble... —la escuché murmurar— creo que él luce encantador con lo que sea que se ponga.
Pensé por un momento en quitarme el blush, ya que el calor había subido a mi cara y eso no me ayudaba para nada.
Es sólo una comida con mi profesor, ya que fuera de la universidad solo somos amigos, y no debo dejarme llevar por los comentarios de Antonio y Jos.
Ella me rocio perfume, y me dio un beso en la frente.
—Vaya con Dios. Y se me porta mal. Todo lo que quieras.
Arrugué mi entrecejo.
—Loca, tú pórtate bien.
Tomé un respiro, con la mano en la manilla hasta que abrí la puerta y mi vista dio con él.
Inmediatamente volteó a mirarme. Su sonrisa apareció y no me gustó, no me gustó lo que sentí cuando lo vi hacer eso.
Esto... No creo que sea correcto.
¿Debería retractarme, dar una excusa y no ir?